Pero el caso de la mina de Cerredo lo ha alcanzado de lleno. Porque Cerredo no es solo el nombre de una explotación minera. Es el nombre de un encadenamiento fatal de irresponsabilidades. Es la suma de documentos visados por quien no debía, de licencias concedidas a quien no podía, de inspecciones que no inspeccionan y de políticos que dimiten para salvar a otros que no quieren ni comparecer