
El Papa Francisco ha dejado este mundo con la llegada de la Pascua, la fecha más importante para los cristianos, y recordando a este insigne peregrino no he podido evitar pensar en una conversación mantenida no hace mucho tiempo con un antiguo compañero y colega.
Mi colega me trasladaba algunos problemas que están teniendo con alguna soldadura debido al “soplo magnético” y las soluciones que estaban implementando, entre las que se encontraba el “paso peregrino”.
Pero antes de profundizar en el “paso peregrino”, o en el “soplo magnético”, y para llegar a un mayor número de lectores, aclaremos que vamos a hablar de soldadura por fusión de metales, cuyo concepto básico y principal (como nos insistía y reiteraba mi admirado profesor Matías Antuña) es que no se trata de un pegamento, sino de una continuidad: de una manera somera podríamos describir la soldadura por arco eléctrico como el proceso de unión de dos metales mediante la aplicación de un intenso calor que provoca su fusión (con o sin metal de relleno o aporte).
El circuito de soldadura consta de una fuente alimentación que se conecta mediante un cable a la pieza a soldar y mediante otro cable a una pinza o porta-electrodos; cuando el electrodo se aproxima a la pieza de trabajo se crea un arco eléctrico, una corriente eléctrica que fluye entre dos electrodos a través de un gas ionizado, capaz de producir una alta temperatura que fundirá el propio electrodo y el metal base, creando un caldo que irá solidificándose a medida que movamos el electrodo y nos vayamos separando de esa zona, y creando lo que consideramos un enlace de fusión.
De una manera simple tenemos ya descrito el proceso de soldadura y tenemos nuestro arco con nuestra corriente a través de un gas ionizado:
Volviendo al inicio del artículo, recordemos que mi colega tenía problemas con la soldadura y el “soplo magnético”: ¿saben lo que es? El soplo magnético es la interferencia de un campo magnético en el arco eléctrico que produce una desviación de este último y -consecuentemente- provoca una dificultad para ejecutar la soldadura que suele concluir en una serie de defectos en la unión soldada.
¿Y en qué momento ha llegado un campo magnético a nuestro arco eléctrico?
Hay determinados metales que son sensibles a la magnetización, y en este asunto -en mi campo profesional- vamos acumulando una vasta experiencia: los tanques de almacenamiento de GNL se fabrican con un acero con un alto contenido en níquel (9%Ni) debido a sus excelentes propiedades a baja temperatura, pero que –a la vez- tiene una gran sensibilidad y susceptibilidad para la retención de un magnetismo residual que, aunque parezca poca cosa, es suficiente para afectar a la soldadura por arco eléctrico.
Cuando se trabaja con este tipo de aceros siempre preferible poner medidas de prevención para evitar la magnetización del material antes que tener que buscar soluciones para soldar metales afectados por un campo magnético; nuestras medidas pasan por controles exhaustivos que garanticen que el magnetismo residual en cada chapa no llega a 50 Gauss a lo largo de la cadena productiva: en el momento de la expedición desde acería, a la llegada al taller de transformación, antes de la expedición para obra, etc.
En el transporte (siempre por carretera) también conviene establecer unas instrucciones precisas que alerten sobre manipulaciones intermedias o estacionamientos prolongados cerca de líneas de alta tensión.
Por último, en las factorías de transformación debemos asegurar que nuestras chapas se almacenan lejos de electroimanes, que la manipulación de las chapas se hace sin medios magnéticos y que el propio proceso productivo no carga magnéticamente las chapas.
Si una chapa adquiriera accidentalmente magnetismo residual existen algunas técnicas para eliminarlo, pero cuando el problema aparece en una obra con las chapas ya listas para montar, o armadas y a la hora de ejecutar la soldadura… estas posibles soluciones se van cayendo por su propia inviabilidad, quedando prácticamente reducidas a soldar con corriente alterna (en lugar de corriente continua), reducir el aporte de energía en el proceso, probar con distintas ubicaciones de los cables de masa o con algunas secuencias y técnicas de soldeo… entre las que podríamos encontrar el “paso peregrino”.
El paso peregrino es una técnica que a mí siempre me ha recordado al cocido maragato: empezamos por el final y vamos avanzando hasta llegar al principio y completar la soldadura.
Si tenemos una unión que va de A a B, el paso peregrino consiste en segmentarla e ir soldando los diferentes tramos de manera alterna, de tal forma que la soldadura de cada uno acabe donde empezó el anterior, y siempre siguiendo la dirección de B hacia A: la dirección de soldadura en cada segmento avanza en una dirección mientras que la progresión de la soldadura en toda la unión es a la inversa:

En el gráfico anterior observamos que el primer cordón de la secuencia iría del punto 1 al punto A, luego haríamos un segundo cordón iría del punto 2 al punto 1, después un tercer cordón del punto 3 al punto 2… y así sucesivamente hasta llegar al punto B y completar la soldadura de la unión: nuestra soldadura, tramo a tramo, avanza en una dirección contraria a la progresión de la unión.
Con esta técnica se minimizan las tensiones en los componentes soldados, tenemos un mayor control en la dilatación (expansión y contracción) de los metales base, se consigue una mejor penetración y se reducen los defectos en la unión soldada.
Los principales inconvenientes de esta técnica son que requiere de una mayor habilidad por parte de los soldadores y un mayor tiempo para completar el trabajo.
Desconozco quién y por qué motivo denominó en español “paso peregrino” a esta técnica, porque en inglés se denomina “backstep welding” (un término que describe de una manera certera la técnica); según el diccionario, tal vez la acepción que mejor se identifique con la semántica del término sea “extraño, especial, raro o pocas veces visto”, aunque también podría encajar como el adjetivo que se emplea para algunas aves “que pasa de un lugar a otro”.
Supongo que no tendrá nada que ver, pero quien alguna vez ha peregrinado sabe que el paso le hace despejar, ordenarse, liberar tensiones y encontrar el camino, aunque a veces el sendero no sea el más ortodoxo.

Licenciado en Filología Española (Literatura)
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