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Lleva un tiempo atribulado nuestro presidente porque las excusas dadas sobre los terribles incendios y los terroristas medioambientales parece que no le han ido muy bien: sus mensajes flojean y cada vez más asturianos se cuestionan si la diligencia de la Administración a la hora de abordar la crisis fue adecuada.

Por si acaso, ha pedido refuerzos a Moncloa y le han mandado desde la capital del reino a unos cuantos ministros para hacer ver que les interesa lo sucedido y que tomarán medidas para evitarlo. Mentira. Todo mentira.

Visitas pedidas por Barbón para que parezca que pinta algo y que Asturias estará apoyada y respaldada en todo lo que necesite pero llegan, ponen cara de compungidos, hacen una sentida declaración, dicen cosas muy modernas para simular que harán algo,  se toman una foto en la zona del desastre y vuelta para Madrid.

Pero no es así. Nunca es así. No les importamos nada y él es el máximo responsable.

Pero hete aquí que el sábado 15 de abril la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un acto de presentación de candidatos del PP, afirmó que muchos ciudadanos huyen de las comunidades autónomas gobernadas por la izquierda para refugiarse en Madrid.

En un momento dado citó a Asturias diciendo que “Hoy en Asturias hay más nóminas públicas que privadas. Los jóvenes están huyendo de la inmensa mayoría de las comunidades autónomas gobernadas por el PSOE y están buscando regiones como la Comunidad de Madrid”.

Al momento, un indignado Barbón respondía en su predio virtual favorito, Twitter, defendiendo a Asturias. Le encanta. Maravilloso. Y en qué momento más oportuno. A tirar de argumentario y epatar a sus entregados y restringidos seguidores en la red del pajarito.

El abanderado Barbón enarbolando nuestro confalón

Es frecuente ver a tipos como Barbón en nuestro día a día: se les replica alguna cuestión, se les corrige un error, se les pide disculpa o enmienda pero contestan con cualquier otra cosa y a seguir. Eso hace Barbón confundiendo churras con merinas, las lechugas con las falsas riendas.

Ayuso no se mete con Asturias, no falta al respeto a los asturianos: dice algo evidente y es que hay más gente cobrando de lo público que de lo privado lo que nos conduce a ser una región cada vez más pobre y con menos futuro.

Porque si a finales de 2022 Asturias tenía unos 238.900 asalariados en el sector privado y los enfrentamos con las 75.300 nóminas públicas más los 299.791 pensionistas obtenemos 375.091 personas que cobran de lo público. Sí, hay más personas con ingresos públicos que privados, lo dicho por Ayuso, y el culpable es el socialismo con su presidente Adrián Barbón al frente.

Como el que es incapaz tiene que recurrir a otras supuestas virtudes para enmendar sus debilidades, Barbón tira de indignación a la mínima y si los ataques vienen de alguien de quien debería tomar ejemplo, mucho peor.

Es Barbón el que decía a los médicos que se vinieran aquí que estarían mucho mejor que en esas regiones que les maltrataban y de las que no daba nombres, como buen cobarde que es, aunque se sabía perfectamente que se refería a Madrid, comunidad por cierto citada como la más competitiva de la Unión Europea según datos de la Comisión y por encima de Asturias, por mucho que nuestro presidente diga que como aquí, en ningún sitio, a pesar de que nuestros profesionales sanitarios piden “dignidad”.

No, presidente Barbón. Ayuso no se mete con los asturianos ni con esta tierra de la que ha dicho que le gustaría ver crecer a la par que Madrid. Le critica a usted, critica sus políticas socialistas que no llevan ni a mejorar nuestras vidas ni a contar con un futuro prometedor. Siguen las “leyendas urbanas” de Vicente Álvarez Areces, siguen yéndose nuestros jóvenes, sí, a Madrid, esa tierra que tanto ataca.

Del socialismo se sale” decía Ayuso hace tiempo. ¿Cómo respondió el histrión Barbón? Mentando, cómo no, a Franco, la dictadura… Con la pobreza intelectual que acostumbra. Con la que adormece a nuestra región. Con la que están acabando con todo. Con la que obligan a nuestros mejores jóvenes a irse.

Y lo que nos queda.