
La de veces que nuestro charrán presidente ha hablado de sus abuelos para remover nuestra conciencia, agitar nuestro corazón y llevarse al huerto a la opinión pública porque, claro, quién va a estar en contra de nuestros güelos.
Cuando le va mal la cosa tira de ellos, lo que ya nos puede dar una idea de cuáles son los registros morales en los que se mueve. Lo más burdo fue cuando sucedió el fatídico accidente de la mina de Cerredo con 5 fallecidos, accidente del que ha comenzado la comisión de investigación en la Junta General y que él quiso bloquear. Habló de sus sus ascendientes mineros entonces y también recientemente para justificar a Asturias como tierra de acogida de los menas, de nuevo genuflexo y servil ante Pedro Sánchez. ¿Cómo nos sentiríamos si a nuestros abuelos les hubieran recibido a pedradas cuando emigraron solos con 14 años? Un argumento paupérrimo: nuestros abuelos emigraron a Argentina, Venezuela, Francia o Alemania con un proyecto vital y laboral, casi siempre a casa de un familiar o un conocido que ya había ido tiempo atrás y que los acogían mientras echaban a andar, que poco tiempo después ya formaban hogares, familias, prosperaban y a veces se quedaban allí y otros optaban por retornar. La comparación, salvo para los más sumisos, carece de sentido.
Como decimos, detrás de esa fachada aparentemente conciliadora está la persona que realmente es, no la que aparenta. El caso de la misa de Covadonga del 8 de septiembre es el mejor ejemplo.
Barbón se define como católico practicante y es habitual verle en ceremonias religiosas. Durante años ha asistido a la misa que se celebra en Covadonga el 8 de septiembre, oficiada por el Arzobispo de Oviedo. En los últimos años le toca esta labor a Jesús Sanz Montes, persona que se caracteriza por su vehemencia a la hora de defender los postulados cristianos y que no gusta en determinados círculos falsamente autodenominados progresistas. Un ejemplo es el de Adriana Lastra, delegada de Gobierno, que le acusó de ultraderechista porque sus discursos, según ella, son despectivos, de confrontación y profundamente políticos, fantaseando con que insultan a la mayoría de los asturianos y españoles. Tal es la osadía del ignorante que incluso amenazó al arzobispo con indicarle cómo debía ser su discurso y cuáles los contenidos. Sanz Montes, acostumbrado a estas nimiedades, contestó con un divertido “Viene la seño con consignas” que deja ver su más que manifiesta capacidad para enfrentarse contra opiniones sincronizadas, ideologías destructivas y, sobre todo, a los que solo defienden la libertad que ellos consideran adecuada.
¿Consecuencias? Muchos socialistas no asistieron a la misa de 2024 en la que Sanz Montes dejó bien claro que la Verdad es una y su obligación es defenderla frente a todos y ante todo. Adrián Barbón no fue pero, fan declarado del teatrillo, alegó que no lo hacía “porque no quería generar crispación y tensión”. Más aún, como si fuera un mártir, dijo: “Si el problema soy yo, no pasa nada, no voy, me sacrifico”.
Pero como la izquierda que representan Lastra, Barbón y compañía es rencorosa, había que dar un paso más en su confrontación con el arzobispo y el presidente ha decidido que este año no se retransmita por la televisión autonómica, la TPA, la misa de Covadonga. Un programa que cuenta con una audiencia relevante para las medias dentro de los márgenes de nuestra televisión. Una emisión seguida, sobre todo, por lo mayores, por los güelos de todos, esos que no pueden desplazarse hasta Covadonga para ver a la Santina y cuentan con la TPA, con su televisión, para estar allí presentes de alguna manera. Un precioso acto que año tras año han visto y que, si no lo emiten, no entenderían por qué.
El “rollo” que se trae Barbón con su fervor católico o el amor por su abuelos no son más que instrumentos que utiliza para mostrar una imagen cercana, conciliadora y amable que dista mucho de ser real. Por supuesto que puede discrepar de lo dicho por el Arzobispo e irse a una pequeña parroquia a celebrar el día, pero la falta de respeto a todos los asturianos, repetimos, a todos los asturianos, no solo a los de izquierdas, es notable. El insulto que supone dejar a los asturianos sin la misa más importante del año es lamentable, pero hacer ese desprecio a nuestros mayores de pueblos, ciudades y residencias es imperdonable.
Solo desde el rencor más profundo puede una persona mostrar una actitud deleznable. Adrián Barbón, una vez más, se retrata como lo que realmente es y no como lo que aparenta.
Si finalmente la TPA no emite la misa, viene bien recordar que una cadena de televisión privada, 13TV, del grupo COPE, sí lo hará.

Los hechos son los hechos, independientemente de los sentimientos, deseos, esperanzas o miedos de los hombres.