
Me dijo que la clave
era encontrar
la que se adaptara a mí:
¡NINGUNA! En especial.
Me explica no sé qué
sobre los suplementos.
Habla de proteína y creatina,
parece ser que aliados
en la rutina.
Y yo me pregunto,
pues no quiero olvidarme
de la comida esencial:
un bocadillo de panceta,
un placer en ningún modo ocasional.
Resalta (sigue hablando…)
que el equilibrio es clave
en la dieta y en la vida,
nutrientes que nutren,
la esencia querida.
Sigue indicándome que lo mejor es
combinar máquinas,
ejercicios a probar,
y disfrutar de las comidas,
¡pero moderar!

Imagino en mi mente
un mundo en danza,
donde máquinas giran
con extraña pujanza.
Como molinos
que en Cervantes inquietaban,
ahora brillan luces
que parpadean y amenazan.
Un zumbido constante,
un eco en el aire,
cada máquina,
un monstruo que nadie pare.
El pitido de cada una,
un aviso temido,
como si esos elementos
estuvieran al acecho,
escondidos.
A lo lejos veo también
levantadores de pesas,
con sus gritos guturales,
desafiando el silencio contenido,
rompiendo los umbrales.
Mientras yo,
mortal en la lucha,
me imagino en un mundo
surrealista creyendo
que la máquina, inteligente,
aprende y escucha.
¡Qué divertido (dice)
Este juego de fuerzas
donde la tecnología y la vida
se entrelazan en prosa poética.
En esta comedia gimnástica y moderna,
de risas y temores,/donde cada ser baila con máquinas,
entre sueños, escarceos y rumores.
Y el chico…
“erre que erre” explicando,
ejercicios creativos
que asombran y asustan,
formas únicas de compartir lo humano,
en este mundo/donde las ideas se ajustan.
Cuéntame más, amigo (me digo mentalmente),
de esos movimientos.
Estoy aquí para escuchar, para charlar,
en este viaje juntos, sin lamentos,
la pasión por el fitness
igual me hace brillar… ¿o llorar?
En el reino del gym,
donde el sudor es rey,
la indumentaria danza,
variada y sin ley. O
Camisetas y shorts,
en colores que brillan,
unidos en estilo,
como estrellas que destilan.

En el templo del esfuerzo y la pasión,
donde el cuerpo
se forja con dedicación,
surgen máquinas, humanos
y movimientos en unión:
una danza de fuerza,
resistencia y razón.
Y me habla de ejercicios “rarunos”:
desde el Hack squat,
en máquina en sentadilla,
Hip thrust que activa la cadera,
otra sentadilla, la “búlgara”
que desafía la rutina,
cada “palabro” un monstruo que encierra.
El peso muerto,/con rodillas flexionadas,
y el rumano…
¡menudas jornadas!
Hasta hay un “Buenos días”,
cual saludo matutino,
que parece que une
universo y destino.
El leg press
que empuja por doquier,
Gbody y Gbox,
boxeando hasta el amanecer.
Cycling, vuelta tras vuelta,
en un mundo sin fin,
GAP y HIIT,
intensidad que hace casi morir.
Abductor y aductor (¿son distintos?),
en equilibrio y control,
hiperextensiones (no sé a qué se refiere)
que extienden el rol.
Inversas o normales,
fortalecen la espalda,
máquina Smith, multipower,
dice que nunca fallan.
Prensa de banca,
para el pecho y el brazo,
prensa de fémur (¿también hay para eso?)
tumbado,
(en cada palabra estoy más desecho).
Crunch en V
(lo busqué y son abdominales de toda la vida)
en cuerpos que se contraen,
cansados y, seguro, maltrechos.
Burpee (perdido estoy con tanto nombre),
salto y movimiento,
Perro Pájaro,/en equilibrio y aliento,
Rotación rusa,
en giros de poder,
extensiones de piernas,
para crecer
(¿a lo ancho o a lo alto?).
En fin, rutina diaria,
compromiso y empeño,
en el músculo un sueño,
déficit calórico,
dieta en control,
para quemar grasa,
en busca del Dios Sol
o del infierno. Todo llega y no pasa.
Back routine,
tren inferior y superior
(los que separa la cadera, creo),
Facepull, en brazos y espalda,
en unión,
Pull Over,
en expansión y contracción,
ejercicios hipopresivos,
respiración en acción.

