Comienzo este escrito, resumiéndolo en tres frases.

Donde no se roba, el dinero alcanza. Donde no se traiciona, la nación destaca. Donde no se abusa, la libertad florece.

En la excelente Casino, de Martin Scorsese, la voz superpuesta explica el modo cómo vulgares bandidos, envueltos en elegancias y oropeles, saquean el propio gran negocio que ellos mismos han levantado. Para mantener el saqueo debían hacer lo propio con todo aquello que se pusiera a su alcance, en su caso, el fondo de pensiones del sindicato de camioneros, e invertirlo en el negocio previamente saqueado. Y todo así hasta el apocalipsis final.

En las naciones donde la corrupción política se incrementa exponencialmente ocurre de manera similar, pero con tres diferencias.

  • Quienes acaparan puestos en el aparato del Estado pueden hacer, además de la trampa, la ley tramposa.
  • Pueden caer, además, en otra corrupción material aún más lesiva: la de debilitar a la nación internamente y ante las demás naciones. 
  • Y, por último y no menos importante, reducen el grado de autonomía o libertad personal de los ciudadanos.

Prescindo del fundamentalismo que cada partido practica para designar a lo suyo como aislado y lo ajeno como esencial y escandaloso. Pero cierto es que quien se envuelve en esta impostura con especial ahínco es el PSOE y sus aleros izquierdos inspirados en un pasado celestial y republicano donde, en verdad, los robos, saqueos y crímenes fueron moneda común.

España sufre, a la vista está, los tres procesos corruptos ¿Cómo? Veamos.

Los casos de corrupción descubiertos en la breve historia que enmarcaremos desde 1978 hasta hoy, afectan, de una u otra manera, a los dos partidos que pasaron por el gobierno, pero no solo a ellos a pesar de que los nacionalistas periféricos tengan vara alta y no se les publiciten sus vergüenzas. En todos se dieron casos juzgados y aún por ver acerca de eso de llevarse el dinero público o por medios públicos para “casa” o para el propio partido, que también es “casa”.

La pieza política del caso ERE (PSOE en Andalucía) suma un saqueo de 680 millones, pero las decenas de piezas separadas y vinculadas al saqueo sindical y no sindical supera con creces esa cifra. El principal de la Gürtel suma 201,4 millones y, lo mismo: sus casos separados y dispersos, más aún. Casi nadie se libra (y aquí, el casi es importante), el nacionalismo catalán siempre tuvo el problema del “3 por ciento” que era, por supuesto más que eso:

Pujol, CDC y demás catalanistas pueden alcanzar las cifras de los más altos a poco que los jueces se liberen de la politización de sus instituciones. Los impolutos vascos del PNV se esmeraron en esto y su suma ya juzgada nos lleva a cerca de los mil millones. De Unión Mallorquina, no digamos; ni quise hacer la suma aparte. Estas son corrupciones de las de llevárselo para las dos casas, la propia de la persona física (el político con cuenta en paraíso fiscal) y la de la persona jurídica, que es el partido político. Todo esto sin irnos a los tiempos Filesa y demás.

¿Damos la cifra total y bien contrastada de todos los partidos implicados? Ahí va: 124.123.915.826 €, en número de lo más preciso. Comprueben aquí.

Pero los que hacen la ley pueden hacer la trampa, decíamos y sí, aquí sí que el PSOE, especialmente el actual, el de Pedro Sánchez se lleva la palma. Y lo hace por mérito propio, pues su asalto a los órganos de gobierno judicial no sólo le sirve para aprobar leyes de su agenda ideológica para chiringuitos ideológicos. Y más mérito corrupto tiene su manera de dirigir la política exterior, con plena sumisión al otrora insignificante Marruecos, hoy potencia regional en ciernes. Y ¿qué decir de su pacto con los fragmentadores?

Leyes, muchas de ellas, que Sánchez y su PSOE convierten en el mayor y castrante crecimiento del aparato del Estado.

Un aparato que vive de los impuestos para todo lo que atrás dijimos y que, por último, reduce la libertad básica de los ciudadanos, la de emprender proyectos de vida propios con su propio trabajo y talento. No es sólo que no podamos hablar ya sin expresiones cursis, sino que la sustracción del dinero ganado con trabajo y emprendimiento impide ser realmente libre.