Lo que Indra ha puesto en marcha con la compra de EM&E no es solo una maniobra de integración industrial: es un ejercicio de concentración de poder bajo formas legales, con ropajes de transparencia y actores que se repiten
Sánchez, Escribano e Indra: continúa el desembarco en nombre del Estado (o del Partido)
Mientras en Moncloa se diluyen explicaciones y se fabrican cortinas de humo para capear las balas de la UCO, el Gobierno avanza a paso firme en su operación más silenciosa y eficaz: el control quirúrgico de Indra, esa joya dual del Estado que sirve tanto para contar votos como para fabricar radares militares

