Cuando el presidente subió el escalón que le aupó ante el micrófono, se encontró la Biblia que había dejado Sara, nombre bíblico donde los haya. La conjunción casual o planetaria hizo que el nombre bíblico y el de Adrián se unieran. Adrián, sí, el hijo de Rosemary y de Satán, si recuerdan ustedes la excelente película, La semilla del diablo, de Roman Polansky. Adrián, nacido el 25 de junio de 1966, según Polansky, y que por un día no coincide esa fecha con la del pleno de la Junta y la Biblia en verso. Vaya, todo son casualidades.

Y una más, parece que Adrián el terrenal es creyente y separa los asuntos terrenales de los divinos por consejo de un cura. Pero sinceramente, si yo fuera creyente no separaría ambas esferas porque, ¿para qué entonces necesitaría la fe en Dios si no me sirviera, al menos, de guía?

Pero las explicaciones de Barbón sobre su beso o besito no están en las que da pues, como buen comunicador (Aristóteles diría demagogo) una cosa es lo que se dice sobre lo que se hace y otra diferente es el por qué se hace. Y en esto creo que sí tengo la explicación correcta.

Adrián no cabía ni en su amplio cuerpo de gozo que sentía. Gozo por contar con el concurso sumiso de su tocayo, Pumares, y gozo también por tener ante sí, que no frente a sí a Diego Canga. Y regalo mayor no podía recibir del autor de la Biblia (material o divino, allá cada uno). Porque eso sí que es tener suerte.

Porque alguien cuyo mérito mayor como presidente consistió en servir fielmente a Pedro Sánchez en todas las políticas que el gobierno de éste vertió sobre la región de aquel, no es como para colocarse muchas medallas. Los FEVE, los retrasos aún sine die del AVE, los peajes de la autopista del Huerna, la paulatina desindustrialización, bastantes cosas más y lo que es estratégicamente más grave: el desmantelamiento del mundo agrario. Sobre esto último se dirá que son los nuevos tiempos, inevitables y que vienen impuestos desde las alturas no divinas sino profunda y perjudicialmente humanas de Europa.

Por tanto, si repasamos así, someramente, lo que Adrián ha no hecho, pues creo que más bien los tiros de la ayuda sobrenatural recibida en forma forista o forma pepera no ha sido bíblica, sino la proveniente del inframundo. Desde él Asturias seguirá camino de convertirse en un desierto de vida.

Me comentaba ayer Pedro Leal muy acertadamente: “Asturias cuatro años más perdidos y el PP en “Belén con los pastores”.