Fotografía de portada: el Papa León XIV saludando al Cardenal Baltazar Porras.
Persecución, fe y resistencia en Venezuela: el testimonio sobre el Cardenal Baltasar Porras desnuda la hostilidad del régimen chavista contra la Iglesia Católica y quienes la defienden.
Un grito contra la persecución de la Iglesia Católica
En la Venezuela de hoy, donde la libertad se desvanece bajo el peso de un régimen tiránico, el cardenal Baltazar Porras, figura venerable de la Iglesia Católica, se erige como un símbolo de resistencia y, a la vez, como una víctima más de la maquinaria de hostigamiento que define al chavismo.
Lo que ha sufrido este distinguido prelado no es un hecho aislado, ni una excepción en el sombrío historial del régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Es, por el contrario, la manifestación de un patrón de conducta sistemático, una cruzada deliberada contra los exponentes de una fe que el régimen cínicamente dice profesar, mientras sus acciones destilan hipocresía.
No es un caso puntual, es un método.
¿Cuántas veces vimos a Hugo Chávez arrodillarse en el banco de una iglesia, con la cabeza inclinada en un supuesto acto de devoción, comulgando con aparente fervor, para luego, al cruzar el umbral del templo, escupir veneno contra los sacerdotes, tildándolos de “diablos con sotanas”?
Su sucesor, Nicolás Maduro, no ha sido menos blasfemo. Sus palabras, cargadas de desprecio, han atacado reiteradamente a la Iglesia y a sus representantes, mientras busca purificarse ante los ojos del mundo.
- ¿No es una farsa grotesca que Maduro, con las manos manchadas por la represión, la tortura y el asesinato de presos políticos, se presente en el Vaticano, buscando lavar su culpa con agua bendita?
Esas mismas manos que ordenan encarcelar, silenciar y oprimir no encuentran redención en sus imposturas.
Hipocresía de poder: gestos de piedad frente a hechos de represión.
El recuerdo de una tragedia personal me golpea mientras escribo estas líneas.
Hace años, mi esposa Mitzy y yo formamos parte de la muchedumbre que, con profundo respeto, escoltaba el féretro del cardenal Ignacio Velasco, arzobispo de Caracas, en sus exequias.
Caminábamos en silencio, honrando la memoria de un pastor que dedicó su vida a la fe y al pueblo venezolano. Pero en una de las esquinas que bordean la plaza Bolívar de Caracas, la solemnidad se vio profanada. Grupos violentos, instrumentos viles del régimen, atacaron el cortejo fúnebre con bolsas llenas de excrementos, lanzadas con saña contra el ataúd.
El ultraje, perpetrado por quienes se dicen defensores del pueblo, fue un acto de barbarie que no solo deshonró la memoria del cardenal Velasco, sino que reveló la bajeza moral de un régimen que no respeta ni siquiera a los muertos.
La intimidación política se materializa incluso en rituales sagrados.
Esta persecución, que hoy recae sobre el cardenal Porras, no es nueva. Es un eco de los métodos utilizados por regímenes autoritarios que han hecho de la represión religiosa una herramienta de control.
-En Cuba, la Iglesia ha sido acorralada, sus voces silenciadas bajo el peso de un Estado que teme la verdad.
-En Nicaragua, obispos y sacerdotes son exiliados o encarcelados por alzar la voz contra la injusticia.
-En Corea del Norte, la fe es un delito castigado con la muerte o el gulag.
-Y en los días sombríos de la Unión Soviética, la religión fue sistemáticamente aplastada, sus líderes humillados, sus templos profanados.
-En Venezuela, el régimen chavista sigue este mismo libreto, disfrazado de una falsa piedad que no resiste el escrutinio de la verdad.
Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Unión Soviética — mismo libreto represivo.
El cardenal Porras, con su dignidad intacta, representa la resistencia de una Iglesia que no se doblega. Su sufrimiento es el de un pueblo entero que clama por justicia, por libertad, por un país donde la fe no sea un delito.
Este atropello no puede quedar en el olvido. Es hora de alzar la voz, de denunciar la hipocresía de un régimen que se arrodilla en los templos mientras apuñala a sus pastores.
Que el mundo sepa: en Venezuela, la cruz del cardenal Porras, como la del cardenal Velasco antes que él, es la cruz de todos los que luchan por la verdad.
Memoria, denuncia y solidaridad con quienes defienden la libertad religiosa.

Antonio José Ledezma Díaz (San Juan de los Morros, 1 de mayo de 1955) es un político y abogado venezolano, destacado opositor al régimen de Nicolas Maduro. Actualmente exiliado político en España. Fue el alcalde mayor del Distrito Metropolitano de Caracas hasta 2015, cuando fue sustituido por Helen Fernández.También se ha desempeñado como alcalde del municipio Libertador de Caracas en dos ocasiones y gobernador del antiguo Distrito Federal. Fue dos veces Diputado del extinto Congreso Nacional de Venezuela (actual Asamblea Nacional) desde 1984 y fue elegido Senador de la República en 1994, siendo la persona más joven en ser elegida para ese cargo.