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«Si dos no se engañan mal pueden tener desengaños

En sus conciertos de este año Pancho Varona está conmemorando el vigésimo quinto aniversario de la canción “Peces de Ciudad”. En el siguiente vídeo el autor hace una breve descripción de la historia de la composición de este tema, a la que sigue una maravillosa interpretación que dedico especialmente a todos aquellos que comentaron mi último artículo sobre el Auto-tune:

La interpretación de Zahara, en directo y acompañada sólo de Varona y su guitarra, me parece magnífica, y es otra muestra más de que, en medio del mediocre producto que la industria musical nos ofrece hoy en día, el arte en su versión más pura se sigue abriendo paso en pubs y salas de aforo reducido… como en la década de los años 60 del siglo pasado.


Pero centrándonos en Pancho Varona, el 15 de noviembre de 2022 anunciaba que Joaquín Sabina había decidido no contar con él en su siguiente gira después de cien canciones compuestas juntos, cuarenta giras y quince discos producidos por Varona al cantante de Úbeda: me temo que sólo ellos saben qué es lo que pudo pasar para que una relación de más de 40 años y tantas experiencias vividas en común acabara de una manera tan abrupta, puesto que la separación no fue sólo profesional, sino también personal.


Parece que los últimos años han traído la “deslealtad profesional” y cada vez es más frecuente que profesionales con una larga trayectoria en una empresa pongan fin a su carrera en ella para cambiar de aires: bien sea por voluntad propia o por decisión ajena. Como el caso que nos ocupa, debemos acostumbrarnos a que un mal día nuestra empresa decida dejar de contar con nuestros servicios y, aunque siempre haya una carta de justificación, no conozco ningún caso en el que la sinceridad sea la base del argumentario: nunca las causas del despido son “por vago”, “por incompetente”, “por inútil” o “por llevar a tu empresa a pérdidas económicas o reputacionales”, sino que se buscarán razones y palabras políticamente correctas para la ocasión.


De la misma manera, también otro buen día, y sin que nadie se lo espere, el empleado fiel y abnegado -con una dilatada experiencia- puede entregar en el departamento de turno una carta de renuncia, una solicitud de excedencia o una misiva de baja voluntaria para la que suele alegar “motivos personales”… motivos que realmente se reducen a que alguien le ha valorado mejor y le ha abierto los ojos para un cambio, aunque no se descarta que esté cansado de respirar ambiente tóxico… o directamente harto de trabajar para vividores. Esa carta suele ser el colofón a un proceso de meditación más o menos largo que empezó tiempo atrás con algún nimio signo, se ha ido cargando de argumentos con el tiempo y raramente tiene marcha atrás.


Los casos de máxima hipocresía solemos encontrarlos en las altas instancias, cuando algún directivo es fulminado y la empresa emite un comunicado en el que, además de explicar que el “finado” emprende nuevos retos profesionales, desde su ya ex empresa se le agradecen los servicios prestados (aunque su desempeño haya sido catastrófico) y se le desea lo mejor para el futuro…

En el caso de Joaquín Sabina y Pancho Varona sólo conocemos la versión de este último, y parece que el despido (después de cuarenta años de relación) fue con un frío email diciéndole que Joaquín “ya no contaba con él”. A los que hemos disfrutado con su música supongo que no nos importan los motivos, siempre nos quedarán las canciones que juntos fueron capaces de crear y que forman parte de nuestras vidas.


Termino con una de sus primeras colaboraciones, de cuando todo era más difícil pero más sencillo a la vez, de cuando el Auto-tune no había llegado a nuestras vidas.