Cada uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras (Aristóteles)

Hace unos días un amigo me comentó que yo era la persona que conocía que mejor manejaba los silencios. Le pregunté qué quería decir con aquello, si era que yo era muy callado, muy “escuchador” o simplemente un gran malabarista de la palabra a la vez que empático.
Me contestó: déjalo estar, interprétalo como un gran cumplido.

Y en pleno período estival, empecé a pensar “en silencio” sobre “los silencios”.

  • -El gran silencio como preludio de algo importante.
  • -El silencio agónico y premonitorio clínico.
  • -El silencio verborreico del prolijo orador de palabras vacías.
  • -El silencio ausente, plúmbeo, de la falta de respuesta.
  • -El silencio fraternal de la vergüenza ajena.
  • -El silencio cómplice maternal.
  • -El silencio atronador del eco en lontananza.
  • -El silencio exasperante del “Iteuvero (ITV)”.
  • -El silencio visceral del policía (multando).
  • -El silencio evasivo, elocuente, de quién se niega a declarar.
  • -El silencio vencido, exhausto y deprimido del derrotado.
  • -El silencio sepulcral, quieto, reposado y pacífico, del cementerio.
  • -El silencio cobarde y culpable del equívoco no reconocido.
  • -El silencio atemporal del anciano rememorando tiempos pretéritos.
  • -El silencio asumido del débil.
  • -El silencio implosivo de la vendetta.
  • -El silencio vacilón del gamberro.
  • -El silencio del devenir fluvial.
  • -El silencio del precipitado pluvial.
  • -El silencio del trinar aviar.
  • -El silencio travieso del tierno infante.
  • -El silencio mentiroso y expectante clientelar.
  • -El silencio prudente del “bienqueda”.
  • -El silencio táctico del jugador.

¿Por qué se ROMPE el silencio ¿Realmente es algo tan denso o sólido como para ROMPERSE?

¿Y tú? ¿Manejas los silencios?