Asturias Liberal > Economía > Fábula de las Hormigas y las Cigarras (acerca del Sistema de Pensiones)

Cuenta la leyenda que, años ha, en una verde ladera vivían al unísono dos comunidades muy diferentes: las hormigas, laboriosas y previsoras, perfectamente organizadas con su reina, las obreras y los machos; y las cigarras, alegres, cantautoras y despreocupadas. Las hormigas trabajaban arduamente durante todo el período estival, recogiendo granos y almacenándolos para el duro invierno.

Después de un Consejo de Ancianos y de un estudio sofisticado, allá por la década de los setenta, detectaron que su vida laboral era el triple que el período de disfrute de jubilación, así que, por lo que pudiera pasar cuando fueran ancianas, decidieron guardar en un lugar concreto un grano cada mes, pensando simplemente en su jubilación, cuando ya no podrían trabajar como antes.

De esta manera, por cada grano que hubieran guardado y, habida cuenta de que vivirían jubiladas durante una tercera parte de la extensión de su período laboral, cada mes de jubilación cobrarían el triple de lo que habrían cotizado mensualmente durante sus duros años de trabajo.

Las cigarras, por otro lado, pasaban el verano cantando y disfrutando del sol, sin preocuparse por el futuro.

—¿Para qué guardar grano? —decían—. La vida es corta y hay que disfrutarla.

Así, mientras las hormigas se esforzaban, las cigarras reían, cantaban y bailaban.

Con el paso de los años, las hormigas notaron que cada vez había más cigarras en el prado. No solo estaban las que cantaban, sino que, como los eucaliptos en el campo, habían surgido otras figuras “hormigueras”, tales como jefes, asesores, liberados o coordinadores que, con sus melodías, convencían a las trabajadoras de que había que esforzarse cada día más y, encima, compartir el grano.

—¡Es por el bien de todos! —decían—. ¡Así podremos disfrutar juntos!

Las hormigas, generosas y solidarias, comenzaron a compartir su grano. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, se dieron cuenta de dos cuestiones extremadamente importantes: por un lado, que los años de cotización de cada hormiga se estaban reduciendo (cada vez se jubilaban antes), mientras que los años de disfrute de la jubilación se alargaban (cada vez morían más tarde); y, por otro, que todo el elenco de vividores de alrededor —cigarras incluidas—, que antes solo cantaban, ahora exigían más y más grano. Así, las hormigas se encontraron en una situación difícil, pues, además de que la relación cotización-jubilación ya no era 3:1, sino más bien casi 1:1, cada vez había más individuos que cobrarían sin realmente haber aportado.

Entonces, el Consejo de Ancianos se reunió de nuevo y creó el Pacto de InsecToledo. Con él, los granos aportados no se tocarían, quedando de remanente solo para aquellas trabajadoras que hubieran contribuido. Y ojo:

—Tanto como habías aportado, tanto podrías recuperar (como si de una hucha se tratase).

Pasaron los años y un Consejo de Líderes Supremos Insectívoro decidió utilizar ese Fondo de Armario para otros menesteres distintos a los previamente concebidos (las pensiones de las trabajadoras aportadoras), indicando que, con el tiempo, ya se recuperaría.

Pero el Fondo se agotó más pronto que tarde y, primero, tuvieron que pedir prestado grano a otros hormigueros.

—Es solo un préstamo —se decían—. Podremos devolverlo cuando lleguen las vacas flacas.

Pero estas llegaron, y las hormigas se dieron cuenta de que no tenían suficiente grano para cubrir sus necesidades. Todo el entorno seguía pidiendo, y las hormigas, preocupadas, decidieron hipotecar su propio hormiguero.

Así, las hormigas trabajadoras, que habían sido tan previsoras, se encontraron en una encrucijada. Habían guardado grano para su jubilación, pero la generosidad y la presión de la sociedad habían agotado sus reservas. No quedaba grano para las hormigas que lo habían puesto en custodia para cuando llegara su jubilación, y tampoco había nada con qué conseguirlo.

Al final, se dieron cuenta de que debían haber encontrado un equilibrio entre disfrutar del presente y asegurar su futuro.

Pero no había solución y…

Lo único que aprendieron fue que la solidaridad es importante, pero también lo es la prudencia.

Mientras tanto, las cigarras y sus adláteres siguieron cantando, sin pararse a reflexionar sobre la importancia de trabajar y contribuir al bienestar futuro de todos.

Moraleja:

El trabajo, los frutos del mismo y el disfrute de su descanso bien merecido son esenciales para asegurar un buen futuro, pero todo ello lleva implícito encontrar un equilibrio entre disfrutar del presente y garantizar el porvenir.

ENLACES RELACIONADOS

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https://www.larazon.es/economia/seguridad-social-dispara-deuda-pensiones-supera-126000-millones_20250117678a37f30c57370001bba1bc.html

https://gaceta.es/economia/la-seguridad-social-sigue-disparando-su-deuda-por-las-pensiones-y-supera-los-126-000-millones-de-euros-20250122-1154

https://www.publico.es/sociedad/concentracion-madrid-exigir-blindaje-pensiones-convertirlas-derecho-constitucional.html

https://www.voxespana.es/grupo_parlamentario/actividad-parlamentaria/comisiones/pensiones-vox-no-pacto-toledo-rompe-consenso-no-complices-mentira-20201027

https://www.abc.es/recreo/albert-rivera-habla-alto-claro-sobre-situacion-20250106154534-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Frecreo%2Falbert-rivera-habla-alto-claro-sobre-situacion-20250106154534-nt.html