Algunos autores definen el sentido común como la capacidad para juzgar razonablemente las
situaciones de la vida cotidiana y decidir con acierto ante ellas. También hay quien dice que es
el conjunto de conocimientos y creencias compartidos por una comunidad y considerados
como prudentes, lógicos o válidos, otros lo definen como la facultad para orientarse en la vida
práctica, o incluso como el don que nos hace distinguir el bien del mal , la razón de la
ignorancia.


Más allá de conceptos más o menos filosóficos, yo creo que el sentido común es como un
“sexto sentido” que nos indica lo correcto, una herramienta, instalada “de serie” en la cabeza
de todas las personas, pero que se puede desarrollar y aumentar con la educación y la cultura,
que sirve para vivir de manera más cómoda e integrada en el grupo social, en definitiva para
estar más tranquilo y más feliz.


Usar el sentido común es ser más empático, ponerse en lugar del prójimo y saber tratarlo
como a uno le gustaría que lo trataran
; es ser educado, ya que cualquier interacción social
donde reine la urbanidad y las buenas maneras siempre será gratificante; es ser lógico,
analítico, saber anticiparse a las situaciones, darles la mejor solución posible, y tener habilidad
para interactuar con el entorno de manera útil y provechosa
.


Tener sentido común también es ser prudente y discreto, no meterse en los problemas que no
nos competen, tolerante, sin prejuicios, ya que no podemos saber la situación y circunstancias
de la vida de los demás como para poder juzgar sus actos, así que debemos ser simples
observadores y no jueces de las vidas ajenas
, con criterio propio, pero a la vez flexible, con
capacidad de cambiar de opinión si las circunstancias cambian, o si recibimos mayor
información de la que disponíamos, y no encasillarse en ideas pétreas, ser curioso, observador,
con ganas de aprender cosas nuevas, ser práctico y pragmático, darse cuenta que todo lo tiene
solución se podrá solucionar, y lo que no la tiene, no debe ocupar nuestro tiempo.

Hay muchas sentencias en la literatura universal que muestran en qué consiste éste sentido, y
todas ellas enseñan algo, como los refranes, que son en muchas ocasiones sentido común
condensado, “A Dios rogando, pero con el mazo dando”, “Agua que no has de beber, déjala
correr
”, “Más vale pájaro en mano que ciento volando”, y son muestra de que el sentido
común es un patrimonio de todos.


Así mismo, el sentido del humor y el sentido común son hermanos y se complementan, porque
es “de sentido común” no tomarse las cosas demasiado “a pecho”, saber reírse de las cosas
serias cuando corresponda
, no hacerlo cuando no corresponda, saber reírse de uno mismo en
ocasiones, y reírse con los demás, y no de ellos, en toda ocasión.


¡Qué bueno sería que usáramos más el sentido común! Ojalá se enseñara en la escuela,
cuando las mentes infantiles aún no han creado prejuicios, y tienen la inocencia y la curiosidad
para absorber las ideas como esponjas, fijándolas para toda su vida.

Debiéramos usar el sentido común en todo, para nuestra vida cotidiana, para elegir a nuestros dirigentes entre los que a su vez posean éste sentido, para relacionarnos con los demás… Pero lamentablemente,
según decía Ramón Gómez de la Serna, “Ese precioso y necesario don del sentido común, es el
menos común de los sentidos
”.