
En 1993 la cadena de TV Antena3 estrenaba una serie titulada “Lleno, por favor”, producida por Enrique Cerezo (hoy presidente del Atlético de Madrid) y protagonizada por –entre otros- Alfredo Landa, Beatriz Carvajal o la guapísima Lydia Bosch. Por si no lo recuerdan, Alfredo Landa daba vida a un nostálgico de la España franquista, dueño de una gasolinera de pueblo con la personalidad más que marcada para reconocer sus creencias:
Los guionistas Vicente y José Antonio Escrivá tuvieron la brillante ingeniosidad de moldear el carácter del protagonista de la serie sobre tres sólidos pilares (espiritual, político y deportivo) cuya relación entre ellos tendría unos vínculos más fuertes de lo que, a priori, podría parecer:
seguramente las figuras de Dios, de Franco y de Santiago Bernabéu (reconociendo en él al Real Madrid) son las que en sus respectivos ámbitos concitan mayores sentimientos, pasiones, adoraciones, rechazos y odios.
Precisamente en este momento acabamos de vivir la Semana Santa, donde muchos católicos experimentan su Fe de una manera más profunda, donde se juntan creyentes practicantes con personas que habitualmente no pisan una iglesia o participan en una misa, pero que encuentran en estas fechas su momento de espiritualidad, de meditación y recogimiento.
A muchos creyentes de hoy en día les cuesta admitir públicamente su devoción por Dios, y no digamos ya luchar por su doctrina o vivir de acuerdo a los preceptos que se inculcan en las Sagradas Escrituras. Occidente, en general, parece poner los mismos esfuerzos en acomplejarse y avergonzarse de su cultura, su espiritualidad y credo histórico que en admitir y respetar religiones de nuevas etnias llegadas de otros países que no sólo no respetan los derechos humanos, sino que declaran abiertamente hostilidad contra los –para ellos- herejes (esto es, para cualquiera que no profese su Fe).
También en los últimos años los devotos del franquismo viven tiempos atribulados debido a los esfuerzos de nuestro actual gobierno por resucitar la dictadura y las heridas abiertas durante la guerra civil de hace casi un siglo (siempre con una visión sesgada, desde uno de los bandos).
Particularmente la indignación se ha incrementado en las últimas semanas con una ley recientemente aprobada que promueve la disolución de asociaciones que fomenten la apología del franquismo o ensalcen tanto el alzamiento de 1936 como la dictadura (y sus dirigentes); esta ley también prevé castigo y disolución para aquellas asociaciones que –a juicio no se sabe muy bien de quién- humillen la dignidad de las víctimas o inciten al odio y a la violencia.
A este respecto, si bien tan pronto como falleció el Caudillo algunas chaquetas no tardaron en declararse reversibles, en los últimos años estamos asistiendo a una reinvención de la historia que no sólo oculta deliberadamente graves acontecimientos previos al alzamiento, sino que nos presenta y describe una idílica Segunda República, pacíficos anarquistas y guerrilleros revolucionarios -inocentes de cualquier acusación- que debían ser algo parecido a “boy scouts” o cercano a “seres de luz” (ya saben: según los relatos oficiales que se publican hoy en día en aquel periodo pasaron fenómenos tan extraños como el fallecimiento de miles de mártires –no se sabe por qué-, iglesias que se quemaron o derrumbaron solas durante la revolución del 34 o durante la guerra civil, etc…), o la terrible represión en la postguerra… una represión a pesar de cual muchos de los más críticos con el régimen pudieron estudiar, desarrollarse y hacer carreras de éxito.
Hoy en día la maquinaria del sistema –perfectamente engrasada- se encarga de mostrarnos un relato con unas historias y lenguajes seleccionados con precisión cirujana.
Por último, a pesar de haber desarrollado uno de los periodos más exitosos de su historia en los últimos años, el Real Madrid lleva unos meses sin desplegar el juego que sus exigentes seguidores esperan de él, y se encuentra segundo clasificado en la máxima competición nacional y eliminado de la Copa de Europa (los nostálgicos las siguen llamando así), en un año que no pinta nada bien a pesar –como decimos- de la brillante trayectoria de los últimos ejercicios.
El Real Madrid es ese club del que siempre se ha dicho que recibía ayudas del poder, aunque el propio Santiago Bernabéu fue quien quiso evitar servidumbres y que nunca dejara de ser de sus socios: a este respecto se recomienda ver el documental que lleva su nombre para descubrir su figura, para comprobar cómo gestionó a un club arruinado tras la guerra civil sólo con recursos privados y cómo se mantuvo siempre neutral con un régimen al que no le tenía afecto, mientras otros equipos no dudaban en maniobrar y mendigar las ayudas del propio régimen… del régimen de antes y del régimen de ahora.
