
En la política, como en la ópera, hay voces que suenan más allá del libreto.
Y en el PSOE de estos días —entre el hedor de la corrupción, las brasas de la financiación catalana y el desconcierto estratégico de un Gobierno fatigado— dos voces destacan con claridad y contraste.
No por alzar el tono, sino por lo que dicen desde donde lo dicen. Emiliano García-Page y Adrián Barbón, presidentes de Castilla-La Mancha y Asturias, han trazado en las últimas semanas no sólo diferencias de estilo, sino caminos divergentes en la forma de entender el socialismo y su lugar en esta España desconcertada.
I. La fractura de lo singular
El epicentro del último temblor interno ha sido el anunciado acuerdo de “financiación singular” con Cataluña. La singularidad, palabra que disfraza privilegio, ha encendido alarmas incluso dentro del partido del Gobierno.
–García-Page lo ha dicho sin eufemismos: se trata de un “chantaje”, de una “barra libre que nace de la corrupción”. Acusa al Gobierno de estar pagando con desigualdad lo que obtuvo con debilidad. Él no especula: dispara. El resultado, advierte, es una amenaza al principio de igualdad entre españoles y una burla a las reglas del juego.
–Barbón, sin embargo, ha preferido una línea menos inflamable. Rechaza el privilegio, sí, pero defiende la vía multilateral del Consejo de Política Fiscal. No hay concesiones a la unilateralidad, pero tampoco hay invectivas contra Moncloa. Su discurso busca estabilizar su puesto en el PSOE, y su instinto lo empuja a proteger tanto la permanencia en él como trazarse un puente hacia el futuro de su partido. Lo mismo le da que éste sea de cambio o de continuidad. Su apuesta no es por la ruptura ni por el ruido, sino por el equilibrio entre lo que hay y lo que pueda haber.
Por eso habla de costes orográficos, de envejecimiento, de Asturias como comunidad que exige justicia, no favores.
Lealtad a los principios o lealtad a su sillón. Esa es la diferencia entre Page y Barbón.
II. Corrupción, el fantasma que regresa
La corrupción ha vuelto. No por sorpresa, sino por reincidencia. El caso Koldo, los sobresaltos de la UCO, los nombres que circulan en círculos que antes presumían de ética como marca blanca… todo ello ha golpeado al PSOE como un boomerang.
Y ahí, otra vez, la diferencia entre Page y Barbón no es anecdótica, sino estructural.
–Page ha dicho que esta es “la crisis más grave de corrupción orgánica desde que existe la democracia”. Y lo ha dicho en público, en Comité Federal, y frente al mismo Pedro Sánchez. Le exige una cuestión de confianza o elecciones. Acusa al partido de esconder la cabeza y al Gobierno de perder la brújula. Sus palabras no son tácticas: son una declaración de guerra ética. Ha elegido el riesgo de la soledad frente a la comodidad del aplauso. Quizá por eso su perfil se eleva mientras otros se achatan.
–Barbón, otra vez, prefiere criticar sin arriesgar. Rechaza con firmeza impostada la corrupción —“lacra” y “traición” son sus palabras—, y en nada rompe con el relato oficial. Aboga por penas más duras, exige cárcel para corruptos y castigo para corruptores. Pero defiende al PSOE de Sánchez. Dice que el partido no es corrupto y que quienes manchan sus siglas no representan su esencia.
Su mensaje quiere lo imposible a sabiendas de que lo es: purgar sin desangrar, depurar sin hacer saltar por los aires el frágil andamiaje del socialismo institucional.
III. Dos trayectorias, diferentes riesgos
–Page juega en el filo. Sus declaraciones son dinamita en un momento de equilibrio precario. En otro tiempo, habría sido reprendido o apartado. Hoy, el PSOE ya no puede prescindir tan fácilmente de sus barones territoriales.
Aun así, el riesgo de ser descabalgado de las listas está ahí. Pero Page, que tiene una marca propia en Castilla-La Mancha, podría resistir incluso sin siglas. Su discurso es una mezcla de regeneración y constitucionalismo que tiene eco más allá del PSOE.
–Barbón, por su parte, tiene otra misión: simular dignidad sin arriesgar la silla. Ha logrado mantener su expectativa en Asturias gracias a un PP sin pulso y eso, en el PSOE de hoy, es oro.
Su crítica ni propone ni sanea. No hay riesgo de que lo aparten de las listas.
Al contrario, si Sánchez cae, Barbón podría ser de los pocos que queden en pie para recomponer la casa. Y si no, él sigue como una pila de Duracell.
IV. Horizontes posibles
Si Sánchez convocara elecciones anticipadas:
–Page estaría preparado para decir “ya lo advertí” y ofrecerse como alternativa moral al desgaste.
–Barbón, en cambio, tendría que matizar su cercanía con Moncloa sin traicionar su imagen de coherencia.
Si hubiera una rebelión interna:
–Page la lideraría o la inspiraría. Sería un anclaje útil con el socialismo pre-Zapatero y una vía de regeneración en su partido.
–Barbón sería el «moderado» que sirve para el cambio, acompañando a Page, o para el parche, poniéndole la soga.
Y si nada cambia, si el desgaste sigue y Sánchez se atrinchera:
–Page seguirá siendo la conciencia, institucional o defenestrada, de la socialdemocracia.
–Barbón conservaría su nicho cómodamente en la «resistencia» asturiana.
Ambos están pensando en el día después. Uno, como heredero de una socialdemocracia que quiere volver al territorio y la igualdad. El otro, como garante de una izquierda que no sabe depurarse, pero tampoco quiere perder la silla.
V. Epílogo sin cierre
La política española, como la tectónica, se mueve por fallas profundas. En medio del temblor, hay quienes se escriben un guion de cambioy quienes simulan una actuación.
Emiliano García-Page y Adrián Barbón son eso: el autor de una obra sin escribir y el actor que sirve para cualquier obra que se escriba. Un disidente y un continuista.
Pero ambos, con altavoz o con sordina, representan a su pesar algo que el PSOE ha perdido: credibilidad.
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1.García-Page: “La crisis del PSOE es la más grave en términos de corrupción orgánica desde la democracia”
El presidente de Castilla-La Mancha carga duramente contra la dirección del PSOE en el Comité Federal, exige una cuestión de confianza y denuncia que los pactos con los independentistas están erosionando la igualdad entre españoles.
2. Barbón: “Ni trato privilegiado a Cataluña ni castigo a otras comunidades”
El presidente del Principado de Asturias se muestra firme en su rechazo a una financiación singular para Cataluña, aunque sin romper con el PSOE federal. Defiende una financiación justa basada en criterios objetivos como el envejecimiento y la orografía.

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED