
Uno de los grandes trucos del poder cuando no hay dirección política es recurrir a la técnica.
El gobierno de Adrián Barbón lleva años perfeccionando ese arte: revestir la debilidad de liderazgo con el ropaje del perfil solvente, del gestor experimentado, del funcionario competente.
La salida de Lydia Espina de la Consejería de Educación tras una huelga prolongada y corrosiva no desembocó, como sería esperable, en un giro político o en un liderazgo renovado, sino en una nueva apuesta por la tecnocracia con rostro humano: Eva Ledo.
Una vez más, Barbón elige a alguien que “conoce la casa”, como si conocer el edificio garantizase tener un proyecto.
El mensaje implícito es claro:
- -no habrá rectificación política,
- -no habrá debate público sobre hacia dónde va la educación asturiana,
- -no habrá visión.
Habrá simple gestión de materiales desgastados.
Una gestión que llega tarde, condicionada por un acuerdo cerrado deprisa y mal para detener el desgaste del gobierno en mitad de un curso incendiado.
Un acuerdo –con la reducción de horas lectivas como medida estrella– que contentó lo justo a los sindicatos y esquivó las reformas estructurales que pedían los docentes con pancartas en la calle:
-inversión real,
–revisión curricular,
–dignificación de la autoridad del profesorado,
-defensa de los niveles educativos.
El marco, no el método
Aquí es donde el perfil técnico de Eva Ledo, tan elogiado por medios y sindicatos, se convierte en parte del problema. Porque podrá saber gestionar, y nadie discute que tiene bagaje, pero le toca ejecutar un acuerdo que parte de un error de origen: confundir la desmovilización con la solución, y la cesión táctica con la mejora del sistema.
No se trata solo de recursos –aunque los 45 millones comprometidos queden muy por debajo de lo que exigía un rescate estructural de la enseñanza pública–, sino del marco general: se gobierna desde la urgencia, sin ambición y sin guion.
Ledo no tiene que hacer política: tiene que administrar las consecuencias de no hacerla.Y esa es la paradoja.
Su historial, lejos de garantizar un giro, anticipa continuidad
Durante su etapa en el Ministerio de Educación, bajo la batuta de Pilar Alegría, fue subdirectora general de Programas y Gestión, con un trabajo centrado sobre todo en el desarrollo de la Formación Profesional.
Coordinó cursos de especialización, empujó proyectos de innovación como el robot HIGIA para la asistencia a mayores, y mantuvo líneas de colaboración con centros de excelencia en FP.
Sería injusto no reconocer esfuerzo y capacidad en esa labor. Pero no lo sería señalar que todo eso ocurrió bajo el mismo paraguas ideológico que hoy desnaturaliza la educación española:
- -la bajada sistemática del nivel,
- -el igualitarismo mal entendido, el desprecio por la excelencia,
- -la confusión entre escuela y activismo.
Ledo, con su perfil discreto y competente, no desentonó en ese clima. No lo denunció. Lo asumió. Su trabajo técnico fue útil a una deriva política que rebajó exigencias, disolvió el mérito en palabrería inclusiva, e impuso una reforma curricular, la LOMLOE, que vacía de sentido el aprendizaje y convierte la evaluación en una formalidad.
En ese sentido, más que técnica, Ledo ha sido funcional. Y eso debería preocuparnos.
La concertada como víctima estructural
En sus primeras intervenciones indirectas tras ser nombrada, Ledo ha reafirmado su compromiso con la enseñanza pública. Natural en quien viene del aparato educativo del PSOE.
Pero, en el contexto asturiano, ese compromiso no se traduce en mejoras sustantivas, sino en una militancia burocrática: reforzar la red pública como símbolo, no como excelencia.
En paralelo, seguir marginando a la concertada. Ya lo hizo su antecesora: ninguneo presupuestario, equiparaciones bloqueadas, y silencio ante los docentes de esos centros. Ledo no ha dicho una palabra en otra dirección. Y no es probable que lo haga.Porque su perfil garantiza continuidad, no coraje.
Y sin liderazgo político desde la presidencia, la técnica solo puede obedecer o dimitir.
Las escuelines como espejo
Una parte del expediente que más se le reconoce a Ledo es su implicación en el proyecto de integración de la red de escuelas de 0 a 3 años –las famosas escuelines– bajo gestión autonómica.
Ella misma fue, años atrás, directora general del área y conocía el terreno. La idea era ofrecer educación infantil gratuita desde los primeros años sin contar con la amplia red privada y pública ya existente.
Su implementación ha sido caótica. Falta de diálogo con las trabajadoras, opacidad con los ayuntamientos, problemas de financiación. Es el día de hoy que las trabajadoras de estos centros siguen presentando demandas tras quedar fuera del acuerdo.
Si hay una lección que Ledo debe tener presente es esa: que la técnica sin respaldo político es inoperante. Que cuando el criterio técnico choca con el oportunismo o la escasez presupuestaria, la opción digna es irse. Y que gobernar no es aplicar lo posible, sino redefinir lo posible.
En esa clave puede leerse su futuro.
-Si la red de escuelines vuelve a estar en tensión
-si la aplicación del acuerdo con los sindicatos se convierte en un callejón sin salida
-si la enseñanza pública no mejora
-y la concertada sigue orillada,
Ledo tendrá que elegir entre ser la cara amable de un fracaso anunciado o la profesional que se planta y abandona.
Una cronología sin sorpresa
Junio de 2025:
Lydia Espina dimite tras una huelga que duró más de un mes.
Días después:
Se firma un preacuerdo con los sindicatos para desconvocar la huelga.
11 de junio:
Barbón anuncia el nombramiento de Eva Ledo.
16 de junio:
Toma de posesión y entrada en el escenario.
Todo rápido, todo frío. Como quien remienda una costura con hilo invisible. Ledo no fue elegida para cambiar el guion, sino para que no se note la costura.
Epílogo sin final
Si la educación asturiana necesita algo es política. Proyecto. Sentido. Una directriz que no se limite a la conciliación sindical ni a la contabilidad presupuestaria. Eva Ledo, con toda su experiencia, con toda su habilidad para gestionar la casa, no es esa política. No lo pretende. No la han nombrado para eso.
Y ese es el problema. No ella. El marco. La idea de que gobernar es cubrir agujeros sin levantar la vista. La falta de ambición que convierte la educación en una carpeta y al consejero, en un jefe de negociado.
Tal vez, si alguna vez decide decir “hasta aquí”, Eva Ledo descubra que el mayor gesto político que puede hacer una técnica es negarse a ser cómplice de una política que no existe.
ENLACES RELACIONADOS:
1.Eva Ledo, nueva consejera de Educación del Principado de Asturias
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https://cadenaser.com/asturias/2025/06/11/eva-ledo-nueva-consejera-de-educacion-radio-asturias/
2. Las educadoras de escuelas de 0 a 3 años presionan al Gobierno de Asturias con una huelga y concentraciones
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3. La educación concertada de Asturias se moviliza y amplía el espectro de frentes del Gobierno de Barbón
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https://www.eldiario.es/asturias/educacion-concertada-asturias-moviliza-amplia-espectro-frentes-gobierno-barbon_1_12361131.html

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED