Una vez me contaron -seguro que con otras palabras- un símil acerca de la envidia española y que rezaba así:

Cuenta la leyenda que un labriego se encontró un día una lámpara maravillosa y al frotarla salió un adivino que le dijo: “te concedo un solo deseo, pero con una condición, y es que a tu vecino de al lado le daré el doble que a ti. Tienes un día para pensarlo”.

El labriego, ni corto ni perezoso, empezó a pensar el posible deseo: cantidades insultantes de dinero (miles de millones para que perduraran a varias de sus generaciones), grandes mansiones, ser inmortal y una importante pléyade de sugerencias fuera de todo parangón terrenal.

Pero en todas ellas tenía la espada de Damocles encima; es decir, cualquier cosa que pidiera, le correspondería el doble a su vecino. No había nada que le dejara satisfecho del todo ya que la última consecuencia sería que su vecino tendría el doble que él.

Finalmente, a escasos minutos del tiempo acordado con el adivino fue a éste y le dijo: “ya sé lo que quiero como deseo: quedarme tuerto”.

Y así sucede en numerosas ocasiones con la vida misma, no se piensa en lo que tiene uno mismo si no en lo que tiene el vecino, sin entrar en qué modo y con qué esfuerzo cada uno consiguió sus activos.

Nuestra sociedad se está convirtiendo en Vieja´l Visillo (aquella que emplea su tiempo en escudriñar tras los visillos) o como también se decía en Asturias con esta guisa aproximada en “Picu´l Lavaderu” (aquella que esperaba ansiosamente para ir al lavadero y soltar esa lengua viperina por doquier, sobre todo para ver la paja en el ojo de los demás sin analizar la viga en el suyo).

Define la RAE a la envidia como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee.

Y tú, ¿Sigues creyéndote el ombligo del mundo y considerando que éxito de tu vecino ha sido cuestión de suerte, o te darás cuenta de que seguramente ese éxito habrá sido fruto del tesón, el refuerzo, la perseverancia y un innumerable sorteo de múltiples vericuetos y sinsabores que da la lucha incesante por algo en lo que se cree?

Y tú: ¿Eres Vieja´l Visillo o Picu´l Lavaderu? ¿Conoces a alguien que sistemáticamente adopte una de esas posturas?

Deja de pensar en el éxito o la desgracia del vecino y empieza a moverte.