En 1990 Joaquín Sabina publicaba su séptimo álbum de estudio, un trabajo que marcaba un cambio en la carrera del artista al abandonar en cierta medida los ambientes ochenteros de la movida madrileña para mirar a Hispanoamérica, especialmente a Argentina.

La canción que da título al álbum se llama “Mentiras piadosas”:

Les confieso que muchas veces soy el primero en preguntarme por la necesidad de una total transparencia, de una profusión de detalles en las explicaciones o en manifestar la opinión sin filtros o tapujos de ningún tipo ante cualquier auditorio, ante personas (en singular o plural) que no sólo no van a apreciar esa sinceridad, sino que pueden tomárselo severamente mal por no querer asumir la realidad de la situación; no estoy hablando de mentir sino de gestionar la información, administrar los detalles, los tiempos…

Hace unos días, con motivo de la toma de posesión del presidente de Argentina, Javier Milei, escuché parte de su discurso y volví a reflexionar sobre la sinceridad, sobre la “información sin anestesia”. Para empezar, el flamante presidente decidió compartir su discurso con el pueblo dirigiéndose directamente a la gente y no sólo a los políticos dentro del Congreso, un discurso de poco más de media hora en el que audita la situación a la que se enfrenta el gobierno recién elegido y al que se puede acceder fácilmente a través de las redes sociales, pero del que les comparto algunas pinceladas:

Hay una parte del discurso particularmente peliaguda en la que le analiza a la población la herencia económica recibida, las deudas y la situación del país, reconociendo con total sinceridad que “no hay plata”, que Argentina está en la ruina y que se avecinan tiempos muy duros:

No es frecuente que una persona reconozca sus miserias o las de los suyos y menos aún lo es que un político electo analice públicamente -en directo, el día de su toma de posesión y ante sus súbditos- una situación tan calamitosa, concluyendo que el país está en la ruina y que se requieren ajustes y sacrificios para salir adelante.

Supongo que la situación en Argentina tiene que estar realmente cruda cuando la población no sólo elige al candidato que les ofrece la verdad de la situación (descartando mentiras, medias verdades o cantos de sirena almibarados), sino que le acompaña y vitorea cuando éste les analiza la situación, proclama la ruina y les anuncia ajustes sin precedentes y tiempos muy duros.

La mayor parte de las personas no queremos escuchar la cruda realidad, preferimos mentiras piadosas, paños calientes, soluciones mágicas para problemas complejos, nos dejamos convencer por estrategias infalibles y planes sin fisuras para problemas en ciernes… y así nos va a nuestra sociedad y a nuestras empresas. ¿Quién no ha oído un “tranquilo hombre, todo se solucionará”, un “paciencia que esto tiene remedio”, un “no seas pesimista que esto no se hunde” o un “esto no nos puede pasar a nosotros”?

Pero el ser humano es así: las tenemos delante y nos las vemos venir hasta que llega el shock, nos arrepentimos de no haber estudiado cuando llega el suspenso (bueno, ahora como no hay suspensos quizás el ejemplo no es el más adecuado), lamentamos haber pisado el acelerador más de la cuenta cuando nos llega la multa o –en casos extremos- nos encomendamos a todos los santos cuando sufrimos un golpe en nuestra salud a consecuencia de malos hábitos sostenidos en el tiempo aun siendo conscientes de los efectos perniciosos que nos estaban causando; por cierto: cuando vamos al médico ¿queremos conocer la verdad y la gravedad de la situación o también preferimos que nos engañen?

Como en la canción de Sabina, la mayor parte de las personas –ante un grave problema- preferimos las mentiras piadosas antes que el mundo real, nos conformamos con los narcóticos contra el mal de amor.

No sé cómo les irá a Milei y a los argentinos, pero hay que reconocer la valentía que han tenido poniéndose en manos de aquel que les pintaba la situación con toda su crudeza y les anunciaba tiempos difíciles y sacrificios.