Hoy pongo en consideración del lector un pequeño, o gran, detalle que muchas veces se nos escapa en los resultados de los comicios electorales, que me parece digno de ser meditado, y que da la medida del peso del voto en nuestro, a mi modo de ver, lamentable sistema electoral.

Cuando tal o cual partido gana las elecciones y se arropa, ufano y orgulloso, con los votos «la mayoría de los españoles», analicemos y veamos como de amplia es esa mayoría.Según el INE, España tiene 48.797.875 habitantes a 1 de julio de 2024. El censo electoral de las últimas elecciones generales en julio de 2023 daba derecho de voto 35.146.062 personas. Por lo cual ya partimos de una diferencia de unos 13,5 millones de personas que directamente no puede votar, no están en el censo, porque son menores de edad, o condenados por sentencia judicial firme a la pena de privación del derecho de sufragio, o que están inhabilitados judicialmente, u otros motivos.

Ahora, viendo los resultados de las elecciones generales de 2023, según los datos ofrecidos por la junta electoral central y el Instituto Nacional de Estadística, vemos que del censo total , participó un 70,4% de los votantes. Pasado a números, de los 35,14 millones, decidieron no votar 10,40 millones de personas , aún pudiendo haberlo hecho.

Pero de los 24,283,142 votos emitidos aún hay casi 200.000 que votan en blanco, y otros 261.000 que emiten un voto que se anula por distintos motivos y no sirve para elegir a nadie. Hago un resumen en éste punto para calcular cómo va «el tanteo» :48.8M de españoles, de los cuales pueden votar 35,14M, de los cuales no votan 10,40M y sí votan efectivamente 24,28M, aunque de esos, son nulos o en blanco 0.46M.

Echando las cuentas, resulta que los partidos se reparten los escaños del Congreso y Senado entre 23.82M de votos.Voy a ceñirme ahora a los resultados para el Congreso de los Diputados, que a fin de cuentas es el que legisla y para no hacer éste artículo mas largo de la cuenta.

Pues bien, el «ganador» de las elecciones fue en éste caso el Partido Popular con el 33.05% de los votos, lo que representa 136 escaños y 8.091.840 de votos. Le sigue el PSOE con 122 escaños y 7.760.970 votos, VOX, que obtuvo 33 escaños con 3.033.744 votos, SUMAR con 31 escaños y 3.014.006 sufragios, luego los partidos nacionalistas a los que también agrupo para no alargarme ERC, JUNTS, BILDU, PNV que sacaron 25 escaños entre todos y una suma de 1,464,661 votantes. Y dejo fuera a los partidos más minoritarios con un escaño cada uno BNG, CC y UPN para no alargar más el siguiente análisis.

Primer dato que hay que considerar : de los casi 49 millones de españoles, hay unos 13,5M que no pueden votar, y otros 10,4M que no les da la gana de hacerlo, por los motivos que sean, físicos, filosóficos, ideológicos… y otros 0,46M que aún votando no computan su voto a ningún partido.

Ojo, que si esos 10,4M + 0.46M votaran todos juntos al mismo partido, ése partido gobernaría con mayoría absoluta.Si acumulamos toda esa masa, estamos en 24.36M de españoles que no están representados en el Congreso por nadie. Casi el 50% de la población.

Ningún partido puede, en conciencia, hablar en nombre de toda esa gente, a la que no representan, pero sin embargo las leyes que promueven y aprueban sí les aplican.

El PP gana las elecciones, porque es el partido más votado. Y aún así , sus 8M de votantes (33,05% de los votos) representan el 16,5% de todos los españoles. Una mayoría, si, pero a mi no me parece nada espectacular respecto al total. Tampoco parece para «sacar pecho» el porcentaje real frente al total de población que obtienen PSOE 15.9%, VOX 6,2%, SUMAR 6.1% … En España, ateniéndonos a la definición clásica de «democracia» como «el gobierno de las mayorías», podemos observar que no es esa nuestra forma de gobierno.

Máxime si vemos que el gobierno lo ostenta el segundo partido más votado, el PSOE, reuniendo la mayoría simple necesaria para formar gobierno, 176 escaños de los 350 del congreso, a base de acuerdos, negociaciones y concesiones a todos partidos más minoritarios aun que él mismo. El gobierno está sustentado por la suma de todas las minorías, coaligadas por ideología, conveniencia u oportunismo, sin una idea clara de a donde va el país ni para qué. Se trató de conseguir el poder para tenerlo, sin plan ni proyecto, imposible de formular por otro lado, porque habría que poner de acuerdo a todo un «ejército de Pancho Villa», que en lo único en que coinciden es en no querer que gobiernen «los otros».

Todo esto nos lleva a un gobierno débil, que gobierna sólo para «los suyos» y sus socios, no para todos, que no genera confianza, ni política ni inversora, que daña la economía haciéndonos más pobres a todos, que maneja mal la fiscalidad y se ve obligado a regar de dinero público a cualquier colectivo que le pueda aportar algo de estabilidad, como los sindicatos, partidos afines, comunidades autónomas gobernadas por socios de investidura, etc, malgastando unos recursos preciosos para otros fines de interés general, mientras aumenta la deuda estatal a niveles estratosféricos y deja una herencia envenenada para cualquiera que genuinamente pretenda arreglar las cosas en el futuro.

En definitiva, desconozco cuando se darán las condiciones de que algún partido o coalición de partidos alcancen a sumar los 3/5 de la cámara, necesarios para aprobar las reformas constitucionales, pero urge claramente, clamorosamente, una reforma del sistema electoral en España.

Es ineficiente e injusto, premia a los partidos minoritarios que se presentan en determinadas regiones, dándole un peso que no merecen y provocando la desaparición del principio de igualdad ante la ley de todos los españoles, con votantes de primera y de segunda según a qué autonomía pertenezca, y para colmo, deja sin representación parlamentaria a la mitad de la población del país.

Y si nadie te representa, nadie te defiende. La ley D’Hont, si bien pudo ser útil en un cierto momento histórico para contentar a los nacionalistas y lograr acuerdos estables y generosos en la época de la transición española, ante el bien mayor de dejar atrás la dictadura de Franco, hace años que debería haber sido modificada en las épocas de mayorías absolutas del PP o del PSOE.

Confío en volver a ver gobiernos elegidos por mayorías y que gobiernen para todos. Es la única manera de que España vuelva a la senda del verdadero progreso, que es siempre, el económico. Certeza y seguridad jurídica, legislaciones estables, un plan de país, y dejar trabajar sin ahogarnos fiscalmente. Del resto, nos encargamos los españoles.