Adrián Barbón aseguró que “Asturias no es un infierno fiscal, sino que cada vez se parece más a un paraíso”. Lo dijo, además, sin sonrojo, en una comunidad donde el precio de la electricidad industrial es un 142% más caro que en Francia, donde se han perdido contratos eólicos por no construir un solo parque en tres años, y donde las ingenierías devuelven préstamos públicos como quien camina sobre brasas.