
Tanto María Corina Machado como Edmundo González, en sus recorridos por los pueblos de Venezuela, le hablaron con la mayor franqueza a los ciudadanos que venciendo todo tipo de dificultades, acudían a los actos de calle a escuchar sus discursos.
Esos mensajes de María Corina y Edmundo estaban siempre presididos por la verdad, al confesar e ilustrar a las audiencias populares a las que se dirigían, diciéndoles que “no encaramos una simple y convencional campaña electoral, sino un desafiante y formidable combate entre el bien y el mal.” ¡Así de simple!
En efecto, la confrontación política en Venezuela se describe como una «guerra entre el bien y el mal» debido a varios factores que caracterizan la lucha contra el régimen de Maduro:
- –Lo primero es su inocultable naturaleza percibida como una «tiranía» y una «peligrosa corporación criminal» que se vale de prácticas como el narcotráfico, el terrorismo, la corrupción y la represión para mantenerse en el poder.

Estas acciones son consideradas intrínsecamente malvadas y destructivas para la sociedad.
- –En segundo lugar, se trata de un régimen que frecuentemente viola los derechos humanos y se burla de la voluntad popular.
Al día de hoy, después de transcurrido un año de la espectacular epopeya protagonizada por millones de venezolanos, se mantiene vigente esa premisa, porque seguimos en medio de una guerra con una tiranía, luchando contra una mafia, contra una peligrosa corporación criminal que se vale de todo, de lo peor, como el narcotráfico, el terrorismo, las bandas delincuenciales, la corrupción y la represión más feroz, para desconocer su derrota, sin admitir que tanto Edmundo González como María Corina Machado tienen la legitimidad de la que carece el dictador Maduro y sus compinches que integran ese elenco de mafiosos que lo secundan.
A un año de esas elecciones del 28 de julio, la ciudadanía sigue en pie de lucha. No se rinde, no se entrega, no se deja paralizar por el miedo que infunde el régimen, sino que transforma ese sentimiento en una pieza de acción para convertir ese miedo en una razón de peso para insistir en hacer valer esa contundente victoria.
El mayor miedo es perder definitivamente la libertad, la esperanza y la patria entrañablemente amada.
-A Maduro lo derrotamos muy a pesar de su arsenal fraudulento, superando con creces, digna y valientemente, su ventajoso cuadro de poder. Le ganamos a pesar del control de sus «Rectores» en ese Consejo Electoral manipulado.
–Le ganamos con todo y su registro electoral plagado de inconsistencias.
–Lo derrotamos a pesar de que nos castró del derecho a votar a 5 millones de ciudadanos de la diáspora venezolana.
–Le ganamos aunque perseguía a los activistas y metía presos a dirigentes que se convirtieron en nuestros primeros estímulos para no abandonar el combate.
–Los derrotamos después de haber inhabilitado de forma truculenta a María Corina Machado quien inmediatamente respaldó, con entusiasmo y nobleza, la candidatura providencial y victoriosa de Edmundo Gonzalez Urrutia. Maduro se valió del torrente de recursos financieros del Estado, indebidamente usados, y de los fardos de dólares robados a la nación.

Activaron sus pelotones de esbirros, sus élites militares, policías, colectivos armados y de su red de medios comprados y asaltados; se acuerparon con sus aliados internacionales rusos, iraníes, nicaragüenses, castristas, etc., y no pudieron detener a ese bravo pueblo.
Como tampoco podrán invalidar la certificación que está plasmada en cada acta que revela el verdadero y auténtico resultado del pasado 28 de julio.
Por eso seguimos luchando, con nuestros líderes legítimos, con la imborrable huella de la victoria labrada ese día, con la comprensión de una comunidad internacional que sabe que ganamos y que tiene que meditar seriamente si nos deja a merced de esas mafias que son a la vez una amenaza cargada de riesgos para el mundo libre.
La auténtica narrativa sugiere que estas mafias en el poder son una «amenaza muy peligrosa para el mundo libre«, elevando la confrontación más allá de las fronteras venezolanas y posicionándose como una defensa de valores universales.
Esta perseverancia y valentía del pueblo venezolano en defender sus derechos y la victoria obtenida se alinea con la lucha por el «bien».
De allí que hablar de nuevas elecciones sin primero resolver el acatamiento de lo que dictó el pueblo ese día 28 de julio, es traicionar a ese pueblo que insiste en la victoria que vale la pena.
No se trata de renegar del derecho a ejercer el sufragio, sino de un firme gesto de desobediencia civil para condenar el fraude crónico que motoriza este régimen espurio.

Antonio José Ledezma Díaz (San Juan de los Morros, 1 de mayo de 1955) es un político y abogado venezolano, destacado opositor al régimen de Nicolas Maduro. Actualmente exiliado político en España. Fue el alcalde mayor del Distrito Metropolitano de Caracas hasta 2015, cuando fue sustituido por Helen Fernández.También se ha desempeñado como alcalde del municipio Libertador de Caracas en dos ocasiones y gobernador del antiguo Distrito Federal. Fue dos veces Diputado del extinto Congreso Nacional de Venezuela (actual Asamblea Nacional) desde 1984 y fue elegido Senador de la República en 1994, siendo la persona más joven en ser elegida para ese cargo.