Asturias Liberal > Pensamiento > Cuando aflojas el bolsillo en función de los renglones que ocupa tu plato…

…O EL NÚMERO DE “PALABROS” O RITUALES CON QUE TE DELEITA EL CAMARERO O EL SUMILLER

Viendo estos días menús de la pasada Nochevieja, quedo perplejo ante su adorno verborreico.

Ejemplo: “pastel de pollo y verduras con saquitos de masa filo rellenos de queso crema, nueces y cebolla caramelizada, atados con puerro y acompañados de mermelada de piquillos”.

Cada palabra que leo, mentalmente sumo 1 € al menú final.Como cuando vas a tomar un gin-tonic y se te pregunta qué tipo de ginebra para soltarte —sin anestesia— una extensa retahíla de palabros (alguno ininteligible) y marcas.

Después, a una velocidad cercana a la luz, inmensa sarta de tipos de tónica, de nombres rarunos y seguramente conocidos por el más común de los mortales. ¡Rediosss!, si muchos de los nombres son impronunciables.

Y ya para terminar, cuando voy con mis hijos a una hamburguesería y me preguntan cuál quiero, que si American Style, Big King Vegetal, Signature Huevo Benedictine, Brutal Bacon, Gran McExtreme… Cuando llego a las patatas y me preguntan con igual delicadeza que si listaran los Reyes Godos si las Top Fries Bacon & Cheese, Patatas Clásicas, Patatas Supreme, Top Fries Bacon, Patatas Deluxes…

Y, obviamente, sólo me quedo con aquello que creí oír o pronunciar en la lejanía de ese listado quijotesco y que decía algo así como “patatas”.

Le digo al juglar gastronómico:

Por favor, a mí dame una hamburguesa “potente”, es decir, mucha carne (doble o triple, si se puede), con bacon y con queso. No tengo ni idea de cómo se llama… Y patatas… como las de aquella mesa de allí. Así, a lo loco y sin zarandajas, florituras o filigranas culinarias.

Acompáñamela con una Coca-Cola de las de toda la vida (ni light, ni sin cafeína, ni 0, 00). ¡Ah! ¿Qué es en vaso y tarifa plana, pudiendo coger la bebida que quieras y cuantas veces esté por la labor? Pues mucho mejor.

Nota final:

A este paso, en la Taberna de Manolín, olor antológico a fritanga, donde siempre se comió el pincho de tortilla de patatas y, a veces, un carajillo, ahora irás a tomar un brunch.

Cuídate mucho, porque igual al pedir lo segundo (sin nata, sólo café y coñac u orujo quemados y azúcar), además del propio ritual que se invente (lejos de la queimada de antaño), igual empieza a enumerarte una docena de tipos de café, así como de orujo y coñac.

E igual la tortilla es deconstruida, con patatas chips, al horno o a la plancha. Y eso se apellidará el triple de euros que antaño.

¿Tan difícil es ponerse en el lugar del cliente que ya peina canas o está calvo?¿Tan difícil es hacer las cosas cotidianas para que las entienda uno sin máster aventajado?

Al final, si resulta que sienta mal la comida, ¡a ver quién es el listo que sabe qué ingrediente de la larga retahíla es el que ha perjudicado su estómago!

Será que me estoy haciendo mayor, pero sujétame el cubata (¿se llama así o de otra manera?) y te lo explico a mi manera (cocina de 1º de EGB y no alta cocina).

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