“ La ciudad de los 15 minutos. La ciudad en la que todos los servicios básicos se encuentran a menos de 15 minutos andando o en bicicleta y que tanta controversia ha generado en los últimos días. Servicios médicos, ocio, colegios, parques y áreas de recreo, trabajo, es el nuevo mantra de la izquierda globalista”. Sería la ciudad fraccionada en barrios o zonas semiaisladas donde se reduzca, para la gente, la interacción abierta que siempre definió a la ciudad y solo quede ésta para las élites que la diseñan.

Dicen que es la salud. De nuevo la salud como excusa para la ingeniería social.

La ingeniería social de la progresía nos quiere vender un mantra falso, la ciudad de 15 minutos más saludable que la megaurbe. ¿A qué suena bien? De maravilla, de pura lógica, con menos contaminación, con menos coches, todo más saludable, que nadie se le ocurra pensar distinto, pecado social, al infierno (de la progresía).

Ocurre que si a uno le da por mirar datos, hechos, para comprobar si el argumento/mito que nos quieren vener es verdad, puede que le pase como en aquella canción de los 80, de Victor Manuel  que alegremente decía aquello de “déjame en paz que no me quiero salvar, que en el infierno no estoy tan mal”. Pues eso, no me salven que su salvación es tan falsa como un euro de 8 céntimos.

Pues eso, vayamos a los datos, analicemos los datos con un cierto detenimiento para comprobar si éstos se corresponden o no con sus teorías. Les avanzo que no, se lo explico.

La izquierda bien pensante siempre acude a la misma comparación, Carlos Moreno, ideologo urbanista de Anne Hidalgo, usa la contraposición entre la moderna Barcelona, frente al Madrid ese carca y contaminante lleno de coches que representa todas las obsesiones negativas de los piji progres y que a nosotros tanto nos gusta.

Pues bien, la realidad es tozuda, como cada vez, una y otra vez, Madrid es de nuevo el ejemplo en Europa contra las Agendas Globalistas que no son más que teorías anti humanistas propias del SXIX, agendas progres de una ingeniería social que solo tiene como fin destruir al ser humano tal y como lo conocemos, organizarnos como ellos quieren, para lo que ellos quieren. Nadie sabe muy bien para qué, sólo sabemos que si combatimos y nos defendemos, acabaremos ganando.

Platonismo puro, no entienden que eso no funciona, que la casualidad tiene más que ver con lo que pasa que la causalidad. Que el hombre triunfa, que la planificación no puede parar a la libertad, que lo único que garantiza el progreso es la libertad. Todo el SXX con lo mismo y no han aprendido, ¿o si?

Acude uno a la fuente, el INE (https://www.ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=30687#!tabs-tabla) y si uno mira los datos, estos no se corresponden con sus teorías pues resulta que en Madrid la esperanza de vida es mayor que en Barcelona. Pero, no sólo eso, vayamos al conjunto de España y comprobemos si lo de las ciudades de 15 minutos, casi todas, es verdad o no. Observaremos que Madrid, ejemplo malísimo de contaminación anti ser humano (licencia sarcástica, o sarnástica como decía el genial periodista asturiano Manolo Avello), se encuentra entre las ciudades de mayor esperanza de vida de España, superada por Lugo y poco más. Lugo debería ser objeto de estudio pues se sale en las tablas.

 ¡Al carajo los teóricos ingenieros sociales! Y si además miramos a Europa, Madrid es la región de Europa con mayor esperanza de vida, muy por encima del París de los teóricos de las bicicletas y del Londres del “casi sin coches” (ver foto impresión de la guía “Madrid en el mundo. informe de posicionamiento global 2020”).

Teorizar a costa de la libertad es muy peligroso, cuando en la misma ecuación que cualquier plan introducimos la palabra libertad, no podemos olvidar el aforismo, de que en caso de duda, inclínense siempre por la libertad, de esta forma evitaremos que nos hagan esclavos, que nos cuelen otro mito esclavizante y falso a cuenta de lo ecosaludable.

Por cierto, una pregunta de ecología para la próxima ¿la tierra emite más calor del que recibe o menos? Pues una vez tengan la respuesta, pongan una capota a la tierra …

Gonzalo Botas