
Al paso que vamos, ¿por qué no humanizar también las piedras como lo hizo Tom Hanks con su balón Wilson, en Náufrago?
Lleva ya mucho tiempo de moda el concepto humanizar (hacer que algo o alguien tenga aspecto o naturaleza humanos o muestre influencia de los seres humanos, o conferir carácter más humano —en sentido moral—: hacerlo más amable o justo, menos riguroso, etc.).
Ciertamente, si consideramos humanizar en su sentido amplio y lo circunscribimos al concepto de “tener aspecto o naturaleza humanos”, cualquier mascota con traje de “mascota” o con lazo rosa —o del color que fuere— en la cabeza ya estaría frisando su humanización, o incluso si mostrara influencia de los homínidos, no haría falta hablar más.O quizá humanizar sea llevar esas mascotas en carricoche, hablarles como a niños pequeños (en la idea preconcebida de que las mismas están duchas en rico vocabulario de millones de palabras que entienden pero que, por vagancia, no pronuncian). O incluso llevarlas al cine —ojo— con bozal, porque si no quizá resulte imposible escuchar la película o documental.
Yendo a mayores (hasta el infinito y más allá…), la humanización posiblemente acabe en el momento en que vayan con nosotros —los humanos— de sidrerías, echen una partida de cartas y tomen un culín del rico manjar, eso sí, en vaso compartido.
¿Qué significa realmente humanizar una ciudad?
¿Y las ciudades, cómo se humanizan? ¿Mostrando en ellas la influencia de los seres humanos (ya por el hecho de ser ciudades les confiere el término “humanizadas”), haciéndolas más justas, menos rigurosas tal vez?
Pues seguramente. Pero también haciendo una importante y efectiva participación de las personas en los procesos que impactan en su vida diaria (según suelen denominar: “codiseñar para convivir”) y no dejándolos al albur unilateral de los gobernantes.
En todo lo anterior se debe tener en cuenta el realismo, la sostenibilidad, la socialización y la movilidad, trabajando el ADN de la ciudad, estudiando a través de distintas miradas y pensamientos variados, construyendo espacios de convivencia.Gijón, como ciudad a “humanizar”, no debe ser la consecuencia de una táctica unilateral y sin participación ciudadana.
Debe ser un proyecto conjunto donde todos participen al unísono, se impliquen, aporten y decidan, haciendo que el núcleo urbano sea más sostenible, fuerte, vital, seguro y amigable (“naturalizar la ciudad para humanizarla y humanizar la ciudad para socializarla”)
Las Ecomanzanas y otras confusiones urbanas
No confundamos grandes urbes como podrían ser Madrid, Barcelona, París, Londres y un sinfín de grandes ciudades de millones de habitantes con Gijón, que si bien es una hermosa y coqueta ciudad, no es una grande como tal, sino una ciudad “grandona”, rodeada de parques verdes y donde la contaminación, en su mayor parte, no es debida al parque automovilístico.
No confundamos peatonalizar con quitar aparcamientos. No diseñemos un cascayu cambiando carreteras por aceras y desviando el tráfico rodado por otras calles, aumentando de forma ostensible el tiempo de conducción.
No confundamos disminuir la contaminación con la obligatoriedad de etiqueta verde para circular, pues dicho papel —y, por ende, la circulación con el mismo— sólo es obligatoria en horario de la ORA. Quizá fuera del horario de la ORA (incluidos sábados por la tarde-noche y domingos), los vehículos contaminan menos.
No hagamos proyectos elefantiásicos. Hagamos de Gijón una ciudad inteligente, pero diseñada por ciudadanos inteligentes.
Visto lo antedicho, ¿se humaniza Gijón haciendo las Ecomanzanas de La Calzada, El Coto y El Llano? Parece ser (extraído de dos titulares de prensa) que fueron elegidas para el Plan porque tienen equipamientos, un comercio en dificultades y falta de zonas verdes, y fueron diseñadas a partir de un informe sobre hábitos de movilidad en el barrio.
No podría hablar sobre necesidad —o no— de equipamientos o hábitos de movilidad (intentaron explicármelo alguna vez, pero debo estar haciéndome mayor), pero sí —y mucho— sobre zonas verdes.
Me pregunto
- ¿Esos lugares están rodeados de zonas verdes o seré daltónico, siendo las mismas de otro color?
- ¿Eso es humanizar una ciudad o hacerla más agradable para vivir?
- ¿“Agradable para vivir” quiere decir suprimir cientos de aparcamientos en barrios, otrora industriales, que por su edad no poseen plazas en sus propios edificios?
De ningún modo.
Humanizar Gijón no está reñido con disminuir la contaminación, la accidentabilidad, aumentar la movilidad, incrementar la facturación del comercio de proximidad, mejorar la velocidad y disminuir la duración del transporte público, incluso con la instalación de luces LED de menor consumo (menor consumo no quiere decir menor iluminación, pues Gijón, lejos de tener una alegría nocturna luminosa, la estamos sumiendo en una penumbra romántica), o incluso aumentar la calidad de vida.
En fin, puestos a humanizar, hagámoslo con criterio adecuado, con sensatez consensuada, con método preconcebido. Incluso, si fuera menester, humanicemos la educación, las mascotas, la virtualidad, la empresa, un algoritmo, la tecnología…
La verdad es que estoy perdido con tantas y tan poéticas nuevas acepciones.
De forma análoga a Tom Hanks con su balón Wilson (Náufrago), voy presto y veloz a humanizar mis canicas y útiles de labranza.Mis guantes de portero ya lo están, porque tienen forma de mano “humana”.
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Consultor empresarial.
Germánico en organización, perseverante en las metas, pragmático en soluciones y latino en la vida personal.
¿Y por qué no?