El Congreso de Babel

Uno de los temas que en estas últimas jornadas está copando las portadas de la actualidad política, sin lugar a dudas, es el que tiene que ver con una maquiavélica intención de los partidos que aún gobiernan, si bien en funciones, para las que nunca han tenido reparos en mostrar su dejadez, salvo cuando como es el caso de este despropósito planteado, hacer abuso de ellas con el fin de destruir la unidad democrática de este país, parido con el cordón umbilical de la lengua de Cervantes y que pudiera perecer bajo el filo de una espada en absoluto salomónica, ni tampoco de Damocles.

Cabría asemejarla más bien a una guillotina tan cruel e internacionalmente indiscriminada, como lo fue la de Robespierre. #HistoryNotStories].

A buen entendedor sobran las palabras y hasta las lenguas o dialectos. Resulta por ello inútil hacer mención explícita de una iniciativa en el Congresos, con la que de manera tan implícita como consciente, se persigue ahondar más en esa brecha abierta por el más perverso independentismo, y por la que desde hace décadas sangra esta piel de toro, otrora bravo, pero sobre el que ahora cabría preguntarse sobre el motivo para tanta mansedumbre.

Los tercios figurados de varas y de banderillas, a años luz en significado de los de Flandes, tras décadas de acción e inacción despectiva y respectiva, podrían explicar tan acusada degeneración de su magnífica casta. Que la casta casposa no hace prisioneros, lo sabe desde el soldado raso hasta el general en plaza. 😥

Ante todo este despropósito, a cualquier persona con dos dedos de frente, lo que no es mucho pedir, le vendrían a ese cerebelo ubicado en la cavidad craneal, a bote pronto y voleando a placer, dos motivos por los que el que sus Señorías puedan en el Congreso, emplear indiferentemente nuestra lengua común vehicular, junto con el catalán, euskera y gallego, representa un despropósito de dimensiones descomunales: indefectiblemente aumentarán los tiempos, de por sí ya dilatados de las sesiones parlamentarias y por otra parte, repercutirá en un considerable aumento de los costes, habida cuenta de los que acarrearán los equipos de traducción; mayores tiempos y gasto subyacentes, que en las antípodas de una inversión, sólo causarán un empobrecimiento intelectual en la actividad parlamentaria.

La Biblia, libro de obligada lectura con independencia, de por sí no perniciosa, de la fe de cada cual en un mundo después de la muerte, nos ofrece siempre didácticas lecturas con las que poder rebatir innumerables falacias (reconozco que no ha sido casual el uso de este despectivo sustantivo). Tendríamos que hacer referencia así, llegados a este punto, al archifamoso capítulo recogido en el Génesis, acerca de la Torre de Babel y según muchos, escrito por el mismísimo Moisés. #TorreDeBabel].

Cuenta la Biblia, ese cuento según quienes luego creen a pies juntillas las paganas escrituras de autores de dichosa credibilidad, que la Torre de Babel fue construida en Babilonia, por siete descendientes de Noé, tras el diluvio universal. Un armageddon llegado desde los cielos y el Cielo, que haría parecerse a un ‘orbayu’, las lluvias caídas durante esta misma semana.

Con una simple búsqueda en Google, es muy sencillo conocer algunas particularidades sobre la Torre de Babel. Para empezar, su nombre significa balbuceo o confusión. Es por ello que no pocos la conocen como la Torre de la Confusión

Se dice además que fue construida con el fin de llegar hasta el cielo. Otras teorías, si bien menos plausibles, apuntarían a que su razón de ser, era un intento de protegerse de un nuevo diluvio, escalando hasta su cima. Sea como fuere, Dios decidió poner fin a ese desafío a Su condición de Todopoderoso, haciendo que quienes de mano hablaban todos una única lengua común, parecida al arameo, acabasen sumidos en un caos de múltiples idiomas, sin poder así comunicarse y finalizar la torre. #Todopoderoso].

No es tarde para que los babilónicos diputados arreglen el desaguisado. Pero para ello haría falta que una mayoría parlamentaria fuera la que entrase en razón. Eso o que después de tantos dimes y diretes, el próximo presidente del Gobierno del Reino de España, no tuviese en su agenda como tema prioritario, la destrucción de esta nación, que no nación de naciones. Todo lo que no sea este escenario, nos conducirá a un Congreso de Babel. Si sirviera para que este, tuviera el mismo final que el de la Torre, no sería algo tan malo. ¿Han pensado en ello?