Sí, es cierto: yo provengo de la EFEPÉ. ¿Y qué?
Cuando acabé la extinta EGB, me indicaron que mi tendencia eran las letras, así que me aconsejaban estudiar periodismo.
E hice justo lo contrario, convirtiéndome en un rara avis: me decanté por la EFEPÉ, absolutamente añorada por esta misma sociedad que antaño la denostaba. En las últimas décadas, la población ha ido optando por carreras universitarias, dejando de lado la EFEPÉ y, de esta manera:
- Seguramente, tengamos actualmente uno de los mayores índices de titulados universitarios por habitante.
- Los oficiales escasean, los aprendices no existen y el itinerario formativo dista de ser plenamente adecuado al entorno profesional actual.
- Hay infinidad de puestos de trabajo que requieren una cualificación profesional no universitaria, y aquella persona que, por sus condiciones innatas hacia un oficio, no estudiara una carrera, seguramente encontraría trabajo antes.
Una empresa debe asemejarse a una tribu india, donde hay un jefe, un consejo de ancianos y muchos indios, agrupados por gremios de forma natural. Quizá sea interesante empezar estudiando el oficio de indio y luego ir ascendiendo en el escalafón.
A título personal, seguramente haber hecho EFEPÉ me ayudó en su momento a saber que una fresadora es una máquina, además de una persona que recoge fresas. Y haber usado la primera.
Y que una radial es algo más que la circunvalación de una ciudad.
O que un ajustador con una lima tarda infinitamente más en cepillar una costura de soldadura que otra persona —ajustador o no— con una radial.
Y un sinfín de sinsentidos que he visto a lo largo de mi vida profesional y que aún muchos titulados, incluso en puestos de relevancia, no son capaces de discernir. Pero ojo, opinan hasta la extenuación sobre buenas prácticas y rendimientos.
Finalmente, ahora mismo estamos hablando con denodado entusiasmo de la carencia de personal ducho en oficios, e inmersos en disquisiciones y largos debates sobre maestría, oficialía, EFEPÉ, grados, formación ocupacional, escuelas de aprendices, planes FIP, universidades laborales, contratos de formación, de aprendizaje, en prácticas, etc.
A ver si, a lo largo de los años, la supuesta formación profesional se ha convertido en “malformación” o, incluso, “deformación” profesional.
Tal y como está el mercado de trabajo,
- ¿no habrá alguna fórmula más fácil para solucionar esto, y siempre enarbolando la bandera del sentido común?
- ¿Quizá que quienes dirimen sobre el devenir de la sociedad estén duchos en la materia a debatir?
- ¿Quizá orientando la solución a dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos (empleabilidad) y de las empresas (competitividad)?
Sugerencia: hay que mejorar la vinculación escuela-empresa y ampliar las estancias formativas del alumnado. La EFEPÉ dual puede ser una buena herramienta, pero debe comprometer también a todas las partes.
Consultor empresarial.
Germánico en organización, perseverante en las metas, pragmático en soluciones y latino en la vida personal.
¿Y por qué no?