Los resultados electorales han llegado con amargas victorias y dulces derrotas. Los cuatro primeros partidos están aún evaluando los resultados, explorando las alternativas que ahora se presentan y (suponemos que) analizando los datos y las desviaciones con respecto a las expectativas.

Esta campaña electoral nació del batacazo del PSOE en los comicios autonómicos y locales del pasado 28 de mayo por decisión del presidente de España y Secretario General del PSOE como estrategia para frenar la tendencia al cataclismo de su partido.

Desde el PSOE, yo creo que la expectativa era olvidarse de esos malos resultados generalizados y buscar un “algo” durante esas semanas que hiciera a los ciudadanos retornar al voto socialista. Sin duda ese “algo” fue la “alerta fascista” declarada desde el propio partido y los medios de comunicación afines (los públicos, los históricamente serviles y los conquistados para la ocasión) al comprobar cómo PP y VOX empezaban a entenderse y firmar acuerdos o pactos en muchos municipios y comunidades autónomas. El sambenito de fascista se lo colgaron a la formación de Santiago Abascal desde el momento en el que empezó a tener cierta representación, salió desde los medios de la izquierda y no ha sido contrarrestado por ninguno de los grandes medios de comunicación: ¿por qué es fascista VOX?

Curiosamente en España los partidos políticos pueden ser comunistas, republicanos, pro-terroristas, independentistas o declaradamente antiespañoles sin que nadie se rasgue las vestiduras o sin que nadie se pregunte o cuestione cómo es posible un pacto de gobierno con ellos.

No he tenido ocasión de ver a ningún periodista preguntarle a Pedro Sánchez por qué pactó con algunos de esos partidos en 2019, qué tipo de acuerdos se firmaron o cómo es posible cambiar votos de gobierno por pedidas como acercamiento y excarcelación de presos etarras o indulto a golpistas.

La campaña ha estado protagonizada por el posible acuerdo de gobierno entre el PP y VOX: a Feijoo sí que se le ha cuestionado en casi todas las entrevistas si estaría dispuesto a pactar con “la extrema derecha” de VOX. Y uno de los errores de Feijoo y del PP ha sido aceptar ese argumento y acatar la premisa sin ni siquiera discutirla: una vez que se veía a pocos votos de la mayoría absoluta, Feijoo reconocía sus ascos a VOX, lo ponía en el mismo nivel que Bildu y reconocía estar más cómodo con el PSOE (con los mismos que pactan con comunistas, independentistas, golpistas y pro-terroristas) o con el PNV, el mismo que les traicionó en la moción de censura de 2018.

Pero –además- los medios, contertulios y creadores de opinión afines al PP han derrochado esfuerzos convenciendo al votante de derechas de que se necesitaba un voto útil que hiciera más fuerte al PP y más débil a VOX. Partidos como VOX (o como en Izquierda Unida hace años) tienen muy bien aprendida la lección del “voto útil” como explican en estos vídeos:

Los poco más de 600.000 votos que ha perdido VOX es posible que se hayan ido al PP en busca de ese “voto útil”: ustedes verán para la próxima.

Pero en cuanto a programas, la campaña electoral también ha ido por donde el PSOE, SUMAR y sus medios han querido… y el PP les ha vuelto a comprar el discurso: el foco de la campaña ha sido la “alerta antifascista”, y las noticias en la campaña han sido protagonizadas por la profusión de encuestas casi diarias de varias empresas especializadas (gana la derecha, la ultraderecha va a llegar al gobierno, etc…).

Tanto el foco como las noticias y los titulares han eclipsado a los programas electorales y la gente ha ido a votar sin enterarse del programa electoral o las propuestas concretas de cada uno de los partidos para los próximos años en nuestro país.

Como decimos, la mezcla de “ideas fuerza” ha calado de tal manera que la ciudadanía española le ha tenido más miedo al mensaje de la “alerta antifascista” y a las alarmas lanzadas por la prensa y redes sociales de un posible pacto PP-VOX que a la gestión de estos últimos cuatro años de gobierno socialista (más los socios de turno): es incompresible cómo desde el mass media se puede intervenir de tal manera y abducir a una sociedad que ha vivido la pésima gestión de Pedro Sánchez y sus gobiernos para que casi 8 millones de españoles hayan votado al PSOE  y más de 3 millones hayan votado a la coalición SUMAR.

La estrategia del PP siguiendo el paso que se le marcaba desde la progresía patria y enfocando su artillería contra VOX parece que no ha sido lo más acertado ni lo más adecuado. En Asturias ya lo vivimos en 2011 con Cascos y FORO, pero se ve que los preclaros estrategas populares aún siguen sin verlo.

Veremos qué nos depara el futuro: si el victorioso (aunque amargado) Feijoo consigue formar gobierno, cosa harto complicada… o si el perdedor (aunque entusiasta) Sánchez es capaz de vender lo que puede y lo que no puede con tal de recabar los apoyos necesarios para prolongar su estancia en Moncloa.