
En Cerredo, bajo toneladas de tierra, yacen cinco trabajadores. Sus familias no tienen grupo parlamentario, ni asesores, ni portavoces. Solo tienen memoria y rabia. Lo mínimo que merecen es una investigación libre de hipocresías.
Hay algo particularmente despreciable en el modo en que los partidos de izquierda entienden la lealtad a los trabajadores: en cuanto estos mueren, los olvidan con una celeridad que ni siquiera la prensa puede igualar.
Hace años, el PSOE e IU clamaban en cada mitin con el puño cerrado por la clase obrera. Hoy, cuando cinco mineros han muerto sepultados bajo toneladas de responsabilidad política, los mismos socialistas se empeñan en hablar de lo que llaman “la amenaza de la extrema derecha”. Y no de carbón, negligencia o sangre.
La comisión parlamentaria que se va a constituir en la Junta General del Principado para investigar el accidente minero de Cerredo ha devenido en un esperpento. El PSOE e IU, lejos de tratar de esclarecer lo sucedido y honrar la memoria de los fallecidos, han transformado la presidencia del órgano en una escaramuza partidista. Pretenden vetar a Covadonga Tomé —diputada del Grupo Mixto que activó la comisión pese al rechazo del Gobierno— simplemente porque podría recibir el apoyo de Vox.
Una muestra más de que algunos temen más a perder el control del relato que a que se repita una tragedia como la del 31 de marzo.
Una izquierda que entierra obreros y levanta cortinas de humo
El movimiento sindical siempre tuvo dos clases de militantes: los que llevaban el casco y los que llevaban el pin. En Asturias, esa distinción es más nítida que nunca. Mientras en Cerredo aún se llora la pérdida de cinco trabajadores, los diputados de IU y del PSOE se permiten el lujo de despreciar una comisión que no controlan. Rechazaron inicialmente su creación y, ahora que saben que funcionará, maniobran para colocar como presidenta a Delia Campomanes, figura dócil de Convocatoria, en lo que sólo puede leerse como una forma encubierta de amnistía política. No hay indignación real. No hay urgencia por saber qué falló. Sólo hay miedo a que una comisión dirigida por alguien ajeno al bloque gubernamental se atreva a señalar con nombres y apellidos a los responsables del accidente. El grito de ”¡cuidado con la extrema derecha!” suena hueco, cobarde y funcional. ¿Desde cuándo es más importante blindarse políticamente que exigir justicia para cinco mineros que no volverán con el reparto de sillones?
Quienes bloquean a Tomé no lo hacen por convicción ideológica, sino por cálculo presupuestario.
Temen perder los votos necesarios para aprobar sus leyes, sus subvenciones, sus campañas institucionales.
La izquierda institucional ha dejado de ser la pretendida voz del obrero para convertirse en la descarada voz de su propia nómina.
Tomé: integridad probable, mejor que obediencia segura
Lo razonable, lo digno y lo estratégico sería que Covadonga Tomé presidiera la comisión.
No solo fue ella quien la impulsó contra viento y mareas; también es, con todas las reservas del caso, la que ofrece mayores garantías de independencia respecto al ejecutivo dada la aritmética parlamentaria actual. No lo óptimo, sino lo “minimax”. Lo demás son ficciones.
Desde el Grupo Mixto, Tomé ha mostrado bastante coherencia y, ¿quién lo duda?, valentía. Ha soportado los ataques de quienes se creen dueños del monopolio moral de la izquierda. Ha recordado su contribución a los dos últimos presupuestos gubernamentales. Nada loable dado lo inadecuado de tales cuentas, pero que deja sin argumentos a la izquierda que la rechaza.
Y ha señalado con claridad lo obvio: el Gobierno necesita su voto para casi todo, pero no ha tenido ni la elegancia de hablar con ella antes de ningunearla.
“Fui huérfana con 12 años”, dijo. No como gesto melodramático, sino como respuesta al ataque personal de Xabel Vegas, portavoz de Convocatoria, que la tachó de oportunista sin otro argumento que su independencia.
Y sí, Vox debería votar a favor de Tomé. Porque si quiere de verdad conocer la verdad —y no solo utilizar la comisión como arma arrojadiza—, debe apostar por facilitar la constitución de la comisión de investigación sin más demora.
Que hay diferencias ideológicas entre ellos es evidente. Pero el respeto a los muertos no entiende de ideologías.
Como bien dijo Tomé:
“Si dicen que soy la menos mala, me quedo con eso”.
Dado esto, por el lado del PSOE-IU, no les queda más que aceptar a Tomé y ver si la pueden manipular en el curso de los trabajos de la comisión. Si no, será el PP quien presida.
Cerredo: cinco muertos y una historia que exige justicia

El 31 de marzo, cinco trabajadores perdieron la vida en Cerredo. Murieron trabajando, en condiciones que ahora sabemos que estaban siendo denunciadas por la empresa Promming —vinculada a Victorino Alonso— días antes del accidente.
La documentación llegó al Instituto de Transición Justa y a la Dirección de Minas, y la pelota quedó en el tejado de Blue Solving, empresa subvencionada para actividades ajenas a la extracción de carbón pero que, según denuncias, sí lo estaba extrayendo.
El escándalo es doble: por un lado, la posible extracción ilegal de 60.000 toneladas de carbón en un entorno prohibido por la normativa medioambiental y excluido de las ayudas públicas.
Por otro, la pasividad de una administración que recibió avisos formales antes del accidente y no actuó con la diligencia exigible. La ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha insistido en que las subvenciones no se abonaron. Pero la verdad es que estaban aprobadas, y que la planta de valorización de escombros servía de pantalla para una actividad minera con rostro político. El rostro del descontrol. El rostro de las puertas giratorias.
Cinco muertos. Y todavía hay diputados debatiendo quién votó a quién y quién puede votar con Vox.
Una presidencia legítima o una comisión inútil
La decisión es sencilla: o se preserva la legitimidad de la comisión permitiendo que la presida quien la activó, o se transforma en un teatro de sombras donde todo está decidido antes de empezar.
El PP lo ha dicho con claridad: no apoyará a ningún candidato del PSOE o de IU, porque no creen en esta comisión. Foro, por su parte, ha ja dicho lo mismo que el PP (para qué pensar). La clave, por tanto, la tiene Vox. Si Vox se abstiene o respalda a Tomé, habrá investigación.
Si no, puede abrirse un camino alternativo: una presidencia compartida entre PP y Foro. Pero esa vía ya huele a pacto de laboratorio. La presidencia de Tomé no es una garantía absoluta de imparcialidad, pero lo es mucho más que la obediencia de Campomanes a quienes no quisieron siquiera investigar.
ENLACES RELACIONADOS:
1. «La derecha optaría a liderar la comisión de Cerredo si solo así veta a Campomanes» – La Nueva España. https://www.lne.es/asturias/2025/05/09/derecha-optaria-liderar-comision-cerredo-117187730.html
2. «El Parlamento de Asturias creará el 15 de mayo la comisión de investigación por el accidente de la mina de Cerredo» – elDiario.es
3. «La comisión sobre el accidente de Cerredo arranca el 15 de mayo» — EFE.
https://efe.com/principado-de-asturias/2025-05-07/comision-accidente-cerredo-arranca-15-mayo/

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED