Asturias Liberal > Aportaciones > Los tiempos de ver fútbol los sábados y los domingos de transistor

Ahora toca ir a ese capítulo romántico y nostálgico del fútbol de antaño: la era del transistor, cuando los goles se narraban, ni por asomo se veían; y el fútbol era pura imaginación, oreja afinada y un aparato con pilas que pesaba más que un niño de 5 años.

Antes:

  • -Solo se televisaba un partido por semana, normalmente el sábado por la noche.
  • -Era un acontecimiento. Se organizaba todo el plan del día en torno a eso: cena ligera, niños acostados, sofá reservado.

“¡Callaos, que empieza el partido!”, y luego se bajaba la luz del salón como si fuera el teatro.

¿Y el resto de la jornada?
Transistor al oído. Punto.

El domingo por la tarde, todas las emociones del fútbol se concentraban en ese pequeño aparato de plástico con antena metálica, cuya cobertura era caprichosa y su sonido más ruidoso que claro.

  • -Se escuchaba “Tablero Deportivo” o “Carrusel Deportivo”, y la magia ocurría:

“¡Atención que hay penalti en el Molinón!”
“¡Gooooool en la Romareda!”
“¡Final en el Insular!”

Y tú, con los ojos cerrados y el corazón a mil, te imaginabas el estadio, la jugada, el gol, el banderín de córner, el viento en la red y un sinfín de espectadores dando saltos, de alegría o de decepción…

Y la estampa del amor… y el fútbol

Escena absolutamente típica de un domingo por la tarde:

  • -Matrimonio paseando.
  • -Ella, enhebrada del brazo de él, hablando de lo que sea: los niños, la compra, las suegras, los cuñados.
  • -Él, con la otra mano apretando el transistor contra la oreja, sin escuchar nada de lo que decía su señora, pero respondiendo con “ajá, ajá”, perfectamente colocados.

Ella hablaba del bautizo del sobrino.
Él solo pensaba: “¿Cómo que va ganando las Palmas en el minuto 87? ¿Quién ha marcado? ¿Cómo ha sido?”

Y cuidado con las interferencias: bastaba que pasara un camión para que el “¡goooool del…!” se cortara y tuvieras que esperar a que lo repitieran 10 minutos después.

Pero se aguantaba. Y se vivía con pasión real, no con repeticiones a cámara lenta (salvo la Moviola en Estudio Estadio) ni con métricas de posesión: solo con la palabra del narrador y la emoción “microfonada”.

El fútbol y la imaginación
Hoy lo vemos todo: cada partido, cada jugada, cada estadística, cada bocanada de vaho que echa el jugador, cada pestañeo del linier, cada paso.

Y nos parece poco.

Antes no veías casi nada, y sin embargo lo sentías todo:

  • -El rugido del público a través de la radio.
  • -La voz temblorosa del narrador.
  • -El suspense de los últimos minutos, sin saber si tu equipo iba ganando, perdiendo o sobreviviendo.

Era un fútbol más misterioso, más épico.
Se narraba, se soñaba, se sufría con la oreja pegada al altavoz.

Hoy, cambio radical:

  • -Hay partidos todos los días, a todas horas, de todas las ligas. Estás un jueves en una terraza y a lo lejos en el interior se vislumbra un partido en una pantalla de 8.500 pulgadas; desconoces si es adelantado a la liga, el partido Valencia-Getafe suspendido por las condiciones climatológicas, Copa del Rey, UEFA Champions League, UEFA Europa League / Conference League, Supercopa de España, Mundial de Clubes, o la selección absoluta.
  • -Tienes el encuentro en la tele, el móvil, la tablet, el smartwatch y hasta en la nevera y en la lavadora inteligentes.
  • -Puedes ver a un defensa saudí sacar un córner en la liga uzbeka, en 4K, con tres cámaras lentas.

Pero ¿la emoción pura del “¡gol en Las Gaunas!” cuando no sabías ni quién jugaba allí ese día?

Eso, amigo, no hay streaming que lo reproduzca.

Pura poesía

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