Extraño encuentro

Por más vueltas que le daba, no encontraba la razón que me llevaba a tener una extraña inquietud. Tenía una especie revoltijo que me zarandeaba entre la euforia y el desasosiego. Desde el mismo momento en que me desperté, comenzó esa incómoda sensación muy poco habitual en mi.

Caminando por la calle, miraba a la gente de mi entorno como tratando de averiguar si a los demás les pasaría algo parecido, pues tal era la intensidad de mi estado, que llegué a pensar si pudiera ser algo generalizado.

Fueron pasando las horas, y con ellas se me acrecentaba de tal modo la ansiedad, que en ocasiones tuve la sensación de salirme de mi propio cuerpo.

Al llegar la noche, sentí una perentoria necesidad de pasear…de moverme. Caminé a buen ritmo tomando la dirección que me sacaba a las afueras de la ciudad, a un lugar solitario y muy poco frecuentado.

Repentinamente, alguien me llamó por mi nombre y sentí que una agradable sensación invadía todo mi cuerpo. Me giré y pude ver una mujer esbelta, muy hermosa, de pelo rubio platino y vestida con una especie de prenda metalizada, muy ceñida al cuerpo. Su voz elocuente y dulce me tranquilizó, diciéndome que tenía gran interés en mantener una larga conversación conmigo.

Aunque sumamente sorprendido, tenía la sensación de conocer de siempre a aquella atractiva mujer y que una profunda empatía nos unía.

Vengo de un lugar muy lejano, empezó diciendo, tan lejano que casi ni tu imaginación puede llegar hasta allí. He venido con la misión de estudiar y comprender vuestra civilización, pero temo de no haberme preparado de modo suficiente, para poder llegar a asimilar la complejidad de las diversas mentalidades que conforman al grueso del los seres humanos, así como el modo en que os organizáis en sociedad.

Este es el motivo por el que he recurrido a ti para que me ayudes a acelerar mis estudios, pues lamentablemente, dispongo ya de muy poco tiempo para culminar mi complicada misión. Haré lo que me pidas, acerté a decir.

Oh gracias. Necesito que me des tu opinión sobre las siguientes cuestiones: consideráis como mejor sistema de gobierno, la democracia, pero no la dotáis de los mecanismos suficientes para corregir de inmediato, todo aquello que los elegidos gobernantes, dejan de cumplir deliberadamente, lo que prometieron en los programas electorales. ¿Por qué, por otra parte, estos a su vez están dirigidos y dominados por los grandes capitales que desde la sombra, deciden realmente vuestros designios.

Consideráis primordial el tener buena salud, y para ello creías una red bastante razonable de centros sanitarios, pero incomprensiblemente, no primáis ante todo la investigación, que trata de encontrar soluciones a ciertas enfermedades graves que os acosan de modo fatal. En cambio, pagáis cantidades astronómicas a deportista, artistas, modelos etc. al tiempo que asistís impasibles a la falta de recursos de vuestros científicos.

Os horrorizan la guerras con las tremendas consecuencias que ocasionan: muerte, destrucción, mutilaciones etc. etc., pero destináis enormes presupuestos a armaros hasta los dientes, para vivir en constante amenaza de conflicto. ¡Inaudito!!!

Conocéis con precisión las limitaciones de vuestro hábitat, pero lo agredís sin piedad e impunidad.

Sabéis de la importancia de la comunicación y el intercambio de cultural entre personas y pueblos, pero carecéis de un idioma común y universal de fácil asimilación, con el que podéis conversar fluidamente y compartir experiencias y cultura.

Habéis conseguido unos logros espectaculares en los campos de la ciencia y la tecnología, pero lleváis muchos siglos de estancamiento en los conceptos básicos del comportamiento humano. Los valores que conforman vuestra personalidad, son cada vez más ignorados, primando lo material, lo superficial, mundano y placentero.

Muchos sabios han sido los que os enseñaron a cultivar vuestro espíritu de modo primordial, aportando mensajes tan fundamentales como el “amaros los unos a los otros” Grandes filósofos dedicaron su vida a la búsqueda del equilibrio entre la naturaleza y la propia existencia, pero poco consiguieron. Sorprendentemente,  se han utilizado algunos conceptos religiosos, para tomarlos como bases de terribles conflictos, que aún hoy en día perduran de modo insistente.

Me desconcierta tremendamente, la impunidad con que unos pocos originan el sufrimiento de millones de personas y aun así, son ensalzados y respetados.

La opulencia de ciertos países y regiones del planeta contrasta con la terrible miseria de otros. Establecer un equilibrio razonable, no es nada complicado si hay voluntad, y disponéis de los medios suficientes, pero soportáis vergonzosamente, el ver en millones de personas carecer de de cosas tan básicas como el agua, la comida y las medicinas más necesarias. Y por si fuera poco, les robáis por la fuerza o con la complicidad de sus corruptos mandatarios, todo aquello que os es necesario para vuestro derrochador primer mundo,

Países con miles de años de historia, siguen sin resolver cuestiones de moral y ética ya planteadas casi desde los inicios.

A pesar de la universalidad a que se tiene acceso, como es la eficacia de los medios de comunicación, las redes informáticas, etc. os dejáis embaucar por los que quieren haceros creer que sois distintos y mejores, por pertenecer a un determinado territorio y tener peculiaridades únicas en vuestras raíces culturales, cuando es evidente que les mueven intereses bastardos.

Buscáis incesantemente la felicidad, haciendo de la propia búsqueda la razón de la existencia, sin ser conscientes de que la felicidad está en la vivencias y no en las metas…a menudo inalcanzables.

Quisiera que me dieras la idea que tienes tú sobre todos estos conceptos y si tienes explicación para…Un ruido muy molesto surgió de pronto seguido de una voz familiar que me decía: “Son las ocho y recuerda que tienes cita con el médico a las nueve…” 

Por un momento, me sentí muy desconcertado y poco molesto por la brusca interrupción de tan peculiar sueño. Luego, fui centrándome y pensé que tal vez eso había sido lo mejor, pues me temo que nada habría sabido contestarle a cada una de las cuestiones propuestas por mi sorprendente interlocutora, lo que no deja de ser verdaderamente lamentable.