Fotografía de portada: Uno de los frecuentes atascos en la avenida de Santander. A. P.
«Una ciudad no se construye solo con asfalto, sino con visión. Y en eso, a Oviedo le deben ya más de veinte años.»
Oviedo, capital del Principado de Asturias, combina historia, patrimonio e identidad cultural. Sin embargo, bajo esa apariencia serena late un problema estructural que desde hace décadas entorpece su desarrollo urbano y castiga a sus ciudadanos: la ausencia de una circunvalación completa que permita un tráfico fluido, descongestionado y adaptado a los tiempos modernos.
Un problema que asfixia la ciudad
La movilidad en Oviedo se ha convertido en un desafío cotidiano. La estructura urbana —un núcleo histórico medieval y un crecimiento desigual durante el siglo XX— obliga a que buena parte del tráfico atraviese el corazón de la ciudad para conectar barrios, zonas industriales y rurales.
Mientras otras capitales similares disponen de variantes o rondas exteriores, Oviedo continúa sin una circunvalación completa y funcional. El resultado es evidente: atascos diarios, contaminación acústica y atmosférica, inseguridad vial y deterioro constante de calles y avenidas. No es una cuestión estética: es salud pública, sostenibilidad y calidad de vida.
«Sin Ronda Norte, el centro respira peor y los barrios cargan con el tráfico que nadie quiere ver.»
Dos décadas de promesas incumplidas

En octubre de 2000, el entonces ministro de Fomento Francisco Álvarez-Cascos incluyó la Ronda Norte en los Presupuestos Generales del Estado de 2001, posibilitando el estudio informativo del trazado. En 2003, la infraestructura quedó incorporada al catálogo de carreteras del Estado (Real Decreto 1231/2003), también firmado por Álvarez-Cascos, y ese mismo año se solicitó la Declaración de Impacto Ambiental.
El cambio político de 2004 supuso un punto de inflexión: el Zapaterismo y las miopías posteriores fueron aparcando un proyecto nacido con consenso técnico y respaldo institucional. Incluso bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, pese al compromiso político con la formación liderada por Álvarez-Cascos, apenas hubo avances: reactivación de estudios, fondos mínimos, revisiones de trazados… pero ninguna obra real. Ni siquiera el entonces alcalde popular Agustín Iglesias Caunedo lo impulsó con decisión: lo presentó con un barniz “verde” y lo dejó marchitar.
«Veintidós años después, Ronda Norte sigue en el cajón: consensos rotos, trámites eternos y política corta de miras.»
Hoy, en 2025, el consejero de Movilidad del Principado, Alejandro Calvo, vuelve a rechazar la propuesta municipal: “no genera unanimidad” y presenta “afecciones medioambientales y patrimoniales”. Argumentos vacíos que encubren falta de voluntad política y el sectarismo de un PSOE más preocupado por el dogma ecológico que por la realidad urbana.
Las consecuencias de la parálisis
La falta de coordinación entre Gobierno central, Principado y Ayuntamiento tiene un precio alto. Oviedo sufre congestión crónica que aumenta las emisiones, degrada la calidad del aire y castiga especialmente a los barrios que rodean el Monte Naranco y el oeste de la ciudad.
Áreas como La Florida, Vallobín, Las Campas, Argañosa y Ciudad Naranco soportan niveles de tráfico excesivos por la inexistencia de una ronda exterior. Mientras tanto, Pumarín, Ventanielles y Tenderina padecen acumulaciones de partículas en suspensión que, junto con las nieblas matinales, generan un smog impropio. Este aire viciado afecta también a San Julián de los Prados, joya del prerrománico asturiano.
Para colmo, se presume de “movilidad verde” y se anuncia una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) para finales de 2025, sin ofrecer alternativas reales a los barrios que absorberán el tráfico desviado del centro.
«Sin anillo exterior, la ZBE es un parche simbólico que traslada el problema, no lo resuelve.»
Urbanismo del siglo XXI con infraestructuras del siglo XX
Hablar de sostenibilidad, peatonalización y calidad de vida sin completar el anillo exterior es incoherente. Si se aspira a un centro más amable y libre de emisiones, es imprescindible una Ronda Norte que permita circunvalar la ciudad. De lo contrario, solo habrá parches costosos que perpetúen el problema.
Oviedo no puede ser una capital moderna y competitiva sin una infraestructura viaria básica. Gijón y Avilés la tienen desde hace tiempo; Oviedo, no. La capital asturiana sigue atrapada entre debates ideológicos y promesas incumplidas.
Conclusión: voluntad y visión
No hacen falta más informes ni excusas: hace falta voluntad política y un compromiso interadministrativo firme. El Ayuntamiento —que siempre ha defendido la importancia de esta obra— debe colocarla en el centro del debate, exigir al Principado y al Gobierno de España una solución definitiva y no resignarse a seguir esperando.
El urbanismo del siglo XXI requiere infraestructuras del siglo XXI. Oviedo no puede seguir pagando el precio del inmovilismo ideológico.
«La ecuación es simple: Ronda Norte ahora, o más atascos, más contaminación y menos futuro para Oviedo.»

Licenciada en Químicas
Profesora jubilada de intitutos.