El resultado de la votación de la moción de censura (201 votos en contra, 91 abstenciones y 53 votos a favor) supone algo muy diferente a una derrota parlamentaria más. En este caso es, sin duda, un síntoma incipiente y claro de que existe una España real que se abre camino en los argumentos frente a un armazón político enquistado en el delirio subvencionado.

Todos hemos visto y escuchado cómo un anciano, venerable por su compostura, admirable por su valentía y maestro por su profundo conocimiento, ponía en claro lo que muchos españoles pensamos y decimos. Lo hizo en sede parlamentaria, desencajando a la bancada que desprecia a los españoles en cuanto tales y mostrando la falta de sentido de la oportunidad del Partido Popular.

Ha sido algo nuevo, refrescante, que abre en el paisaje unas nuevas posibilidades para que la realidad que viven los ciudadanos tenga un nuevo altavoz. Que se aproveche esta nueva percepción depende de algunos políticos. Veamos qué pueden estos hacer y qué sucederá si desoyen lo que Ramón Tamames nos ha dejado.

La necesidad de más libertad y más España es más diáfana

 Nadie puede ya negar que las cosas que ha dicho Tamames son las mismas que han ya dicho y repetido muchos políticos. Los del socialismo que tiene memoria de la Transición (Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra, Joaquín Leguina, entre otros), algunos viejos del Partido Popular y, sí, también desde Vox. La opción que es calificada, en el delirio ideológico que se practica, como “extrema derecha”, dice lo mismo que esa España amplia y diversa. Eso no deja a Tamames ni a los españoles como miembros de tal extremismo sino a este calificativo como una fórmula vacía se repita cuanto se repita, un mero insulto enrabietado.

En consecuencia es este partido, Vox, quien debe encabezar una nueva manera de presentar su acción para seguir diciendo lo mismo que dijo siempre pero con la “fórmula Tamames”. Esta fórmula es el resultado de sus palabras en el Congreso de los Diputados, sin duda. Pero es también, o debería ser, una nueva propuesta para llevar a cabo lo que todos pensamos y Don Ramón dijo (ver “El Partido Popular debe votar a favor”).

Gobierno amplio, representante de una amplia mayoría

No le cabe a Vox personalizar en exclusiva, por más orgullo que exhiba en ello, la oposición contundente (y a veces lastimera) al sistema de Pedro Sánchez. Le cabe solamente asumir con decisión que Tamames es la síntesis de un gobierno amplio y diverso, de emergencia nacional, de decisiones difíciles y común a muchas posiciones.

El programa de Tamames (porque programa fue, ya que de su crítica destaca con fuerza su propuesta) es el de Vox, es el del PP, es el de Ciudadanos. Es el los viejos socialistas, el de la economía productiva, el de la libertad y, por supuesto, el de la afirmación de la unidad y la identidad de España.

No le cabrá al Partido Popular alcanzar una mayoría absoluta por sí mismo a finales de año. Y, si puede gobernar, no le cabrá más que gestionar con apariencia de sensatez las mismas propuestas insensatas que el socialismo de Sánchez y de Zapatero ha instalado. Lo que hizo ya otras veces: gestionar los hechos consumados y preparar el terreno para la enésima vuelta del PSOE al poder.

Porque consumada llegará a ser una nueva intentona secesionista en Cataluña. Consumada será la algarada agresiva de los sindicatos y demás satélites del PSOE existente y del Podemos enrabietado en la calle. Y a ese envite que un PP en el gobierno sufrirá, solo podrá hacer frente con amplio frente político y social.

Eso estoy diciendo, esa necesidad estoy destacando: el próximo gobierno ha de ser de amplio espectro y, por supuesto, con el “programa Tamames”. El que sería apoyado por muchas asociaciones ciudadanas ahora silenciadas, muchos trabajadores y empresarios aplastados bajo regulaciones. El que habría de ser el representante de mucha gente harta de una memoria histórica mutilada. y harta ya de un sinfín de delirios.

¿Qué ocurrirá si no se abre camino una idea amplia como ésta? Que Vox seguirá encerrado y el PP, aunque avance en votos, retrocederá ante las presiones del aparato de agitación y propaganda que el PSOE de Sánchez-Zapatero construyó con dinero de todos.

Triste sería, como sería muy muy triste que la valentía y lucidez de un representante de la España real y sensata haya hecho este esfuerzo por todos nosotros, pero que todo hubiera sido en balde.