
Uno puede equivocarse. Puede dudar, corregirse, incluso pedir perdón. Lo que no puede hacer —al menos si tiene una mínima noción de lo que es gobernar— es desmantelar lo esencial mientras recita palabras bonitas sobre la tolerancia, el respeto o la unidad. Eso no es política. Es escapismo sentimental. Y Asturias está demasiado cansada para aplaudir más teatro.
Cinco trabajadores murieron en la mina de Cerredo. Cinco. Un golpe seco a una historia ya herida. El gobierno regional reaccionó como suele hacerlo: tarde, torpe y con el gesto impostado de quien finge temblar por dentro. Dimite la consejera Belarmina Díaz, cae una ficha, y el presidente Barbón, en lugar de reforzar lo que queda, decide disolver la Consejería de Industria.
Trocea su cuerpo. Esparce sus funciones entre Ciencia, Movilidad y Educación como si eso fuera eficiencia o visión. No lo es. Es desorientación institucional, vestida de modernidad de escaparate.Y mientras los empresarios se quejan de la lentitud, la burocracia absurda y la falta de energía —literalmente, porque hay cortes de suministro que paralizan fábricas—, el presidente aparece en redes sociales en modo penitente:
“Pido perdón. No estuve a la altura. Me duele. La crispación me preocupa. Quiero que Asturias sea un oasis.”
Un oasis. Con cinco muertos sobre la mesa y una industria en coma.Un oasis, cuando se ha eliminado el único centro operativo capaz de coordinar la política industrial de una región que vive —o debería vivir— de eso mismo.
Perdone, Barbón, que uno no llore con la puesta en escena. Lo de Barbón no es humildad: es la sustitución del coraje político por una estrategia de apaciguamiento emocional. No da explicaciones, ni asume responsabilidades de fondo.
Ofrece compunción, esa forma blanda de pedir absolución sin tocar el hueso del problema.
El daño no es simbólico, es estructural
La industria necesita dirección. Jerarquía. Coordinación. Lógica.¿Y qué tenemos?
- El suelo industrial depende de una consejería.
- La logística, de otra.
- La formación, de una tercera.
La energía —esa que no llega cuando más se necesita—, de otra aún.
¿Quién marca la estrategia? Nadie competente. ¿Quién la acepta? Toda la izquierda, seducida por la poltrona prometida. ¿Quién asume el mando? La nulidad personificada. Así se diluye la responsabilidad. Así se pierde el tiempo.
Y mientras tanto, los inversores miran a otras regiones, porque en Cantabria las cosas avanzan. Porque allí las licencias se conceden en semanas y no en meses. Porque allí no tienen que ir de ventanilla en ventanilla. Las empresas están hartas. Y con razón.
Fuentes del propio sector lo han dicho claro:
“Falta interlocución, falta agilidad.”
Porque este Presidente parece creer que los organigramas se rellenan solos con hashtags. Las leyes que debían facilitar las cosas siguen atrapadas en contradicciones administrativas. El silencio administrativo sigue siendo negativo. Es decir: si la Administración no contesta, se da por rechazada la solicitud. Una empresa pide moverse, crecer, actuar. Y la respuesta es el vacío. El silencio como castigo. El tiempo como castigo. La inacción como método.Y luego está la energía. O mejor dicho: su ausencia.Tres cortes en 2024. El último, cinco horas de apagón para la gran industria asturiana.
El director general de AEGE (Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energia) lo dijo sin rodeos:
“Asturias es el caso más preocupante del país.”
¿Por qué? Porque no hay infraestructura. Porque una empresa puede necesitar más electricidad y no se le puede garantizar. Así de absurdo. Así de grave. Así de real. Pero no busquen una figura responsable. No hay nadie al frente de la política energética con mirada industrial.
Todo va por compartimentos. Uno decide sobre energía. Otro sobre inversiones. Otro sobre logística. Y el resultado es una sinfonía desafinada que nadie dirige.
El Musel y la Zalia: promesas, barro y polvo
El puerto de El Musel debería ser la joya logística del norte. Pero sigue sin accesos definitivos.
- Aboño, nada.
- Jove, menos.
- La Zalia, desierta.
Y mientras tanto, la Unión Europea dice no a la Autopista del Mar porque el puerto no cumple los requisitos básicos de conectividad. ¿Y qué hace el Gobierno? Nada.
Eso sí, nos dice Adrián Barbón que no crispemos el ambiente, que hay que ser amables en el Parlamento, que no levantemos la voz. Y entre amabilidad y flores, ¿aprovechará los cambios para colocar en la Viceconsejería de Industria resultante a alguien afín al nuevo chiringuito resultante de la operación Indra que se cierne sobre Asturias? Las sospechas de esto recorren nuestra región.
La industria se hunde, y con ella el empleo digno
En 2023, el peso de la industria en el PIB cayó.Y va camino de bajar del 20%. Eso no son cifras. Eso es menos empleo con sueldo decente. Menos músculo económico. Menos dignidad laboral. ¿Dónde está la regeneración que prometen? ¿Dónde el impulso industrial? ¿De verdad alguien cree que disolver la Consejería de Industria en nombre de la ciencia es modernizar Asturias?
Un somero listado de industrias asturianas en problemas, sin ánimo de ser exhaustivo y a vuela pluma, incluiría:
O sea, en Asturias:
- Duro Felguera
- Arcelor
- NAVEC (ya cerrada)
- El Zinc
- Imasa
- Hierros Cantón
- Trefilería Moreda (Grupo Celsa)
Asturias no necesita paños calientes. Necesita dirección. Hace falta una Consejería de Industria que unifique todo lo relativo a ella y sea interlocutora directa con las empresas que aún nos quedan y un presidente que coordine y ejecute, que tenga visión y voz exigente en Madrid.
Ni que decir tiene que tal dirigente lo hubo, que tal persona fue apartada por una élite combinada de intereses oscuros. Tal opción llevaba el apellido Álvarez-Cascos. Su frase y principio de comportamiento «La política consiste en hacer previsiones, no en ir a posteriori haciendo arreglos«, es muy necesaria en Asturias hoy más que nunca.
Se necesita una sola estructura, con poder ejecutivo, con capacidad para actuar, con visión de conjunto. Pero es muy importante también que defiendan a Asturias y a su industria, con respeto a la economía de mercado e irrespeto a los manejos sanchistas.
Una que conecte energía, suelo, logística, formación, fiscalidad.
Una que no pida perdón por los modales, sino que actúe con firmeza ante el deterioro del tejido productivo.
Porque lo que se está deshaciendo aquí no es un organigrama.Es la posibilidad de que Asturias tenga futuro más allá del turismo de interior y las subvenciones ocasionales.
No se pide perdón mientras se dinamita el futuro. Se gobierna o se dimite. Sin quejas.
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Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED