Hace unos días, mientras tomaba café con un amigo, me comentó que él y su pareja estaban considerando dejar su piso de alquiler para volver a vivir con uno de sus padres. Lo escuché con atención.
Me explicó que no llegaban a fin de mes. Según él, no había nada que hacer: la culpa era de la política, los dirigentes, Ucrania, Israel, el gasoil, el aceite de oliva y un largo etcétera de problemas que salpicó con algunas quejas más. Y yo, atento, seguí escuchándolo.
Finalmente, me miró y lanzó la pregunta:
—José, en confianza, ¿tengo o no tengo razón?
Entonces me animé a intervenir:
—Fulano, también en confianza, podría hacer dos cosas: decirte que tienes razón (y mentirte) o, si me lo permites, analizarlo rápidamente. Saquemos mi “Papel de Apuntar” y hagamos un simple ejercicio, sin palabros ni conceptos complicados, algo sencillo que no nos llevará más de cinco minutos.
Tomé un bolígrafo y enumeré los gastos, clasificándolos. A la derecha, escribí lo que, según mi estimación subjetiva, sería su importe mensual.
- Gastos estructurales (vivienda)
Gas/electricidad.
Agua.
Comunidad.
Total aproximado: 200 €
- Gastos varios (los «hormiga»)
Móviles de última generación (que tú y tu pareja cambiáis cada dos años).
Cuota mensual de telefonía.
Netflix y otras plataformas.
Copas al salir del trabajo.
Dos cajetillas de tabaco al día (una cada uno).
Comidas o cenas con amigos (una cada fin de semana).
Dos coches y una moto (combustible, seguro, mantenimiento, etc.).
Gimnasio (uno cada uno).
Club deportivo.
Comida a domicilio (al menos una vez por semana).
Vacaciones (una semana al año, todo incluido y fuera de España).
Dos perros.
Total aproximado: 1.800 €
- Otros gastos variables
Comida y bebida.
Ropa.
Alquiler.
Total aproximado: 2.000 €
Gran total: 4.000 €
Cuando terminó de leer, se quedó a cuadros. Me dijo que apreciaba —aunque no soportaba— mi forma de analizarlo todo desde un enfoque ingenieril. Yo le respondí:
—Fulano, no es cuestión de ingenierías. La economía doméstica es una unidad de gestión. Has pedido mi opinión y aquí está.
Revisamos juntos las cantidades. Admitió que mis cálculos no se desviaban más de un 10 %, pero añadió dos aclaraciones importantes:
- La mayor parte de la comida era de táperes que les preparaban sus madres (coste cero).
- Las vacaciones también las pagaban los padres («los pobres muchachos necesitan desconectar»).
Aun restando esos gastos, la suma seguía siendo mayor que sus ingresos. Y eso sin contar los préstamos personales (el coche, la nevera y otros).
Entonces me preguntó:
—José, ¿qué harías?
Le respondí que, considerando que sus gastos eran mayores que sus ingresos, tendría que tomar una o varias de estas medidas:
- Presupuesto base cero:
Evaluar cada gasto preguntándose: ¿por qué es necesario? ¿Es imprescindible el gimnasio o tener tres vehículos?
Respuesta: Inviable. Según él, todos los gastos son necesarios. - Reducción/optimización de gastos:
Analizar si hay partidas que puedan recortarse o compartirse.
Respuesta: Inviable. Según él, ya están reducidos al máximo. - Aumentar ingresos:
Buscar trabajos mejor remunerados o echar más horas.
Respuesta: Inviable. Prefiere trabajar para vivir, no vivir para trabajar.
Entonces le dejé unas últimas reflexiones:
- Tus padres no vivirán eternamente.
- El trabajo y la remuneración no son garantizados para siempre.
- Aunque elimines ahora el alquiler, la comida y las vacaciones, los gastos seguirán siendo mayores que tus ingresos.
En resumen, le dije:
—Estás viviendo de lujo… pero a costa de vivir de “túper madre”.
Nos reímos y seguimos disfrutando del café. Al final, le añadí:
—En fin, Fulano, ¿qué hago yo metiéndome en la economía de los demás? Como dicen en Castilla: «Cuando llegues a ese río, cruzarás —o no— ese puente.»
Antes de irnos, me dijo:
—López, deberías escribir un post sobre esto, pero sin nombres ni apellidos. Incluso podrías desarrollar una app simple donde cualquiera pueda introducir sus ingresos y gastos para ver en qué gastar o recortar.
Nota final:
Un 37 % de los padres mayores de 60 años ha ayudado económicamente a sus hijos en el último año, según Luis Ayuso, catedrático de Sociología de la Universidad de Málaga (Adrián Francisco Varela, LinkedIn Noticias).
Consultor empresarial.
Germánico en organización, perseverante en las metas, pragmático en soluciones y latino en la vida personal.
¿Y por qué no?