También históricamente se ha dicho que el Real Madrid pagaba por favores arbitrales, aunque lo único cierto y probado es que, según las investigaciones de la Guardia Civil y de la Agencia Tributaria, ha sido el Barcelona quien ha estado pagando durante 17 años una cantidad no menor (8,4 millones de €) al Sr. Negreira, vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros.Como decíamos más arriba, puede que el nexo común de Dios, Franco y Santiago Bernabéu (el Real Madrid) sea que todos ellos suscitan sentimientos exacerbados -como manifestaba nuestro protagonista- a favor y en contra y, si bien muchos fieles e incondicionales están absolutamente convencidos y no dejan de defender la causa que han vivido, que han conocido y en la que creen, no es menos cierto que sus detractores también crecen y sus fuerzas se multiplican con argumentos que van dejando de ser objetivos para pasarse al relato, para crear una historia que en muchos casos poco a nada tiene que ver con la realidad, para sumar adeptos ignorantes a la causa.
A veces se echa de menos tener más “exacerbados” como nuestro protagonista de más arriba o gente sin complejos para defender las causas y las verdades, porque los peores enemigos en todas estas batallas ideológicas no son los declarados, sino aquellos acomplejados o timoratos que conociendo la verdad o comulgando con una creencia le compran el relato al enemigo, se arrugan, se niegan a sí mismos y transigen con lo que sea antes de defender sus propios ideales o la verdad que ellos han vivido; no es nuevo: la Biblia no sólo nos habla de Judas, que traicionó a su Maestro por unas monedas, sino que nos narra cómo Pedro negó tres veces a Jesucristo esa misma noche, o como los propios judíos que recibieron al Mesías en loor de multitudes entre palmas un Domingo de Ramos lo condenaron días después…
Con Franco tenemos documentos gráficos de multitudinarias manifestaciones de reconocimiento, cómo era recibido en cualquier lugar al que iba (en agradecimiento por la labor que estaba haciendo después de la postguerra), pruebas gráficas de las muestras de respeto y pesar en su fallecimiento… algo que debió ser un montaje a tenor de la mucha gente que años más tarde jura que lo detestaba y lo combatía.
Con el Real Madrid nos encontramos con que la misma mass media que un día se forraba narrando la épica de del club se ha vendido en los últimos tiempos a intereses espurios creando un relato y un caldo de cultivo que ha calado como lluvia fina en todas las aficiones deportivas (empezando por la propia afición merengue) y ha hecho que aquel club otrora bienvenido y que ha ayudado a todos los equipos de España hoy sea mal recibido, difamado y vilipendiado en muchos campos de España; por cierto: los mismos opinadores que, tertulia a tertulia, no se cansan de criticar al Real Madrid están callados como puertas mientras otros clubes se saltan las normas económicas o protagonizan escándalos deportivos como el pago (demostrado) durante 17 años al vicepresidente del estamento arbitral.
Pero la ausencia de más exacerbados encuentra –por fortuna- compensación en testimonios de terceros que, aunque se declaran neutrales, demuestran una integridad y un profundo respeto por las creencias, inclinaciones políticas y aficiones deportivas de los demás: hay agnósticos que respetan y defienden mucho más los símbolos religiosos que algunos declarados creyentes de misa periódica, como hay personas que en su momento combatieron la dictadura (y fueron perseguidos por ello) y hoy no tienen reparos en reconocer el desarrollo español en aquellos años (o incluso la libertad del tardofranquismo comparada con la de hoy en día); en lo tocante al Real Madrid sólo queda asomarse a testimonios del mundo del fútbol y del deporte en general -especialmente europeo- para encontrar un reconocimiento a la grandeza del club difícilmente imaginable en la vendida prensa patria o en algunos de sus declarados seguidores o incluso exjugadores: los quintacolumnistas de toda la vida.
¿Y qué podemos hacer?
En uno de los capítulos de la misma serie nuestro protagonista se encuentra con otro veterano de su cuerda y dialogan sobre lo que pensaban del pasado y en qué se ha convertido el presente, manifestando algo tan inquietante como que “esta generación ha heredado la crueldad de nuestra guerra, y eso ya no tiene remedio”
El camino sigue, pero lo que una sociedad sana debería fomentar y exigir es un relato aséptico, una libertad que nos permita reconocer y respetar los hechos, condenando los trampantojos y los relatos plagados de falsedades y fabricados as hoc para manipular no sólo competiciones deportivas (como se ha acreditado), sino la historia, los criterios y las conciencias.
Una sociedad sana quizá no debería necesitar exacerbados, pero tengan en cuenta que si estos existen es debido al silencio y los complejos de muchos que, apelando a la moderación o a la prudencia, permiten que “los malos” dominen el discurso: pongamos pie en pared para defender nuestra Fe, nuestra historia y nuestros valores.

Los políticos no son complicados. Solo tienes que averiguar lo que están buscando.