
Hay heridas que no cierran porque fueron hechas con premeditación y alevosía, y porque quien las causó jamás pidió perdón.
Aquel 13 de julio de 1997, a Miguel Ángel Blanco lo mataron dos veces: una con un disparo en la nuca; la otra, con el silencio que lo ha ido envolviendo desde entonces.
El joven concejal del Partido Popular en Ermua fue secuestrado por ETA, ejecutado tras un chantaje imposible al Estado, y convertido en símbolo de una sociedad que se levantó por un instante… para luego rendirse durante años.
Fue el crimen que rompió el miedo. Y, sin embargo, ese miedo terminó por desbordarlo todo.
Pero Blanco no fue el primero.
-Antes que él, Gregorio Ordóñez, por proyectarse como ganador en el Ayuntamiento de San Sebastián, también del PP, fue asesinado en mientras almorzaba con la incorruptible María Sangil. Era una figura incómoda para los etarras: valiente, directo, sin complejos. Lo mataron a plena luz del día, como se mata a quien se teme.
–Enrique Múgica, socialista y exministro, fue otro de sus objetivos constantes. No pudieron con él, pero sí con su hermano, Fernando, asesinado en 1996.
Como ellos, cayeron centenares:
- -21 muertos en Hipercor,
- 11 en la casa cuartel de Zaragoza,
- 12 en la T-4 de Barajas.
Porque ETA también practicó la masacre. No le bastaba el tiro preciso: necesitaba el estruendo.
Pero más allá de las víctimas contadas con nombre, hubo un crimen difuso pero masivo: el miedo. Y otro, la negación del mismo miedo.
Durante décadas, el País Vasco vivió bajo el yugo de un poder paralelo. Callar, marcharse, mirar a otro lado. El terror como sistema. No se trataba solo de matar: se trataba de someter. El terror como pedagogo social: enseña quién manda, a quién se puede señalar, quién no debe hablar. Y aprendimos. En Euskadi, en Navarra, en toda España.
Nos enseñaron que el miedo podía reescribir la convivencia, y lo lograron porque llegamos a creer que el miedo dejaría de existir así.
El resultado fue una democracia mutilada, que aceptaba el chantaje como forma de negociación fruto del miedo al miedo, ese que nos lleva a la paz de dejar de sentirlo a costa de rendirse.

Aquel orden criminal empezó a tambalear con el gobierno de José María Aznar, que comprendió que el Estado no podía pactar con quien ponía bombas.
Fueron años de avances policiales, cooperación internacional, detenciones, presión jurídica. Aznar, con coraje, ilegalizó Batasuna y cercó a ETA no sólo con policías, sino con leyes.
Le arrebató los portavoces, los símbolos, la financiación, la complicidad. Por primera vez, los asesinos tuvieron que esconderse sin saber si sus amigos también serían detenidos.
Cuando todo cambió
Pero llegó el 11 de marzo de 2004, y con él, el desconcierto. Aquel atentado masivo en los trenes de Madrid, con 193 muertos, cambió el signo de las elecciones tres días después. Nadie puede afirmar con certeza todo lo que ocurrió. La autoría sigue sin esclarecerse de forma definitiva, y la versión oficial nunca convenció del todo.
Lo que sí sabemos es que truncó el camino de un gobierno que estaba acorralando a ETA y que aún tenía una más que probable legislatura por delante para culminar la derrota. El miedo volvió a imponerse, pero esta vez disfrazado de “cambio”.
Desde entonces, los gobiernos de Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez han reinterpretado el legado del terror. Lo han convertido en moneda de cambio.
–Zapatero fue el primero que se sentó a “dialogar” con ETA, cuando aún mataba. Dio entrada a su mundo político, reconstruyó la legalidad para blanquear lo que Aznar había desactivado.
-Luego, Sánchez, sin necesidad de bombas, ha entregado cada una de las piezas del tablero a quienes se nutrieron del terror: amnistías simbólicas, beneficios penitenciarios, financiación singular, pactos con EH Bildu, y más recientemente, con ERC y Junts.
A los herederos del chantaje, les concede lo que el chantaje no logró en su momento.
Una paz sin justicia, sin memoria, sin dignidad. Lo llaman convivencia. Pero es claudicación ante el sentimiento de miedo transmutado en sensación de paz.
Epílogo
Esta es la historia de una democracia que confundió el final de las balas con el fin del problema. Que aceptó la presencia de los herederos de ETA en las instituciones como si fuera una evolución natural, cuando en realidad es el fruto podrido de no haber concluido la tarea iniciada.

Aznar sí tuvo un alma clara frente al terrorismo. Pero luego, Rajoy, en sus ocho años, prefirió mirar hacia otro lado. No derogó lo que Zapatero dejó; no combatió lo que crecía en silencio.
Y así llegamos a hoy: con Bildu siendo clave de gobierno, con un PSOE entregado al nacionalismo más voraz, y con un PP que transmite aún la sensación de que sigue dudando entre confrontar o contemporizar.
La verdadera historia de nuestra democracia no puede contarse sin estas sombras. ETA no ganó con las armas, pero ha condicionado como pocos el presente político de España.
Hoy se legisla en función de lo que el terror dejó como herencia. Y quien olvide eso, no ha entendido nada. Ni del pasado. Ni del porvenir.
ENLACES RELACIONADOS:
1. Historia de ETA (Wikipedia). Euskadi Ta Askatasuna
Entrada completa de Wikipedia sobre la organización terrorista ETA. Recoge su origen en el nacionalismo vasco radical, su evolución ideológica, los principales atentados, escisiones internas, relación con el entorno político de la izquierda abertzale, y su disolución en 2018.
https://es.wikipedia.org/wiki/Euskadi_Ta_Askatasuna
2. Ilegalización de Batasuna bajo el gobierno de Aznar: El Tribunal Supremo ilegaliza Batasuna por ser «parte del entramado» de ETA
Noticia publicada por El País el 27 de marzo de 2003. Explica cómo el Tribunal Supremo, a petición del Gobierno de Aznar y bajo la Ley de Partidos, declaró ilegal a Batasuna al considerarla parte orgánica del entorno de ETA, lo que supuso un golpe estratégico al entramado político del terrorismo.
https://elpais.com/diario/2003/03/28/espana/1048806012_850215.html
3. Advertencia de Mayor Oreja al PP sobre pactos con socios de Sánchez: Mayor Oreja advierte al PP: “Es un error creer que se podrá pactar con partidos socios de Sánchez”
En este artículo de Libertad Digital del 10 de abril de 2025, Jaime Mayor Oreja alerta al Partido Popular sobre el peligro de normalizar acuerdos con fuerzas como EH Bildu o ERC, a las que considera parte del “frente popular” articulado por Pedro Sánchez, y denuncia la deriva rupturista del proyecto del PSOE.

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED