
Foto de portada: El expresidente del Gobierno y ex secretario general del PSOE, Rodríguez Zapatero, está de actualidad por su supuesta e indiciaria relación con la trama de corrupción que afecta a su partido y sus vinculaciones e intereses con el régimen de Maduro. Este formidable artículo de Antonio Ledezma aborda tanto la ingenuidad europea ante tal régimen como las realidades más escabrosas del mismo
La crisis venezolana, un drama humano de proporciones épicas, ha sido objeto de más de 16 diálogos internacionales en los últimos años, todos con el supuesto propósito de encontrar soluciones.
Sin embargo, estos procesos, desde los más recientes en México y Barbados hasta los anteriores, han terminado en una amarga decepción, convertidos en una burla orquestada por el régimen de Nicolás Maduro en connivencia con enclaves internacionales que se prestan a tales jugarretas.
Estos “diálogos”, lejos de avanzar hacia una transición democrática, han servido como cortinas de humo para que el régimen gane tiempo, consolide su poder y desarrolle un feroz terrorismo de Estado.

El Reino de Noruega, facilitador en los encuentros de México y Barbados, ha asumido una postura autocrítica al admitir que Maduro no jugó limpio. Esta confesión, aunque valiosa, llega tarde. Los acuerdos firmados en esos espacios fueron violados sistemáticamente por el régimen, que utilizó las negociaciones para simular apertura mientras intensificaba la represión, el control social y la destrucción institucional.
Los esfuerzos del Grupo de Lima, que en su momento representaron una esperanza para coordinar una presión internacional efectiva, se desvanecieron en medio de la desilusión, debilitados por la falta de acción concreta y la incoherencia de algunos actores regionales.
Particularmente decepcionantes han sido las posturas de los gobiernos de México, Brasil y Colombia, quienes, en lugar de exigir el cumplimiento de los acuerdos, se han limitado a pedir la publicación de actas electorales, sabiendo que Maduro jamás lo haría.
Estas escenificaciones de distracción no solo han diluido la presión internacional, sino que han dado oxígeno a un régimen que se sostiene mediante la opresión y las alianzas con actores oscuros en el tablero geopolítico.
Amistades Peligrosas: El Eje Maduro-Irán y el Crimen Organizado
Las alianzas de Maduro con regímenes como el de Irán, enemigo declarado de Occidente y especialmente de Estados Unidos, representan una amenaza no solo para Venezuela, sino para la estabilidad regional.

No es descabellado sospechar que los cálculos geopolíticos de Teherán contemplan la posibilidad de establecer bases militares en territorio venezolano. La ventaja estratégica de lanzar misiles desde Venezuela, en lugar de hacerlo desde Irán, es evidente: mayor cercanía a objetivos occidentales y menor exposición directa para el régimen iraní.
Estas «amistades peligrosas» no se limitan a acuerdos militares o políticos. Según denuncias de la ministra argentina Patricia Bullrich, el régimen venezolano facilita documentos de identidad a miembros de grupos terroristas, incluyendo a los denominados «lobos solitarios», desde entidades de identificación en Venezuela y la embajada venezolana en La Habana.
Esta práctica evidencia una colaboración activa con redes que buscan desestabilizar democracias a través de la guerra asimétrica, un modelo que apunta a generar el caos como escenario propicio para ejecutar sus planes inconfesables.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana “expresa su mensaje de solidaridad al gobierno de la República Islámica de Irán, a la vez que transmite sus palabras de condolencias a su pueblo y a los mártires, que fenecieron durante el vil ataque perpetrado a traición por el estado de Israel, en violación flagrante a todas las normas y tratados internacionales”
Así lo manifestó el General Hernández Lárez, el militar aliado del dictador Maduro, en sus redes sociales, al mismo tiempo que exhibía una galería de fotografías que daban cuenta de ese encuentro.
Las imágenes, mostradas por el militar afecto a la dictadura, acompañado de un buen puñado de otros altos oficiales que forman parte de la elite madurista que asume la represión política en Venezuela, buscan banalizar la verdadera significación de esos vínculos.
Pero el solo hecho de que esas palabras de “pesame” las transmita un militar y no un vocero diplomático habla por sí solo. La verdad es que no es ninguna confidencia que la Fuerza Militar Venezolana se vale del apoyo de la capacitación iraní para replicar modelos de drones como el ANSU-100 (Mohajer-2), el ANSU-600 (Mohajer-6) y el ZAMORA V-1 (Shahed-131).
Esta afirmación que escribo se fundamenta en crónicas emitidas por la agencia de noticias Infobae, puntualizando que “Irán ha establecido una base de desarrollo de drones en la base aérea El Libertador, en Venezuela, donde también se llevan a cabo entrenamientos para personal militar venezolano”.
La noticia más reciente es que a nuestro territorio venezolano han comenzado a llegar decenas de figuras relevantes del estamento político iranie que tienen nuestro espacio como una guarida en la que se resguardan.

El régimen de Maduro también ha consolidado alianzas con el crimen organizado transnacional. En el eje del Catatumbo, en la frontera colombo-venezolana, se tejen redes de narcotráfico que alimentan las arcas del régimen y sus aliados. En esa zona equivalente a más de 12 mil km2 se siembran más de 54 mil hectáreas de hoja de coca y sacan un promedio de 8 cosechas por año.
Estas operaciones, lejos de ser meras actividades delictivas, aunadas a la explotación irregular de oro en el Arco Minero, forman parte de una estrategia deliberada para financiar la maquinaria represiva y mantener el control con métodos antidemocráticos.
Los datos que circulan de las operaciones de lavado de dinero provenientes del diabólico negocio del narcotráfico, que involucran a ejes articulados con el terrorismo internacional, así como la extracción de uranio enriquecido, son suficientes para despertar alarmas que no tienen nada de “cuentos chinos”.
Los recientes casos de sicariatos en Ecuador y Colombia, más el robo de las elecciones ganadas ampliamente por Edmundo Gonzalez y María Corina Machado en Venezuela, son solo la punta del iceberg de un modelo que combina el terrorismo de Estado con el crimen organizado, fomentando un clima de inestabilidad en la región.
Los más de 16 diálogos han demostrado que negociar con Maduro es un ejercicio fútil.
Cada mesa de negociación ha sido una oportunidad para que el régimen refuerce su narrativa de víctima mientras continúa desmantelando las instituciones democráticas, cooptando el poder judicial, militar y mediático, escenificando farsas electorales, ejercitando amagos belicistas con Guyana y profundizando la crisis humanitaria con su correlativa gigantesca ola migratoria.
La comunidad internacional debe abandonar la ilusión de que el diálogo, en las condiciones actuales, puede conducir a una solución.
Es imperativo que los esfuerzos se centren en acciones concretas: sanciones más efectivas, presión coordinada contra las redes financieras del régimen y un rechazo contundente a sus aliados internacionales, tanto estatales como no estatales.
La denuncia de las conexiones con la Cuba castrista; la narcobrujeria de los Ortega-Murillo; con Irán; con Rusia y el narcotráfico y el crimen organizado debe traducirse en medidas que corten de raíz estas alianzas peligrosas.
La lucha por la libertad de Venezuela no puede seguir siendo rehén de diálogos estériles ni de las ambigüedades de algunos líderes regionales.
La comunidad internacional debe asumir su responsabilidad y actuar con determinación para apoyar al pueblo venezolano en su búsqueda de justicia, democracia y dignidad.
Las amistades peligrosas de Maduro no solo amenazan a Venezuela, sino a todo el hemisferio. Es hora de poner fin a esta burla y enfrentar la realidad con valentía
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Antonio José Ledezma Díaz (San Juan de los Morros, 1 de mayo de 1955) es un político y abogado venezolano, destacado opositor al régimen de Nicolas Maduro. Actualmente exiliado político en España. Fue el alcalde mayor del Distrito Metropolitano de Caracas hasta 2015, cuando fue sustituido por Helen Fernández.También se ha desempeñado como alcalde del municipio Libertador de Caracas en dos ocasiones y gobernador del antiguo Distrito Federal. Fue dos veces Diputado del extinto Congreso Nacional de Venezuela (actual Asamblea Nacional) desde 1984 y fue elegido Senador de la República en 1994, siendo la persona más joven en ser elegida para ese cargo.