Asturias Liberal > Aportaciones > Cuando el EMPRENDEDURISMO se convierte en EMPRENDEDURÍSIMO

Hace pocos años, en fechas cercanas a la Navidad, asistí a un evento de networking, de ésos cuya edad media de los asistentes frisa la de mis hijos y donde los dinosaurios como yo creen vivir/estar en un mundo paralelo.

Se trataba de una jornada sobre emprendedurismo (o emprendimiento, como mejor se guste llamar) y donde en el vino español, de pie alrededor de la mesa donde estaba yo, nos juntamos más de una docena de asistentes al evento.

Todos sin excepción hablaban de las bonanzas del mismo, de la calidad de los ponentes y, sobre todo, de que había que ser emprendedor y convertirse en un nuevo Steve Jobs, Bill Gates, Jeff Bezos o el de apellido impronunciable Mark Zuckerberg. O como alternativa, incluso convertirse en influencer y ganar una “garrapotada” de dinero sin moverse de casa.

Tras media hora de autoexcitación onírica emprendedora, mi acompañante me dijo “López, di algo, que estás muy callado”. Y me vine arriba:

YO: realmente no entiendo que, siendo como sois personas ya adultas y con un coeficiente intelectual importante, salgáis henchidos de adrenalina tras 4 charlas motivadoras; pero quizá sea que me estoy haciendo muy mayor. Simplemente os voy a hacer una pregunta: ¿Qué opináis de Amancio Ortega, Cosmen Adelaida (Alsa), Manuel Álvarez Lloriana (HIASA) o Francisco Roig?

ELLOS: pues que son los H.P. de empresarios, explotadores y que deberían repartir sus surrealistas beneficios entre las clases más bajas.

YO: o sea, los empresarios, si pierden dinero cierran; en cambio, si lo ganan, deben repartirlo entre los más pobres, pero OJO, eso sólo los que no son tecnológicos pues todos queréis ser Bill Gates o Steve Jobs.

Realmente:
¿Sabéis cuántos garajes cerrados, cuantas ilusiones frustradas o cuanto dinero tirado al vacío ha habido y está habiendo para que salga un emprendedor de éxito de cada millón?
¿Creéis que el emprendedor “garajero” sería siempre emprendedor o, si no se convierte en empresario, morirá en el camino?

Y en ese momento del cambio, ¿será el faro en el que os fijéis o pasará a ser el H.P. empresario?
¿Qué pensáis, ser emprendedores toda la vida y vivir del cuento?

Y ahí acabó mi disertación emprendedora, mirándome los asistentes como un rara avis similar a como se hacía con el abuelo Cebolleta cuando contaba batallitas.

La moda del emprender

En fin, los últimos años, el emprendedurismo se ha convertido en una verdadera tendencia, una especie de moda (incluso a impartir desde la más tierna infancia) que invita a muchos a lanzarse a crear su propio camino empresarial.

Sin embargo, esta fiebre por emprender a menudo oculta una realidad: no basta con tener una buena idea. La diferencia entre un emprendimiento exitoso y uno que fracasa rápidamente radica en la gestión y en el conocimiento profundo del negocio.

Muchos EMPRENDEDURISMOS se convierten en «EMPRENDEDURÍSIMOS»: personas que, con una ilusión desmedida, carecen de experiencia, planificación y habilidades en gestión, y no logran consolidar sus empresas en el tiempo. Su idea inicial, a todas luces brillante, se diluye cual azucarillo en el café con el tiempo ante la falta de conocimientos clave como finanzas, marketing, recursos humanos o estrategia. Así, el fracaso no suele deberse tanto a la idea en sí, sino a la incapacidad de gestionarla y transformarla en empresa.

Resulta importante destacar que emprender requiere más que pasión; requiere preparación, aprendizaje continuo y visión integral.

Errores más comunes de los emprendedores
  1. Plan de negocio inexistente: sin una estrategia clara el negocio pierde rumbo rápidamente.
  2. Desconocimiento del mercado: creer que porque a otro le fue bien, bastará con imitarlo.
  3. Escasa o nula experiencia en gestión financiera: el inadecuado control de gastos e ingresos lleva a problemas insuperables.
  4. Desconocer o subestimar la competencia: impide diferenciarse en el mercado.
  5. Incapacidad de adaptación: la resistencia a modificar productos o servicios puede ser fatal.
  6. Falta de perseverancia: abandonar demasiado pronto ante los obstáculos.
  7. Falta de equipo adecuado: intentar hacerlo todo solo limita el desarrollo.
  8. Nula gestión del tiempo: no priorizar tareas clave genera caos.
  9. No validar la idea: lanzar sin probar conduce al fracaso.
  10. Falta de marketing: sin visibilidad no hay clientes.
Startup vs. negocio tradicional

El emprendedurismo suele fallar en un altísimo porcentaje. Conviene diferenciar dos líneas: las Startups tecnológicas y los negocios tradicionales.

Empresas de base tecnológica
  1. Idea brillante sin comprobar viabilidad.
  2. Creer que el dinero público es infinito.
  3. Presentación vistosa pero sin estrategia.
  4. Desconocimiento del mercado real.
  5. Incapacidad de admitir errores.
Negocios tradicionales
  1. Confiar solo en la calidad sin gestión adecuada.
  2. Dependencia excesiva del dinero familiar.
  3. Nulo marketing.
  4. Negación de los cambios de tendencia.
  5. Gestión de costes deficiente.
La metáfora de las hormigas

Imagina que los emprendedores son como esas hormigas que van y vienen del hormiguero en busca de comida. Solo algunas logran regresar con éxito, mientras que muchas otras se pierden en el camino.

Al igual que en la historia de los españoles que iban a Cuba, solo solemos fijarnos en los que lograron volver con las manos llenas. Lo mismo pasa con los emprendedores: solo unos pocos alcanzan la fama y el éxito, como Bill Gates o Steve Jobs, pero detrás hay miles de historias de esfuerzo y fracaso que no vemos.

Conclusión

Lo que está claro es que, entre errores, sea en negocios tecnológicos o tradicionales, el fracaso está casi garantizado. Pero ¡no hay problema! Siempre se puede culpar a la economía global, al cambio climático o a la competencia.

El EMPRENDEDURISMO que parecía “fashion y sexy” puede acabar en EMPRENDEDURÍSIMO, con menos ganas y escaso dinero.

Y aunque la mayoría no llegue a la meta, cada intento deja una lección de vida.


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