
“López, hablamos de vez en cuando delante de unos cafeses, intentando arreglar el mundo, y en alguna ocasión te oí lo de la no deflactación (o deflación, no me queda claro, pues hay distintas versiones) del IRPF. Explícamelo para 1º de Columpios. Y si es a modo de leyenda, mucho mejor”.
Notas/significados extraídos de Internet a modo de introducción:
Deflactar el IRPF supone adaptar los tramos del impuesto al aumento de la inflación para que la subida de precios no se traduzca en un aumento tácito de los impuestos a pagar en la renta y la presión fiscal.
¿Qué quiere decir deflactar el IRPF?
Deflactar consiste en eliminar de un valor monetario los efectos producidos por los cambios en los precios (inflación). ¿Cuándo fue la última vez que se deflactó el IRPF?
El Gobierno de Ayuso también ha confirmado que realizará una deflactación del IRPF en 2023. En el caso del Gobierno central, la última deflactación en España fue en el ejercicio fiscal de 2008, cuando el Ministerio de Economía estaba dirigido por Pedro Solbes.
Así que, vamos allá…
Cuenta la leyenda que, años ha, en un pequeño pueblo llamado Finanzas, vivía un hombre de nombre Luis. Luis era un trabajador sin igual y ganaba 30.000 euros al año.
Un día, el gobierno de la comarca decidió premiar a todos los trabajadores por su dedicación, otorgándoles un aumento del 10% en sus emolumentos. Luis, henchido de emoción, pensó que su vida mejoraría notablemente con ese incremento. Sin embargo, pintaron bastos…El aumento de su sueldo era obvio: ahora pasaría a ganar 33.000 euros al año.
Sin embargo, en Finanzas el sistema del IRPF no se había deflactado. ¿Y eso qué narices era? Pues quería decir que los tramos impositivos no se ajustaron a la inflación (ni tampoco a los aumentos de sueldo), y Luis se encontró en una situación extraña e inesperada: aunque su sueldo había aumentado un 10%, ahora debía pagar en impuestos un 15%, por lo que el incremento no se reflejaba en su bolsillo como él esperaba.
En otras palabras, antes de la subida, Luis, con 30.000 euros al año, tenía que pagar un 10% a Hacienda, es decir, 3.000 €. En cambio, con 33.000 euros anuales, tenía que pagar un 15%, lo que suponía 4.950 €. En conclusión, a Luis le habían subido el sueldo 3.000 € (33.000 € – 30.000 €), pero realmente tuvo que pagar 1.950 € más a Hacienda (4.950 € – 3.000 €), así que…
Por otro lado, Luis era humilde, pero no tonto, y también se dio cuenta de que, a pesar de ganar más, sus gastos seguían siendo los mismos (o incluso mayores, por la supuesta inflación) y, al final de cada mes, le quedaba menos dinero del que esperaba.
Del mismo modo, cuenta la leyenda que, en esa misma localidad, vivía otro hombre llamado Manuel. Este ganaba el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), una cantidad modesta que le permitía cubrir con bastantes penurias sus necesidades básicas. Desde siempre, debido a sus bajos ingresos, Manuel no había tenido que pagar tributos a Hacienda, lo que, si cabe, le daba un pequeño respiro en su exigua economía.
Un día, al igual que Luis, Manuel recibió una buena noticia: su sueldo también aumentaría un 10%. Esto significaba que, en lugar de ganar 1.000 euros al mes, ahora ganaría 1.100 €.“¡Albricias! —dijo Manuel—, ¡esto es significativo!”. Sin embargo, su alegría se desvaneció rápidamente cuando se dio cuenta de que, al superar un umbral de ingresos, ahora tendría que empezar a pagar impuestos.
Pensó para sí mismo: la vida en Finanzas había subido un 10%: los precios de los alimentos, la vivienda y otros gastos cotidianos también habían aumentado (aunque él creía que en mayor proporción que su subida de sueldo, pero no tenía conocimientos suficientes para afirmarlo con certeza; sobre todo cuando oía hablar casi en chino de palabros tales como IPC, inflación o inflación subyacente).
Aunque su sueldo había crecido, la carga de los nuevos impuestos significaba que, al final del mes, Manuel se encontraba en una situación similar —o quizá peor— a la de antes.
Así, tanto Luis como Manuel se dieron cuenta de que, a pesar de que sus sueldos habían aumentado, el coste de la vida y la presión fiscal (o llámese como se quiera) les hacían sentirse cada vez más pobres.
Todo ello revelaba y traía a colación más consecuencias dentro de la macroeconomía. Mientras ellos luchaban por entender su situación, se dieron cuenta de que había un jugador más en esta partida: Hacienda.Como en los casinos, donde la banca nunca pierde, este organismo también tenía su manera de asegurarse de que siempre saldría airoso de la contienda.
Cuando Luis y Manuel recibieron sus aumentos del 10%, no solo se enfrentaron a un mayor pago en el IRPF, sino que también sus compras diarias se volvieron más costosas.Imaginemos que Luis quería comprar un producto que costaba 100 euros. Sin un aumento, el precio total con el IVA del 21% sería de 121 €. Pero, tras su incremento salarial, el precio del mismo producto subió a 110 €. Ahora, con el IVA aplicado, el total sería de 133,10 €.Así, Hacienda no solo recaudaba más a través del IRPF, sino que también se beneficiaba del aumento en el IVA.
La diferencia era clara: mientras que antes Luis pagaba 21 € de IVA, ahora pagaba 23,10 €. Esto significaba que, por cada compra, Hacienda recaudaba más, aprovechando el aumento de precios que acompañaba a los incrementos salariales.
Manuel, en su situación, también se dio cuenta de que, aunque su sueldo había aumentado, el coste de vida se había incrementado aún más, y Hacienda seguía aumentando sus ingresos.
Así, la leyenda de Luis y Manuel se convirtió en un relato sobre cómo, en el juego de la economía, los trabajadores a menudo se encontraban atrapados en un ciclo donde, a pesar de sus esfuerzos por mejorar su situación, el sistema estaba diseñado para que Hacienda nunca perdiera.
De esta manera, su historia se transmitió de generación en generación, recordando a todos que un aumento en el sueldo no siempre se traduce en un verdadero aumento de las “perres” (o poder adquisitivo), pues la economía y la importancia de un sistema fiscal equitativo son sumamente complejos de entender (¿y de aplicar?).
Lo que está claro es que un aumento en el sueldo no siempre significa ingresar más en idéntica proporción si el IRPF no se ajusta a la realidad económica. No deflactar lo llaman los expertos en Economía. “Perder perres” lo interpretaron ellos.
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Consultor empresarial.
Germánico en organización, perseverante en las metas, pragmático en soluciones y latino en la vida personal.
¿Y por qué no?