Voy a hacer ahora mismo una breve reflexión sobre las nuevas generaciones que “desde ya” etiquetaré como generación “SOFÁ”.

La de aquellos jóvenes con auténtico pánico a la independencia, fiel reflejo de nuestra sociedad actual.

Como bien reza ese proverbio oriental: Los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean tiempos fáciles. Los tiempos fáciles crean hombres débiles, los hombres débiles crean tiempos difíciles.”

Así, en los que nos ha tocado vivir, la comodidad y la abundancia de todo nos han llevado a que sea “sexy” quedarse en casa, disfrutar de la electrónica y tomarse “auto-tiempo”.

Así, enumerando los tipos de generaciones:

  1. Generación Z (1997-2012): Nativos digitales, muy de redes sociales.3.
  2. Generación X (1965-1980): independientes y adaptables.
  3. Generación Millenials o Y, (1981-1996). Crecimiento tecnológico exacerbado que les ha llevado a distintas costumbres vitales (trabajo, consumo, etc).
  4. Baby Boomers (1946-1964): crecidos entre cambios relevantes en la sociedad.
  5. Generación Silent (1928-1945): estables y resilientes.

Comparando con los millennials y las generaciones anteriores, con nuestros padres, que crecieron en un sinvivir duro de trabajo y sacrificio, existen diferencias significativas en las prioridades y el enfrentamiento diario.

Por ejemplo, mientras nuestros antecesores luchaban enconadamente por cada oportunidad (fuertes y sabedores del esfuerzo), los jóvenes de hoy, aunque increíblemente preparados en su mayoría, a veces parecen carecer de esa “universidad de la vida” (incluida la “enseñanza diaria callejera”) obtenida a través de experiencias prácticas y desafíos cotidianos lejos del entorno del sofá o de la propia habitación, eso sí, los últimos con tv y resto de dispositivos en la cercanía.

Así, el proverbio indio mencionado sugiere que es posible que la falta de retos continuos y diarios, así como desafíos tangibles en la vida esté contribuyendo a la forja de una -esperemos- debilidad o falta de preparación para el futuro real. Sin embargo, importante reseñar que cada generación tiene que enfrentarse a sus propios retos y que la situación actual, con sus propios vericuetos y dificultades, seguro que es diferente pero no por ello deja de ser significativa.

Seguramente -haciendo una reflexión en voz alta como padre- lo que necesitamos es un equilibrio educacional y vivencial: fomentar e incentivar la educación (no confundir educación con enseñanza) y al mismo tiempo dotar de experiencias que les permitan aprender a consolidar esa “Universidad de la Vida”. La clave podría estar en encontrar formas de motivar a nuestra juventud a salir de su zona de confort (de ese “SOFÁ”), a disfrutar de las vivencias instantáneas y ayudarles a desarrollar esa fortaleza que parece brillar por su ausencia.

En fin, ánimo y fuerza con estos “SOFAses” que tantos quebraderos trascendentales nos están dando.