Les deseo salud en este año. ¡Van a necesitarla a la vista de la retahíla de asuntos que un conocido me acercó durante estas fiestas de arrumacos y felicidad universal! Aquí se lo dejo.


Parece que en los centros dedicados a la salud no hay médicos suficientes. Ya lo habían avanzado apesadumbrados. Pero ahora lo anuncian en carteles adheridos con celo de quita y pon en las columnas de hormigón de las instituciones sanitarias. No parece la única ausencia. La calefacción, en algunos, no marca mínimos, y los pacientes frágiles aguardan en el pórtico de las consultas al abrigo auxiliador de un radiador portátil. En la espera pueden atemperar su ansiedad leyendo en la puerta, un cuasi muro de acceso al paraninfo de la salud, alguna alegoría estelar y filosófica acerca de la complejidad del cosmos.


Quizá, por este tran tran de funcionamiento, las urgencias de los hospitales se han convertido en un nuevo centro de salud que alivia los requerimientos vitales: un dolor de muelas, unas centésimas febriles o dos días de estreñimiento. Vamos de récord en récord. Sugerimos crear una The Super League con las listas de espera, como la que propone Florentino Pérez para esas cosas del balompié.


Dicen los síndicos del Simpa, el sindicato de los médicos de Asturias, lo mismo que Javier Milei: ¡No hay plata, carajo! El presupuesto, afectado por una gestión de pedigüeños, no se aproxima a una expectativa razonable de la ciudadanía. Nadie cree que la cortedad de la plata se deba a los estratosféricos salarios de nuestros médicos asimilables al Banco Europeo de Inversión, el BEI, ahora sometido a los nuevos criterios españoles. ¡Jesús! Tampoco a los galenos galos y germanos que doblan y triplican los ingresos de nuestros nacionales. Ya se sabe el dicho: ¡Se paga mucho, se cobra poco!


Los negacionistas de los progresos de la salud propia avisan que la Política Sanitaria devino hace muchos lustros en una Sanidad Política anillada a la improvisación. Quizá sea cosa de la globalización de la estulticia carente de un epítome sensato.

Aseguran los que presumen de saber, que la gestión sanitaria es un carrusel. Que las mismas caras giran en la noria del olvido sostenidos por el fulgor de la biodramina. Esa es la prédica: «todos valen para todo». Así se comprende qué un cesado por ineficaz, cambia de centro para seguir alimentando la ineficiencia. Sostienen aquellos, que la rueda sanitaria hace tiempo se gripó. Aunque cualquier funcionario de la propaganda gubernativa convierte el defecto en ansiosa virtud.

Nos lo explican con el meridiano de Greenwich: catorce meses sin gerente de hospital… ¡y funciona! Cambian al consejero de la salud cada cuatrienio y no parece que todos hayan sido necesariamente catastróficos. Es el carrusel de los carguitos que «el Partido» necesita… o no. Un cambio de bisturís por cuchillos aceitados.


A falta de mejor fuelle, en la Presidencia de Asturias de Suarez de la Riva corren los asesores tras un nuevo articulado que dé vigor a los asuntos quebradizos de la salud. Volveremos sobre este icono de la propaganda. En este desiderátum, las expectativas ministeriales de Asturias han sido okupadas por una inquilina inesperada: «la pistolera del Retiro».


Así seguimos, así sigue la Primaria Salud de Asturias.
Lo dicho: ¡mucha salud! ¡Viva el cosmos, carajo!