En más de una ocasión he escuchado al profesor Bastos repetir la idea de que los mayores defensores del estatismo son los minarquistas.

Parece ser que pudieran tacharle a uno de loco con toda la razón del mundo si se nos ocurriera defender la abolición absoluta de cualquier forma de Estado. Pero por lo general la historia es tozuda y se empeña en demostrarnos que los dogmas suelen caer por los razonamientos de hombres considerados ¨ locos¨ en el momento de la exposición de los argumentos.

Cualquier servicio prestado por el Estado lo fue antes o podría serlo en el futuro de forma mucho más eficiente por la acción libre y natural del mercado.

Aquellos que ya pasamos del medio siglo y nacimos en una España aún gobernada por un hombre no elegido en ninguna votación democrática podemos dar testimonio sin titubeos de la hipertrofia del estado y la asfixiante hiperregulación, amén de la voracidad insaciable de los vampiros de la renta ajena.

Si el ser humano no hubiera soñado mil veces y deseado con todas sus fuerzas haber llegado montado en un cohete a propulsión hasta la luna, con toda seguridad  jamás hubiéramos abandonado los límites de nuestra atmósfera.

En estos días previos a dos eventos de transcendencia, próximas elecciones municipales y generales a continuación, observamos impasibles el reparto indiscriminado de cheques, las promesas electorales más extravagantes y toda clase de ofertas, regalos y artes de conquista fundamentadas en impúdicas mentiras.

Se echa de menos un discurso claro e inequívoco de cambio de rumbo, un cambio real, no una desaceleración, ni tan siquiera un frenazo. Es necesario deshacer. Llamarlo tijeretazos, recortes, motosierra… es lo de menos. Se antoja urgente quitar el freno, limpiar de sanguijuelas y aliviar al mercado de una losa de responsabilidades y peajes que ya no puede soportar más.

El contubernio que conforma la Union Europea nos roba con la emisión monetaria, con las políticas globalistas de la agenda 2030, con la inflación y con innumerables tretas más que son prácticamente imposibles de explicar a la mayor parte de la ciudadanía.

Es necesario, como decía, mirar a la luna. Dar la batalla y gritar a los cuatro vientos que no los necesitamos.

Se ha constituido una oligarquía completamente desconectada de la realidad cuyos integrantes se han erigido en una suerte de semidioses que se creen capaces de diseñar y planificar todas nuestras funciones vitales como si fuéramos marionetas de su guiñol particular.

Al otro lado del charco el alumno más aventajado del profesor Alberto Benegas Lynch (hijo) es capaz de articular el discurso de las ideas de la Libertad en un país con un grado de infección de socialismo que ya parecía irreversible. Javier Milei ha conseguido convocar a multitudes en las zonas más deprimidas de Argentina  para darles clase de economía avanzada y dolarización.

Las nuevas tecnologías, las redes sociales y el acceso a la información de los individuos hacen que aún no estén perdidas todas las esperanzas y todavía podamos escuchar el: “Eppur si muove” de la Libertad.

Marcos Badallo Prieto