Una cosa bien curiosa y poco analizada es cómo surge este grupo de politicos desde Zapatero, los de Podemos y los de Izquierda Unida, que han arrastrado a las bases del PSOE y a todo el lote de Sánchez y los actuales ministros.
Estos del lote, por una parte, son todos de origen pequeño burgués, con modos de vida descaradamente como tales, y por otra, toman como referencia de inspiración todas las dictaduras infumables de Sudamérica en un momento de la mayor bonanza de la historia del país en muchos siglos. Referentes dictatoriales donde lo que domina es la desigualdad, la oligarquía (cuando no la narcocracia), la opresión y la mayor miseria…
Se ha conformado una amalgama de comunistas de salón y teóricos de libro, ecologetas de actitudes adolescentes, libertarios rupturistas en temas de identidad sexual y relacional, etc, y todos con el factor común de odiar a las supuestas derechas fascistas, que les sirve para autoasignar superioridad ética a sus planteamientos, amén de declarar el actual estado de cosas oficial como ilegítimo y ampliamente superado.
Entiendo que esto les sirve a muchos como plataforma logística para adquirir el poder y buscarse un nicho social en el que vivir guapamente, pero eso no duraría si no los apoyaran otros muchos que nada sacan de todo ello… Un misterio ???
Triunfan Sánchez, sus ministras, el Coletas, Yolanda; en cambio, Quichi y su mujer, que sí viven más cerca de lo que predican, no se comen un rosco…
NOTA (no muy al margen):
Lo de Otegui es de manual básico revolucionario: cargarse al Estado actual y luego controlar los que venga. De momento se le llena la boca con términos como “procesos democráticos” pero luego se constituirá en oligarquía que suprimirá con fuerza al que no se achante a su dictadura. Y a eso le llamarán democracia popular. De paso se quedarán con su parte del país. Punto redondo. Lo que no se cuestiona es qué pintará una dictadura comunista en una esquina, en una parte de Europa, como no sea la de ser una cuña de Rusia o de China en el patio trasero europeo.
Somos dueños de nuestra vida y somos, por consiguiente, libres, cuando nuestra razón impone su dictado a nuestra voluntad.