Y ¿Qué hacemos?

Yo supongo que lo que me ocurre a mi últimamente, con respecto a la política, debe ser un sentir bastante generalizado ente las personas de este país, incluyendo a los afiliados a los diferentes partidos en liza.

Realmente, las mentiras, los despropósitos, el filibusterismo, la corrupción y el clientelismo, se han tomado una deriva verdaderamente insoportable.

Tuvimos durante la transición a un grupo de personas que supieron demostrar una clara altura de estado, que elaboraron una magistral “Carta Magna” y supieron aceptar con sabiduría, las distintas tendencia e ideologías que parecían, a priori, insalvables.

Fue ejemplar el observar como políticos de facciones totalmente opuestas, supieron mantener educación, respeto y gran generosidad, anteponiendo siempre a su interés, el bien del país.

De este modo, consiguieron lo que nadie habría apostado ni un céntimo: hacer una transición política y social, en una nación aún resentida y claramente enfrentada por las reminiscencia de una terrible guerra civil y fratricida,

Transcurrían lo avatares políticos, no excesivamente convulsos, y aceptando las propuestas de los partidos, con un respeto moderado por la ciudadanía, comprendiendo las enormes dificultades de adaptación, a una recién nacida democracia, que ello suponía, y tratando de aportar y arrimar el hombro, a todo cuanto se consideraba evolución o incluso, a lo moderadamente fastidioso.

Es absolutamente imprescindible, sabiendo que dejo de mencionar a otros muchos de igual categoría, recordar la figura fundamental en este intrincado proceso, a Adolfo Suárez.

Luego vinieron otros representantes, y no quiero nombrar a ninguno, con los que hubo sus más y sus menos. También fueron fundamentales en todo el proceso, los representantes sindicales, que tampoco voy nombrar, pero que tuvieron una dura actividad y eternas negociaciones, para intentar amoldar la obsoleta industria a las exigencias modernas, con los mínimos aspectos traumáticos posibles.

Conseguimos, tras duras negociaciones, entrar a formar parte de la Unión Europea. El salto cualitativo fue espectacular. Las aportaciones económicas resolvían cientos de carencias enquistadas y que, por nosotros mismos, tardaríamos muchos, muchos años en resolver.

No trato de describir un “camino de rosas” pero fuimos mejorando ostensiblemente y  creciendo como país, llegando a alcanzar un considerable y respetable puesto en el continente.

Se producían denuncias de abusos de poder y ciertas corruptelas que poco a poco, se fueron convirtiendo en graves corrupciones. Los partidos mayoritarios empezaron a dedicar buena parte de sus esfuerzos a desprestigiar al contrario y con ello, se olvidaban de priorizar las claras necesidades de un buen gobierno. Acusarse sin hacerse demasiada “pupa, porque todos tenían casi los mismos motivos que ocultar, era casi las constantes noticias conque nos despertábamos.

No hubo ninguna intención de intentar frenar o poner remedio a tanta ignominia, y el deterioro y la credibilidad de los políticos fue haciéndose cada vez más insoportable. Tal es así, que actualmente, el escuchar a ciertos dirigentes en sus discursos, tiene que ser con el estómago vacío, para evitar que el revolvimiento de tripas nos haga pasar un verdadero mal rato.

Y ¿Qué podemos hacer? Complicada respuesta. El ignorar la política y inhibirse de todo cuanto acontece, es un claro error: La realidad te golpeará quieras o no. Intentar apoyar al menos malo, temo que sea un opción con espacio desierto. Salir con la pancarta denunciadora de todos los males, creo que tendrá mas casi de anecdótico que eficaz. No se…a mí se me ocurre una única solución:

Crear un nuevo partido de centro izquierda, con personas jamás involucradas en ningún tipo de delincuencia, con una formación suficiente y abalada por su currículum. Claro amor al país, devoción a la política y la ambición de conseguir el máximos bienestar de la población. Respeto a la constitución y a las instituciones. Predilección por los servicios sociales como la educación, la sanidad, pensiones, etc.

Estoy convencido que en muy poco tiempo, crecería de modo exponencial, y conseguiría hacer que la política, volviera a ser respetada y considerada una profesión noble.

Que cuenten con mi afiliación y por supuesto, mi voto.