
No todos los regresos son nostalgia. Algunos son redención. Y en el actual laberinto del Partido Popular, donde las brújulas tiemblan y el horizonte se curva al dictado del adversario, hay mujeres —sí, mujeres— que se alzan no para volver al pasado, sino para traer al presente la claridad de ciertos principios perdidos.
Esperanza Aguirre y Cayetana Álvarez de Toledo —tan distintas y, sin embargo, tan complementarias— no representan una facción, sino una posibilidad: la de reconciliar el mejor PP del pasado con el único PP que puede tener futuro.
Uno que no tiemble ante Sánchez, ni ante la agenda de Sánchez, ni ante la trampa semántica de Sánchez que hace pasar por moderación lo que es claudicación.
El coraje de nombrar lo innombrable
Aguirre ha hecho lo que nadie del actual aparato se atrevió a hacer: señalar con nombre y apellido a Cristóbal Montoro como responsable directo de la violación de su intimidad fiscal en 2015. No fue una mera crítica administrativa. Fue una acusación política, una denuncia ética.
Detrás de esa filtración no sólo estaba la mano de un ministro del mismo partido: estaba también la idea de que todo vale para silenciar al disidente. Pero Aguirre no se calló entonces y no se calla ahora.
Su voz no acusa sólo a Montoro, sino a la doctrina Montoro: un modo de hacer política fiscal que traicionó el ideario liberal del PP, que apretó más al ciudadano que al Estado, y que usó el BOE como un martillo para demoler confianza. Y en eso —no lo olvidemos— Rajoy fue su protector, su validador, su tapadera.
El problema no fue solo la política fiscal, sino el abandono del deber de vigilancia. Esa dejadez ética —que hoy paga el PP en su desconexión con parte de su base natural— no puede repetirse.
Valencia 2008: el extravío

Hay un punto de inflexión que marcó el inicio del extravío: el Congreso del PP en Valencia en 2008. Allí se impuso la idea de que para sobrevivir había que dejar de parecer lo que se era. Rajoy, recién derrotado por segunda vez, alzó su bandera de recentramiento y excluyó de facto al alma liberal-conservadora del partido. “Quien quiera un partido liberal o conservador, que se lo monte”, llegó a decir.
A Aguirre no le hizo falta presentar candidatura: bastó su sola presencia para que el congreso se tornase un desfile de sospechas y hostilidad. No fue un congreso de renovación, sino de sometimiento. Se laminó a quienes pensaban distinto, se aplaudió con frenesí a quien había perdido, y se aceptó una estrategia que acabaría por vaciar al partido de alma, de ideas y de electores.
Porque el centro no se conquista dejando atrás tus principios: el centro se gana cuando se acude a él con la cabeza alta, con un proyecto claro y con la palabra dada que se cumple. Así fue en 1996. Así no fue en 2008.
Feijóo, entre baronías y ambigüedad
¿Y qué hay de Feijóo? Su llegada fue recibida como tabla de salvación, pero el salvavidas no basta si no se decide nadar en dirección. Feijóo viene de Galicia, y gobernó como un presidente más preocupado por el equilibrio territorial que por articular un discurso nacional. Esa lógica, comprensible en su tierra, se vuelve disfuncional en la sede de Génova, donde todas las tensiones autonómicas desembocan en forma de exigencia, y ningún liderazgo se impone si no ofrece visión de conjunto.
El problema de Feijóo no es su acento gallego. Es su falta de música nacional. Porque la complejidad del poder central —con diputados de Bildu, ERC, Junts, PNV decidiendo quién gobierna— no se resuelve desde la mentalidad de una comunidad autónoma.
Hay que pensar España, no solo gestionar el PP. Y en eso, los automatismos ya no sirven.
La corrupción no derribará sola a Sánchez. Vox no desaparecerá por arte de centro. El votante de derechas no regresará solo con promesas de gestión.
El centro ya se conquistó una vez: fue Aznar quien lo ganó desde el 8 ideológico, no desde el 5 acomodaticio. Recentrarse hoy no es estrategia, es sumisión al marco del PSOE. Y ese marco está hecho para que la derecha siempre parezca extrema cuando no se disuelve.
Recuperar principios, no repetir fórmulas

El verdadero desafío no es resucitar un pasado, sino rescatar los principios que entonces funcionaron y siempre lo harán.
- Una visión de Estado como proyecto común.
- Un constitucionalismo militante. Una ética de la responsabilidad.
- Y, sobre todo, ese principio tan definitorio de Álvarez-Cascos: el valor de la palabra dada. Porque sin palabra dada —y cumplida— no hay confianza, no hay liderazgo, no hay política con alma.
Y ahí, figuras como Aguirre y Cayetana no son ni reliquia, una, ni verso suelto, la otra: son recordatorios de lo que el PP pudo ser y puede volver a ser si se atreve.
Si el partido quiere representar de verdad una alternativa al sanchismo:
-Hay que ser valiente.
-No basta con decir que se defenderá la Constitución. Hay que hacerlo.
-Y no basta con esperar a que el desgaste del adversario nos devuelva al poder: hay que merecerlo.
Porque, al final, los partidos no se salvan por cálculo. Se salvan por coraje.
Y si el PP quiere escribir la próxima página de la historia de España, haría bien en escuchar a quienes no se conforman con firmar notas de prensa, sino que siguen dando la batalla de las ideas.
ENLACES RELACIONADOS:
1. “Feijóo ante lo extraordinario – Fundación FAES”
Análisis de FAES que evalúa la situación política del PP bajo Feijóo: desmiente que su llegada al gobierno fuera «rematar a puerta vacía», contextualiza su reto tras una etapa compleja y apuesta por un PP renovado, constructivo y constitucionalista.
https://fundacionfaes.org/feijoo-ante-lo-extraordinario/
2. “Aguirre, contra Montoro por filtrar su declaración de la renta en 2015: ‘Han accedido a mis datos en cuatro ocasiones’”
Declaraciones de Aguirre en las que responsabiliza directamente a Cristóbal Montoro por acceder a sus datos fiscales en 2015, denuncia la dejadez del PP y exige explicaciones, evocando el daño político y moral causado.
3. Declaraciones de Aguirre sobre lo que Rajoy dijo de los liberales en Valencia 2008
Aguirre recordaba cómo en ese congreso se impuso un ambiente hostil hacia los liberales. Se sintió “verso suelto” del PP y lamentó el entorno de presión y “peloteo” hacia Rajoy tras su texto excluyente hacia el ala liberal.
4. Declaraciones de Rajoy en Elche (abril 2008): “Si alguien quiere irse al partido liberal o conservador, que se vaya”
Discurso contundente en el que Rajoy, en un acto previo al congreso de Valencia, advertía duramente a los liberales del partido, subrayando que quienes quisieran esa línea podían marcharse.
https://elpais.com/elpais/2008/04/19/actualidad/1208593019_850215.html

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED