Asturias Liberal > Pensamiento > Cuando el halo se apaga: Líderes inflados y su choque con la realidad

¿Alguna vez ha sentido que el líder que le presentan como estadista solo brilla porque los demás son farolas fundidas?

¿Le han intentado convencer de que un político es una mente maestra simplemente porque su oposición parece sacada de un casting de figurantes?

Si la respuesta es sí, bienvenido al Efecto Halo Relativo o Incrementado, donde la ausencia de competencia real crea una ilusión de grandeza. Pero antes, hagamos un viaje por la historia, con el aroma del tiempo y la ironía de lo inevitable.

Herbert Hoover: El milagro que nunca fue

«Cría fama y échate a dormir«, dice el refrán, y Herbert Hoover, trigésimo primer presidente de los EE.UU., lo llevó hasta la última letra. Se construyó una reputación de gestor infalible, un arquitecto del orden en tiempos inciertos.Y entonces, llegó la Gran Depresión. La historia le golpeó la puerta y no supo si abrir, esconderse o fingir que no estaba en casa. Creyó que la tormenta pasaría de largo, que su reputación flotaría como una balsa en la tempestad.

Pero los halos mal ganados no resisten la prueba del agua: se deshacen, se desmoronan, se hunden.

Pedro Sánchez: un malo que parece brillante

En España, Pedro Sánchez ha convertido esta lógica en arte. No es que brille, es que los demás han apagado sus propias luces. Su imagen de líder sólido no se basa en éxitos propios, sino en la renuncia de sus rivales a la batalla. No ha vencido con un proyecto: sus adversarios han decidido desvanecer los suyos.

• Alberto Núñez Feijóo es el hombre que nunca termina de llegar. Construye su discurso con frases prudentes, hiladas con el hilo débil de la indefinición. No es la espada del adversario ni el refugio del votante huérfano. En un escenario donde un verdadero opositor desmontaría a Sánchez, él sigue esperando su momento, como si el tiempo le debiera algo.

• Santiago Abascal, lejos del fragor del debate nacional, ha asumido el rol de embajador itinerante. De Polonia a Argentina, su brújula política parece más preocupada por trazar rutas transatlánticas que por enraizar en el suelo patrio. Su ausencia regala a Sánchez una oposición etérea, sin cuerpo ni peso real.

• Yolanda Díaz, en el ala izquierda, sostiene el espejismo de un liderazgo que nunca ha conquistado en las urnas. Ha ascendido sin ganar, ha resistido sin ser querida, ha sobrevivido donde otros cayeron. Su poder político se sostiene en la inercia del cargo y la nostalgia de un electorado que se disuelve.

Europa: Los espejos rotos que embellecen a Sánchez

Si en España la mediocridad política ha sido su mejor aliada, en Europa le han tendido un espejo favorable.

• Olaf Scholz, el Feijóo de Alemania, es un canciller gris, con el peso de la historia sobre los hombros y la parálisis como respuesta. Alemania, antaño motor de Europa, hoy respira aletargada, sin una visión clara y con los ciudadanos a punto de mostrar su indignación en las urnas.

• Keir Starmer ha llegado a Downing Street no por conquista, sino por el derrumbe de los tories. Su discurso es una cuerda floja entre lo predecible y lo anodino, una sucesión de promesas de reforma sin la fuerza de una convicción real.

. Emmanuel Macron, que un día se presentó como el gran reformador de Europa, hoy se ha convertido en un político atrapado entre su propia grandilocuencia y una Francia que ya no le escucha. En su búsqueda de protagonismo, se ha desplazado de lo visionario a lo errático, de lo pragmático a lo teatral, lanzando discursos grandilocuentes que rara vez se traducen en realidades concretas

• Ursula von der Leyen encarna la burocracia elevada a virtud. No lidera, administra. Su presencia en la UE es la de un engranaje, no la de una brújula. En un panorama con verdaderos estadistas, su nombre apenas figuraría en los márgenes.

El final del halo: la realidad siempre ajusta cuentas

El halo no es magia. Hemos visto a demasiados desvanecerse como para creer en su eternidad. La política tiene la costumbre de desnudar a los falsos profetas, de arrancarles los ropajes del artificio hasta dejarlos en evidencia.Como en la fábula del rey desnudo, siempre hay un instante en que alguien se atreve a señalar lo obvio y, en ese momento, el castillo de ilusiones se desploma.

A Herbert Hoover, la Gran Depresión le dejó sin excusas. A Pedro Sánchez, como a cualquier otro líder inflado, le llegará su momento cuando la historia deje de regalarle indulgencias. Porque si hay algo seguro, es esto: se puede gobernar con artificio, pero no se puede engañar siempre a la realidad.