Todo tiene doble filo y nada que se haga asegura su éxito

Las encuestas se filtran en el imaginario implantado en las redes y en los medios, pocos, que la derecha controla, dando la sensación de que todo está hecho y de que solamente queda que las cosas caigan por su propio peso. Reiterando esto pasan los días para el electorado que el 23 de mayo se manifestó contra el PSOE y el batiburrillo a su izquierda.

El otro filo de esto es la desmovilización, no la de los convencidos, sino la de aquellos cuyo voto es necesario para incorporarse a la ola y zanjar definitivamente el asunto del cambio de rumbo.

Mientras tanto, los medios beneficiarios de millones de euros en publicidad gubernamental, legal y encubierta, destacan las inconsistencias, siempre presentes en todo hacer y deshacer humano, de Feijóo, y el extremismo, que por lado alguno se ve, de Vox.

Contra la caída por su propio peso, el aparato mediático-administrativo lanza cuerdas con las que detener la caída no tan libre de Sánchez, con la esperanza razonable de que Yolanda, Bildu, PNV y ERC consigan lo justo para investir de nuevo al mismo.

Es muy significativo que ese aluvión de propaganda, tanto de Sumar, como del PSOE, como de los medios que éstos controlan, hayan apartado los temas feministas radicales, trans, eutanasia, aborto, malversación, “sí es sí”.

Los han consolidado ya entre su Tribunal Constitucional y los acuerdos explícitos e implícitos con el PP. Toda una trampa para Feijóo, pues ha asumido los hechos consumados de los “avances” culturales y éticos de las izquierdas sin que eso les vaya a dar votos por ese lado y sin que tales cesiones gusten a su electorado.

Por lo primero evita el choque con las izquierdas; por lo segundo, ha de callar para no soliviantar a los suyos. Atrapado en su propia jaula, adelanta el PP subvenciones y gratuidades.

Quedaría esperar que, de gobernar, bajara de verdad y sin miedo las cargas de impuestos que sufren las empresas y los ciudadanos, pero es algo no seguro si vemos cómo se ha disparado desmedidamente la deuda pública española.

Y eso hay que pagarlo. Un programa de austeridad de impuestos un poco, solo un poco menores que los actuales y recorte drástico de gastos podría encauzarlo para, tras un periodo medio, empezar a crecer.

Pero lo razonable y necesario no coincide siempre con lo deseado.