La insensatez de Pedro Sánchez no tiene límites, pero el colofón de la estulticia lo acaba de anunciar de viva voz prometiendo aprobar en el próximo Consejo de Ministros del día 17 de marzo la ley de Representatividad paritaria.

El mismo gobierno que ha rebajado la condena de más de setecientos agresores sexuales, el mismo que tiene en el punto de mira prácticamente a un 30% de sus diputados socialistas relacionados con conductas poco decorosas con prostitución de por medio.

El mismo que ha aprobado una ley, la Ley Trans, que permite que señores con todos sus atributos lo mismo se líen a puñetazos en un ring de boxeo con una chica atemorizada en frente. El mismo que permite que se lancen a la piscina y arrasen en las competiciones -cuando en categoría masculina no pasarían ni del puesto cuatrocientos en el ranking- o que se metan en los vestuarios a ducharse exhibiendo y frotándose las partes mientras las muchachas tratan de conservar su intimidad a salvo del pedazo de maromo con bigote que se hace llamar “Teresa”.

Ese es el que se vuelve a erigir como defensor único de las mujeres y las pretende aupar donde no llegaron, o bien por falta de interés, o bien por falta de capacidad, o por cuantos motivos pudieran existir si en la misma situación se encontrase un hombre.

Es obligatorio preguntarse a quién pretende beneficiar esto y la respuesta es una sola; los cálculos que hace un populista solo están en su cabeza y no obedecen a los pensamientos racionales que cabría esperar de otro ser humano.

Al igual que aquel cacareado “¡exprópiese!” del gorila venezolano, este anuncio con listas cremallera obligatorias incluidas corresponde a otro tipo de expropiación, la referida a la libertad de elección. Lo más gracioso de todo, si puede tener alguna gracia, es que al Narciso que gobierna nuestros designios al final le van a sobrar ministras.

“El gran non sequitur cometido por los defensores del Estado es saltar de la necesidad de la sociedad a la necesidad del Estado” (Murray Rothbard)

¿En qué momento hemos renunciado a nuestros derechos naturales? ¿Cómo es posible seguir relacionándonos en un mundo que ya no obedece a las normas de convivencia establecidas por siglos de evolución cultural?, ¿qué haremos mañana si al siguiente -o a este mismo- caudillo de turno se le ocurre que tiene que haber paridad parlamentaria, empresarial, sindical, etcétera de personas lesbianas, gays, trans, bisexuales, intersexuales, queers, arios, afros, chinos, rubios, pelirrojos y con gafas?

La obscenidad con la que se manipulan las debilidades está llegando a extremos tan alarmantes que hay miles y miles de personas que se identifican hasta tal punto con el colectivo que más encaja con su debilidad imaginaria que fuera de este ya no se reconocen.

Las mujeres no son inferiores, ningún ser humano en plenitud de facultades lo es, y así lo garantiza el principio de igualdad ante la ley. Hágase cumplir este principio y cada cual que llegue hasta donde desee y sus capacidades le permitan. Lo demás, son paridas.

Marcos Badallo Prieto