Asturias Liberal > Asturias > Sin motivos para votar a Álvaro Queipo

En una extensa entrevista publicada el pasado fin de semana en La Nueva España, Vicente Montes interroga a Álvaro Queipo, de nuevo confirmado como cabeza de lista en las elecciones autonómicas por el Partido Popular, que aborda diversos temas de actualidad y esboza algunas ideas sobre cómo sería su presidencia del Principado de Asturias.

El titular de la entrevista («Aspiro a gobernar sin depender de nadie, sería lo mejor para Asturias») refleja con claridad el marco narrativo establecido por la izquierda que tanto perjudica desde hace años al Partido Popular y con el que éste parece incapaz de romper. Y el núcleo de las dos páginas de preguntas y respuestas se centra en una única cuestión relevante: ¿qué hará Queipo si gana las elecciones y necesita el apoyo de Vox para gobernar? El resto del contenido, aunque pueda resultar interesante para los simpatizantes, adeptos e incondicionales del partido, carece de relevancia para la mayoría de los asturianos.

Que un político proclame estar preparado para gobernar resulta una obviedad como la que podría atribuirse a figuras como Yolanda Díaz. ¿Imaginan que alguien declarara: “Estoy en proceso de formación, aprendiendo de los veteranos del partido. Consulto a líderes como Ayuso o Moreno Bonilla, asisto a cursos de gestión pública, liderazgo y comunicación en la sede nacional del partido en Madrid. Aún me falta mucho por aprender, pero confío en estar listo para 2027”? O que prometiera reducir impuestos sin comprometer los servicios públicos mediante una reforma fiscal que dinamice el tejido productivo y haga de Asturias un polo de atracción para la inversión. El lector, al oír “reforma fiscal”, pierde el interés de inmediato, convencido de que, gobierne quien gobierne, acabará pagando más impuestos.

La desafección del electorado tiene responsables evidentes: un partido lastrado por el temor al qué dirán en su relación con Vox y unas estructuras regionales que, salvo un breve paréntesis en 1995, han permanecido en la oposición durante años y parecen haber perdido el ímpetu necesario para gobernar.

Cuando Alberto Núñez Feijóo declara en televisión que el Partido Popular (PP) está preparado para gobernar, el PP de Asturias repite el mensaje. Cuando Feijóo expresa su intención de gobernar sin depender de Vox, Asturias sigue la misma línea. Las palabras del líder nacional se replican fielmente en la región evidenciando una falta de identidad propia, discurso original o voluntad autónoma. Todo parece supeditado a una dirección nacional que, en el pasado, entregó Asturias al PSOE —como en las elecciones de 2011 o los presupuestos regionales de 2012—, lo que a muchos nos sigue generando una enorme desconfianza.

No hay motivos para votar a Álvaro Queipo porque no da ningún motivo para ello.

Para un votante indeciso, el PP de Asturias carece de un proyecto que inspire o diferencie. Aunque Queipo es un candidato preparado, conciliador, buen orador en la Junta General y de trato afable, en definitiva, un buen presidente, le falta una idea fuerza que movilice no solo a los fieles del partido, sino también a los miles de votantes necesarios para formar un gobierno sólido y transformar la sociedad asturiana. En las elecciones de 2023, al PP le faltaron apenas 700 votos para alcanzar el poder, pero consolidar una mayoría requiere atraer a un electorado más amplio, algo de lo Queipo aún está lejos.

La historia política regional nos ofrece algunas lecciones. En 2011, Francisco Álvarez-Cascos, con su experiencia y trayectoria como idea fuerza, logró movilizar decenas de miles de votos para Foro Asturias, llevando a la victoria a muchos diputados y alcaldes totalmente anónimos. En 2023, Diego Canga, un candidato del PP desconocido e improvisado (apodado el paracaidista) que desempeñaba cargos de relevancia en la Unión Europea y que hacía tiempo que no vivía en Asturias, superó la supuesta la falta de arraigo que le atribuyeron sus enemigos y revolucionó la estructura regional del PP. Con intervenciones mediáticas impactantes y una idea fuerza centrada en su experiencia europea y en lo que podría aportar a Asturias, elevó al partido de 10 a 17 diputados, aunque unos pocos cientos de votos y el voto CERA frustraron el previsible cambio de gobierno.

En contraste, la reciente entrevista de Álvaro Queipo en la prensa, aunque exhaustiva y repleta de opiniones sobre temas clave, no conecta con el electorado ni genera impacto.

Al día siguiente, Adrián Barbón, líder del PSOE asturiano, pronunció un discurso breve pero efectivo en un acto con militantes socialistas en La Camperona. Con frases como “lucharemos juntos contra la ultraderecha” y críticas al PP por no comprometerse a bajar impuestos a los trabajadores, Barbón consolida su base y atrae indecisos.

Según el CIS, el 31,6% de los asturianos prefiere a Barbón como presidente frente a solo el 8,3% que apoya a Queipo. Este abismo refleja el desafío al que se enfrenta el líder del PP.

Con dos años por delante hasta las próximas elecciones, Álvaro Queipo debe separarse de la influencia de Feijóo y su entorno para forjar una dirección propia. Necesita una idea fuerza que lo conecte con los votantes asturianos y lo posicione como una alternativa creíble frente a Barbón. Un tercio de los asturianos, según el CIS, aún no sabe a quién prefiere como presidente del Principado. La experiencia demuestra que, ante la incertidumbre, el electorado busca opciones nuevas.

La tarea de Queipo y el PP será transformar esa duda en confianza, un objetivo que, por ahora, no están alcanzando

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