Ese camarero, como pilar fundamental en el sector de la hostelería, con horario cuasi infinito, de semblante agradable, empatía clientelar, cálido y acogedor y, que duda cabe, con su eterno y fiel compromiso con el servicio al cliente.

Así, paso a relatar “a vuela pluma” tipos de camareros que, artistas del servicio y malabaristas sin título, son capaces de hacernos pasar una experiencia memorable. Embajadores -o no- de la hospitalidad.

El «BuenosDíasAhoraLeAtiendo»: Este es el maestro de ceremonias. Te recibe con sonrisa radiante iluminadora del Universo y un “Buenos Días Ahora Le Atiendo” que te hace sentirte a gusto y así poder esperar infinito. Puede desaparecer durante horas pero te da la sensación de estar ya atendido, aunque tengas la lengua o el estómago rasposos.

El «Tiqui-Tiqui»: Dícese de aquél, bolígrafo en ristre en su mano, que acciona como si tuviera superpoderes y con cada golpe estuviera grabando una parte de la comanda. De la sensación de que cada “tiqui” se graba pero en realidad es síntoma de su propia impaciencia.

El «Mirada Perdida»: El verdadero artista en el arte de la desconexión como si se le fuera la wi-fi de forma intermitente. Realmente puedes levantar la mano, gesticular cuál director de orquesta que él, impasible, contempla el horizonte con su mirada atemporal sustraída al tiempo, como si estuviera buscando un cliente invisible que solicitara sus servicios, aunque seas el único en ese momento en la cafetería. Seguramente tenga otras prioridades en su vida o esté pensando cómo sería su vida en caso de ser un cactus en el desierto.

El «Flash»: Éste es el que se mueve a velocidad supersónica, casi a la de la luz, pero en direcciones absolutamente caóticas. Parece que trabaja por 4 pero, en realidad, más bien es una bola de pinball rebotando.

El «Filosofías»: Como si de un taxista o un peluquero se tratase, absolutamente reflexivo te pregunta cómo estás y antes de que respondas, te suelta una diatriba vital. Y OJO, tú solo querías saber si el café era o no descafeinado.

El «Facial»: Aquél que sólo has ido a esa cafetería una vez hace 8 millones de años y esta segunda vez te clava cómo quieres el café (“Señor, descafeinado, con espuma y templado, como siempre?”). ¿Qué tiene reconocimiento facial en la puerta o tienes cara de pedir siempre ese tipo de consumición?

El “Memorias”: dícese de aquel camarero que, estando tropecientos en la mesa y solicitando cada uno distintas comandas (incluso alguna modificada cuanto ya las tenía retenidas en su memoria virtual) es capaz de traerlas perfectas, con todas sus vicisitudes (“con una piedra de hielo, en vaso ancho, con sacarina y espuma, etc”) y, encima, colocarlas exactamente cada una enfrente de su solicitante. ¿Qué es que tiene un pinganillo que graba las solicitudes?

El “SiempreOtros”: aquél que nunca se equivoca y siempre es culpa de los de detrás de la barra o la cocina, incluso cuando hayas pedido un café y te haya traído una Coca Cola.

El “Tetris”: aquél que es capaz de traer en una misma bandeja consumiciones para varias mesas a la vez no quedando un mm libre en la misma ni para colocar un palillo. Incluso, sobre la marcha y con la bandeja en la mano, es capaz de sacar del bolsillo un sobre de sacarina.

El “Ninja Invisible”: suele ser aquél que, en pleno fragor de la conversación entre comensales anota la comanda y, aún cuando no se acabado el debate, te la sirve sin enterarte. ¿Cuándo ha apuntado y te la ha traído?. Nadie lo sabe pues no se le ha visto.

El “MeDebeslaVida”: aquél circunspecto, serio y cabreado hasta el infinito y más allá que con cada servicio parece que le debieras la vida.

El “QuitaConsumiciones”; dícese del que está pendiente, cuál ave de presa, a que acabes la consumición para quitártela de la mesa y dejar ésta limpia. Casi te obliga a solicitar otra o a marchar por sentirte Okupa de un espacio sin materia.

El “Golosinas”: aquél que cuando solicitas la cuenta trae una piruleta a los niños e, incluso les ha hecho muecas y carantoñas en cada acercamiento a la mesa. Seguro que la propina será más voluminosa que la de otros e, incluso superará con creces el coste de las dádivas aportadas. Cuestión de percepción por parte del cliente.