El presidente del gobierno no ha dado explicaciones y parece que los grandes medios no se las piden. La aparente excusa entredicha de que tanto Reyes Maroto como Carolina Darias han de pasar a encabezar candidaturas municipales (Madrid y Las Palmas de Gran Canaria, respectivamente) no es creíble.

La verdad de esta crisis de gobierno hay que buscarla en las menciones de ambas exministras en sendas conversaciones grabadas a implicados en el «caso Berni». En ambas no aparecen como implicadas directamente en la trama, pero sí han quedado colocadas en mal lugar.

En el audio relativo a Darias, Antonio Navarro Tacoronte («El Mediador«) se refiere a ella diciendo «Que se va a meter Carolina (Darias) en Sanidad sin saber nada de eso. Tío, yo lo veo una locura» en referencia a su nombramiento como ministra de Sanidad en 2021 en sustitución de Salvador Illa. Reyes Maroto, por su parte, aparecía además en la foto en la que acompaña a Bernardo Fuentes Curbelo y que éste utilizaba para demostrar sus buenas relaciones con las altas esferas del gobierno.

En un intento por impedir que su figura y la imagen de su gobierno queden salpicadas, Sánchez prefiere tenerlas lejos de sí. Lo cierto es que si las menciones a Darias y a Maroto ni la fotografía en sí son base para la implicación de ambas exministras en el caso de corrupción ¿a qué se debe tanta prisa por alejarlas? Veamos algunas claves.

Las ramificaciones de esta trama de corrupción son tan extensas que nunca se puede dar por excluida la participación de otros miembros del gobierno tanto en el núcleo de ella como en sus aledaños. Es así que una de esas ramas está siendo investigada: la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIlAPP) cuyo patronato está integrado por la vicepresidenta primera del Gobierno de Pedro Sánchez, Nadia Calviño, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y la ministra de Justicia, Pilar Llop. La Guardia Civil ha pedido capacidad para acceder a un largo listado de información sobre una serie de contratos públicos de esta fundación con personas implicadas en el «caso Berni». Pero la fundación en sí es todo un eje de poder del PSOE y del Gobierno de Pedro Sánchez.

Y todo un eje económico con más de 66 millones en ingresos anuales. Se trata de la misma fundación que ha repartido 44 millones de euros procedentes de fondos europeos a Marruecos para la gestión de la frontera y de los flujos migratorios. Por tanto se establece el vínculo Berni-Fundación Internacional-Pedro Sánchez con destino Marruecos, además de con destino a los bolsillos y a las fiestas de altos cargos socialistas.

No es extraño que Pedro Sánchez esté inquieto y que el fiscal que investiga el caso de corrupción (dependiente del gobierno) haya impedido la entrada en prisión de Bernardo Fuentes Curbelo contra el expreso criterio en contra de la juez que lleva el caso:

«sí existe peligro de destrucción de fuentes de prueba, dada su posición en las islas, su vinculación con la política y este entorno desde el año 1994, sus distintos cargos políticos y sus amplias relaciones, que a juicio de esta titular y en su conjunto, aconsejaban su ingreso en prisión y no su puesta en libertad, al menos en la fase actual de este procedimiento e investigación, pudiendo verse frustrada la misma con la medida de libertad solicitada».

La juez indica que no le queda otra decisión que dejar en libertad al detenido «por imperativo legal», en «estricta aplicación del principio acusatorio y en discordancia absoluta con lo solicitado por el Ministerio Fiscal», según reza el auto del caso Mediador con fecha 22 de febrero de 2023«.

Es difícil explicarse cuáles son las causas por las que España y los españoles hemos de padecer una enfermedad como ésta de la corrupción, trabajada con ahínco por los gobernantes. Quizá tiene que ver con nuestra excesiva tolerancia, por la baja estima en que nos tenemos como nación, con el desproporcionado tamaño de la administración o, quizá, se debe a todo ello.

Pero quiero creer que solamente es un problema de mal gobierno y que nos pudiéramos aplicar aquello de «¡Dios, qué buen vassallo! ¡si oviesse buen señor!«, aunque estamos echando de menos no a uno sino a un amplísimo elenco de buenos señores.