Remo y jalón
(le entendí “jamón”
pues tanto ver ejercicios entraba el hambre),
en fuerza y tracción.
Step que eleva,
en movimiento que no dispersa.
Body combat,
lucha y baile (¿existe eso?)
en perfecta unión,
una sinfonía de esfuerzo,
pasión y corazón.
Así, parece ser (explica) que,
en cada sesión,
en cada movimiento,
el cuerpo se transforma,
en un hermoso intento,
de ser más fuerte,
más sano, más vivo,
un gran poema de esfuerzo,
en un camino auténticamente vivo.
Donde reina la dicotomía,
entre la eterna danza,
el botijo y la tableta,
donde fuerte es el deseo de cambiar,
de lo simple a lo exquisito,
como transformar el agua en vino,
un anhelo que a veces
por soñar
se torna en infinito.
Donde hay que estar en forma, sí,
pero con un aire de playa,
más bronceado que tonificado,
y la sociedad,
te lanza imágenes brillantes,
como un sueño anhelado.
Así que (para dentro) río,
sueño y sigo mi camino,
pues la verdadera fuerza
está en mi destino.
Y me digo,
antes de lanzarme al gimnasio,
un curso intensivo
sería un buen abrigo,
pues entre máquinas y artilugios,
un laberinto,/un mapa y un GPS,
¡una locura hacerlo sin ellos y por puro instinto!
Me imagino,
apuntándome con gran emoción,
terminando más confundido
que en el río un salmón.
Pero no temo,
si el press de banca me abruma,
siempre me queda mi estilo «botijo chic»,
pues todo suma.
Al final, lo que importa,
en esta vida tan bella,
es sentirse bien con uno mismo,
sin estrellas.
Así que sigo adelante,
con mi look y mi pasión,
disfrutando del no-ejercicio,
sintiendo la conexión.
Porque al final del día,
lo que importa es sentir,
que en cada movimiento,
hay un motivo para sonreír.
En el reino de la vida
sin gym y hasta ahora, yo navego,
conocedor tan solo
de la estática bicicleta,
la cinta que avanza,
la elíptica en juego,
mientras el resto,
en sombras, me inquieta.
Máquinas extrañas,
nombres indescifrables,
pesas que asustan
con su peso temido,
en un mar de opciones,
a veces inestables,
me siento abrumado,
¡el camino lo tengo perdido!
Pero en este viaje,/
lo esencial es hallar
lo que enciende el alma,
lo que hace vibrar,
seguir pedaleando en la vida,
disfrutando sin cesar,
en cada rutina,
un nuevo despertar.
Después de la visita al gym,
con su charla/tan elaborada y estelar,
mi cabeza hecha un torbellino,
una maraña, una pieza.
Tantos conocimientos,
tanta explicación… ¡qué locura!
Me tomaré mi tiempo,
con calma y ternura.
Tres vidas y cuatro lustros,
quizás más,
para entender todo,
Así que, en resumidas cuentas,
seguiré con lo mío,
sin prisa, sin temor,
porque en esta vida,
cada uno va a su ritmo,
con amor.
Y seguiré en forma,
aunque sea de botijo,
con mi esencia en cada trago,
y mi bocadillo de panceta,
sabor que nunca dejo de amar,
me acompaña un cafelito
con leche, frío y refrescante,
y mi Marca, esa fuente de saber
que me hace crecer sin cesar.
Y viviré cada momento,
con alegría y sin temor,
sin angustia ni prisa,
sin miedo a faltar un día al entreno,
porque en mi alma llevo la pasión,
la calma y el amor,
y en cada pequeño ritual,
encuentro mi equilibrio pleno.
Viendo deporte en la tele,
sueños en movimiento,
caminando o haciendo running
en la brisa del viento,
cambiando de canal,
como olas en el mar,
haciendo zapping,
dejando que la vida
me vaya a abrazar.
Y en medio de todo,

disfrutando de la familia y amigos,
tesoros que iluminan diarios,
en risas y suspiros,
porque en cada instante,
en cada pequeño acto,
se encuentra la magia de un corazón
que nunca se ha roto.
Y recuerdo con nostalgia,
en un instante de asombro,
que mi alma quedó en suspenso,
al escuchar cómo el gym
revelaba su misterio intenso.
Me explicaron su secreto,
su ritmo y su razón,
y en perfecta sincronía,
vi los ejercicios en acción.
Como una danza antigua,
como un canto de pasión,
los movimientos se unían
en una misma canción.
Y no podía entender,
cómo todo encajaba,
cómo podía suceder.
Y allí, en aquel momento,
con asombro y admiración,
vi la magia del esfuerzo,
la fuerza en comunión.
¡Qué maravilla esa sensación
de asombro y sincronía!
Es como si en ese momento,
el gym se convirtiera
en un escenario de magia,
donde los movimientos
y el ritmo se fundieran
en perfecta armonía,
donde sonaba en la lejanía
de Coyote Dax su melodía
«No rompas más, mi corazón»,
¡OJO! Bailada al unísono
con intensidad y pasión,
en una única danza de energía,
un ballet de esfuerzo y gracia,
que hacía sentir en sintonía
con el pulso del mundo,
una coreografía que fluía sin esfuerzo,
casi como un sueño,
donde cada paso
era una nota en esa canción que acompañaba.
Pero, ay, imposible lo vi para mí,
sobre todo con esa armonía,
pues jamás he logrado
ni siquiera bailar Pajaritos
de María Jesús y su acordeón,
unirlos en un solo ritmo,
en una misma melodía,
en perfecta unión.
Mi canto y mi movimiento
siempre parecen ir por caminos distintos,
como dos aves que vuelan
en direcciones opuestas,
sin encontrar el ritmo.
Así que, resumiendo,
seguiré haciendo deporte
con la fesoria, la pala y el pico,
y admirando esa sincronía suya,
esa danza armoniosa en el gym,
e intentando,
con esperanza y un poco de risa,
que algún día, quizás,
pueda unir mis “pajaritos”
en una sola canción.
(Con la colaboración técnica de Noelia López)

Consultor empresarial.
Germánico en organización, perseverante en las metas, pragmático en soluciones y latino en la vida personal.
¿Y por qué no?